Texto: Jaime Fernández, Fotografía: Francisco Rivas – 4 feb 2025 00:00 CET
La Unidad de Igualdad de la UCM ha organizado, los días 4 y 5 de febrero de 2025, las jornadas “Miradas ecofeministas sobre el animalismo”, organizadas con varias conferencias de expertas y expertos, así como mesas redondas con representantes de asociaciones animalistas. Las jornadas se completan con una exposición, montada en el vestíbulo de la Facultad, en la que se rinde homenaje a mujeres y hombres que han compartido su vida con gatos, y que han defendido a estos animales, desde María Zambrano a Benito Pérez Galdós o Antonio Banderas. Isabel Tajahuerce Ángel, delegada del rector para Igualdad, asegura que esta exposición quiere servir también de homenaje a todos los que cuidan las colonias de gatos, así como a la deconstrucción de los mitos, casi todos negativos, que existen en torno a los gatos, “que no están sólo vinculados a mujeres, brujas y locas”.
En la inauguración de las jornadas, el decano de la Facultad de Filosofía, Juan José García Norro, ha recordado cómo muchas veces los animales se identifican con la filosofía o los filósofos, siendo la más habitual la imagen del búho. Él mismo reconoce que le gusta más la identificación que hacía Platón de Sócrates como un perro que “siempre está venteando, con el hocico dirigido a ver qué hay de nuevo, y eso es lo que debe hacer un filósofo, que ventea para ver que nuevos problemas aparecen, porque en caso contrario su mirada será muy estrecha”.
Entre esas nuevas corrientes de pensamiento que debe ventear el filósofo, incluye García Norro el ecofeminismo, que se comparta o no, sirve para “poner en duda nuestra conciencia y creencias”. A pesar de esa aparente novedad que puede suponer el ecofeminismo, la filósofa Alicia H. Puleo ha aclarado que el pensamiento ecofeminista ya existía desde el siglo XVII en figuras aisladas, pero que desde el XIX se hizo fuerte con el movimiento sufragista, y se asentó de manera definitiva en los años setenta del siglo XX.
También Asunción Bernárdez Rodal, directora del grupo interdisciplinar de Investigaciones Feministas y una de las coordinadoras de la jornada, junto a Dina Garzón, de la Red Ecofeminista, ha incidido en que este pensamiento estaba ya muy presente hace veinte años en la literatura americana, aunque trabajaba, fundamentalmente, sobre los animales domésticos y la convivencia con ellos. Desde entonces, los estudios han evolucionado y ya no sólo se plantea cómo convivir con los animales, sino cómo hacerlo para la propia supervivencia de nuestra especie.
Sin vuelta atrás
Para Isabel Tajahuerce Ángel, delegada del rector para Igualdad, el cambio de perspectiva va incluso más allá, porque “el animalismo nos pone unas gafas tan importantes como las violeta del feminismo y no tiene vuelta atrás”.
También Alicia Puleo considera que el ecofeminismo es una nueva mirada, que “revaloriza la ética del cuidado, que surgió en los años 80 del siglo XX”. Una ética del cuidado, que de acuerdo con la filósofa de la Universidad de Valladolid Angélica Velasco, “debe ir siempre acompañada de una ética de la justicia”. Entiende Velasco que el cuidado es la antítesis de la violencia, “porque infligir daño a otro parece estar en el extremo opuesto del espectro del cuidado”.
Reconoce de todos modos Velasco que no siempre es fácil mantenerse calmada frente a ataques de fuera del animalismo y el ecofeminismo, algunos directos y otros que representan “afirmaciones desconectadas”, como las llama el filósofo Tom Regan. Esas afirmaciones son, por ejemplo, las que utiliza la industria alimentaria cuando habla del bienestar de los animales que explotan. Alicia Puleo habla también de un abismo ontológico que ha servido de legitimación para “la explotación y el sadismo más intenso que se conoce”, que es el que se ejerce sobre los animales.
De acuerdo con Puleo, a pesar de esa realidad, la mayor parte de las ecofeministas parten de una posición filosófica holista, que no se preocupa por los individuos sino por los ecosistemas, mientras que el animalismo surge del sensocentrismo, que es un atomismo antropocéntrico moderado que se preocupa por el sentir de cada uno de los individuos. De todos modos, cree la filósofa que puede existir un ecofeminismo animalista, como el que ella misma refleja en sus libros, y en el que hay otras grandes representantes como Carol Adams.
Velasco apuesta porque haya “pactos de ayuda mutua” entre todos aquellos que trabajan por la justicia, porque los grandes enemigos para el ecofeminismo animalista no son el ecologismo, sino el patriarcado, el capitalismo y el antroprocentrismo. Esos pactos tendrían que plantearse incluso dentro del animalismo, donde hay varias posturas que para Puleo son bienintencionadas, pero erróneas, como el abolicionismo animalista total, que propugna Gary Francione, que apuesta porque los seres humanos no se relacionen para nada con los animales, y el intervencionismo, con representantes como Catia Faria, que plantea la modificación genética de las especies para que no haya sufrimiento animal.
Concluye Puleo que el ecofeminismo animalista sostiene que “los animales no humanos (o simplemente los otros animales, como los nombra Velasco) son extraordinaria compañía en nuestro viaje por la vida”.