El Museo de Bellas Artes de Sevilla ha inaugurado la exposición con las cinco obras procedentes de sus colecciones de Luis Tristán (ca.1580/1585-1624), el discípulo más destacado de El Greco, quien se convirtió, a la muerte del maestro cretense, en el pintor más afamado de Toledo.
Con ocasión del cuarto centenario del fallecimiento de Luis Tristán, la pinacoteca sevillana exhibe en la Sala VI cuatro lienzos de forma circular (tondos) con santos franciscanos y una Inmaculada Concepción, considerada una de sus representaciones marianas más relevantes, que acaba de ser restaurada.
La consejera de Cultura y Deporte, Patricia del Pozo, ha señalado que «la muestra se enmarca en la labor de investigación y conservación del Museo, fundamental para que las piezas se mantengan en óptimas condiciones y se realicen estudios que profundicen en su historia y significado».
«La exposición pone el foco en uno de los más sobresalientes representantes de la pintura toledana de comienzos del siglo XVII y que, a tenor de las anotaciones que realizó en su ejemplar de las ‘Vidas’ de Vasari, pudo visitar Sevilla, lo que acaso facilitó la llegada de sus obras a la capital hispalense», ha explicado Del Pozo.
Además de los tondos de San Antonio de Padua, San Bernardino de Siena, San Luis, arzobispo de Tolosa y San Diego de Alcalá, originarios del convento sevillano de San Buenaventura, se exhibe la Inmaculada, de procedencia desconocida, y que ingresó en el Museo en 1960 gracias al legado testamentario de Juan de la Cámara Urzáiz.
El proceso de restauración de la Inmaculada ha permitido recuperar el vibrante colorido original de la pintura, en gran parte oscurecida por la oxidación de los barnices superficiales. «La limpieza ha dejado de nuevo al descubierto la cuidada luz dorada que envuelve a la Virgen, en la que el vistoso color carmín de la túnica resalta especialmente», ha destacado la directora del Museo, Valme Muñoz.
Durante el estudio técnico-científico de la obra, mediante rayos X y análisis estratigráficos de pigmentos, han aparecido interesantes evidencias de la presencia de figuras orantes en la parte inferior derecha de la composición, cubiertas actualmente por un repinte antiguo de un templete y vegetación que imita el paisaje del lado opuesto.
Este modelo de Inmaculada fue repetido por Tristán. Una pintura casi idéntica a la del Museo se encuentra en la parroquia de San Pedro Mártir de la localidad toledana de Santa Olalla, otra se conserva en la iglesia de Santo Tomé de Toledo y, recientemente, apareció una más en el comercio del arte, pero desprovista de elementos accesorios.
Luis Tristán, uno de los más destacados seguidores de El Greco, mantuvo una larga amistad con su hijo Jorge Manuel, cuyo retrato firmado por el maestro cretense es una de las joyas del Bellas Artes de Sevilla. Discípulo de Tristán fue el pintor de bodegones Pedro de Camprobín, nacido en Almagro (Ciudad Real), conocido miembro de la escuela sevillana. De él se expone también, en esta ocasión, una naturaleza muerta o bodegón, de hacia 1660, obra correspondiente a su etapa de madurez.