El Centro de Arte Alcobendas acoge desde ayer 12 de febrero y hasta el 4 de mayo la exposición Chillida. Poesía es construcción. La muestra -que forma parte de la programación del centenario del nacimiento de Eduardo Chillida- explora la obra del artista vasco desde un enfoque filosófico y trascendental, abordando una de las paradojas que más frecuentemente aparecen en su obra: la tensión entre poesía y construcción. Chillida. Poesía es construcción ha sido producida por el Centro de Arte Alcobendas con la colaboración de la Fundación Eduardo Chillida – Pilar Belzunce y Chillida Leku y comisariada por el historiador de arte y escritor Carlos Martín.
La exposición, que es la más relevante dedicada al escultor en la Comunidad de Madrid con motivo de su centenario, ha contado con el apoyo del equipo de exposiciones de Chillida Leku y se compone por un total de 106 piezas: 45 esculturas, 24 dibujos, 10 libros de artista y 27 gravitaciones, que se podrán ver hasta el próximo 4 de mayo de 2025. Las obras proceden de las colecciones de Chillida Leku, que ha prestado en total 82 piezas, Colección Telefónica, Colección Banco de España, Fundación ICO, Galería Elvira González y diversas colecciones particulares.
Busca acercar el discurso de Chillida a nuevos públicos, así como aportar una nueva perspectiva a los que ya están familiarizados con su obra. Para ello, recorre su trabajo pionero en hierro de la década de 1950, las gravitaciones, porcelanas y lurrak (tierras), el subgrupo de las casas (como La casa del poeta III o La casa de Goethe, ambas de 1981) y obras tardías en alabastro relacionadas con su proyecto de Tindaya, como Lo profundo es el aire XV (1995).
En este sentido, la muestra incluye tres piezas del conjunto de obras a las que el artista otorgó ese mismo título, tomado de un verso de Jorge Guillén que, para el escultor, llegó a cobrar la dimensión de un manifiesto. Esto ayuda a comprender a un Chillida íntimo, cercano a los poetas, no sólo personalmente sino, especialmente, en su manera de fijarse y emular su modo de crear, su construcción de la escritura. Además, la muestra contiene un foco especial en otro Chillida insólito, el que, junto a la abstracción, mantiene un interés por la figuración y el cuerpo humano.
Entre esas paradojas y tensiones destaca el citado binomio poesía-construcción: entre la levedad y el peso, el hueco y la masa, la materia y el espacio, el negro y el blanco, la explicitud y la polisemia se mueven la poesía y la escultura. Para el comisario de la muestra, Carlos Martín, la tensión entre poesía y construcción es “una bipolaridad solo aparente, pues ambos conceptos resultan complementarios en su obra, situada siempre entre lo ingrávido y lo sólido, entre lo discursivo y lo silencioso”.
La poesía como paradigma: escultura y libros de artista
“Sorprende cómo un artista cuya obra es ante todo no discursiva, no narrativa, desvela en sus márgenes una seducción constante hacia las palabras, hacia el campo literario y, más concretamente, al poético. Y viceversa, revela cómo el trabajo de la poesía y de la elaboración de un libro es también, como el de la escultura, una labor de ensamblaje y al mismo tiempo de destilación y desbastado”, añade el comisario. Indica, en definitiva, que la poesía es construcción.
La poesía en el trabajo de Chillida se ilustra a través de la combinación de obra escultórica y gráfica con una selección de libros de artista, como los que elaboró para acompañar versos de Jorge Guillén, Charles Racine, José Ángel Valente, Emil Cioran o Parménides, entre otros, así como otros más personales, en los que se recoge el pensamiento y la propia poética de Chillida, como Hommage à Johann Sebastian Bach (1997) y Aromas (2000).
En su conjunto, la muestra nos devuelve a un Chillida reflexivo, concreto y derivativo. La poesía se desvela, así como uno de los esquemas esenciales de Chillida a la hora de abordar su discurso plástico, una suerte de marco de pensamiento y de acción. En palabras del propio Chillida: “se puede actuar en campos muy variados, pero lo que emparenta el arte, lo que tienen en común todas las artes, es que están obligadas a presentar dos componentes que no pueden faltar: la poesía –es necesario que exista algo de poesía– y una dosis de construcción; si no, no hay arte”.