Adrián Matencio Durán, investigador Ramón y Cajal en el grupo de Bioquímica y Biotecnología Enzimática de la Facultad de Biología de la Universidad de Murcia (UMU), encuentra por primera vez un tratamiento que elimina la causa directa de la enfermedad de la gota
La Universidad de Murcia ha registrado una patente para el tratamiento de la gota y la hiperuricemia de la mano de Adrián Matencio Durán, investigador Ramón y Cajal en el grupo de Bioquímica y Biotecnología Enzimática de la Facultad de Biología de la Universidad de Murcia (UMU). Con este hallazgo aborda la enfermedad desde su origen, eliminando los depósitos de cristales de ácido úrico y previniendo su formación. Esto supone un avance significativo, pues hasta ahora el tratamiento consistía en la ingesta de antiinflamatorios y/o fármacos que reducían, pero no eliminaban, los diferentes niveles del metabolismo del ácido úrico.
Un tratamiento pionero
La gota es un tipo de artritis que afecta al 5% de la población occidental. Esta aparece cuando se genera un cúmulo de ácido úrico, un producto de desecho que se expulsa a través de la orina, en forma de depósitos de cristales. Si el cuerpo produce demasiado ácido úrico puede aparecer la hiperuricemia, que es la acumulación en sangre de dicho desecho. Aunque la cifra actual es relativamente baja, el número de casos incrementará debido al envejecimiento poblacional, pues se trata de una enfermedad asociada a la edad.
La patente de este tratamiento consiste en el empleo de una molécula llamada ciclodextrina, un anillo de glucosa similar a un donut. Esta molécula se utiliza en la actualidad para aumentar la solubilidad y estabilidad de los fármacos. Sin embargo, hace varios años se descubrió un uso alternativo al clásico como agente vehiculizador, podía movilizar los depósitos de colesterol en enfermedades como Niemann Pick tipo C. La patente aprobada aprovecha esta molécula como un tratamiento off-Label (fuera de prescripción) de las ciclodextrinas consideradas actualmente como fármacos, así como la generación de nuevos derivados más potentes
«Nosotros generamos nuevos derivados mucho más potentes que aquellos comerciales que tienen la capacidad no solo de movilizar el depósito ya formado de cristales de ácido úrico, sino prevenir su formación, y demostrado tanto in vitro como in vivo», confirma. Así pues, la solución para combatir la dolencia radica en el empleo de soluciones derivadas de la fécula, el almidón de los alimentos, componente principal de las ciclodextrinas. Adrián Matencio asegura que la nueva terapia «se puede combinar fácilmente con medicamentos existentes y podría aumentar en gran medida su eficacia».
Un camino de obstáculos
Tras acabar su tesis doctoral en 2020, Adrián Matencio realizó un periodo postdoctoral en Turín donde comenzó a idear, organizar y ejecutar durante dos años esta investigación (‘Derivados de ciclodextrina para el tratamiento de la gota y la hiperuricemia’) gracias a la financiación del proyecto por la Fundación Séneca. «Después de decidirme por las enfermedades de depósito, elaboré una lista y la gota cuadraba con todo aquello que buscaba: una enfermedad del día a día que me permitía ayudar a esos “olvidados”, donde (al menos en mi campo) nadie había puesto atención» , explica.
Pese a que el estudio finalizó en 2022, ha sido ahora cuando han podido patentarlo, pues «la investigación se vió fuertemente golpeada por la COVID19 y por problemas de financiación adicional». Eso hizo que se alargaran los plazos, lo que permitió que once meses antes que ellos, un equipo chino llegará a conclusiones similares. «Hemos tenido que rebatir que nuestro enfoque es totalmente distinto y que su explicación es, al menos complementaria, a aquella que nosotros hemos encontrado. Son las cosas de la vida», sentencia.
Adrián Matencio es el inventor principal de la patente, pero también han colaborado, desde Turín, los científicos Francesco Trotta, Yousef Khazaei Monfared, Fabrizio Caldera. Desde Murcia contó con José Manuel López Nicolás, tutor de tesis de Adrián Matencio y gran divulgador científico. «Actualmente, y tras 5 años en Turín, vuelvo a pertenecer a este grupo y espero poder seguir impulsando esta y otras investigaciones, ya desde casa», anuncia Matencio.
El camino para conseguir la patente no ha sido nada fácil para el equipo de Adrián Matencio, y pese a que muchas veces recibió mensajes de que era “altamente improbable” su proyecto, al final consiguió demostrar lo contrario. «Quiero creer que esta experiencia hará que los futuros evaluadores confíen en que mis ideas son locas pero realizables», concluye.