Directora de FUNIBER Chile estudia el papel de la crononutrición en la prevención del cáncer

La Dra. Vivian Lipari, directora de la Fundación Universitaria Iberoamericana (FUNIBER) en Chile, participa en un estudio que analiza cómo la sincronización de los patrones de alimentación con los ritmos circadianos pueden influir en procesos metabólicos, celulares e inflamatorios que están relacionados con la prevención o el desarrollo del cáncer.

Los ritmos circadianos, relojes biológicos que sincronizan los procesos fisiológicos y conductuales con el ciclo de luz y oscuridad de 24 horas, son esenciales para preservar la salud humana y equilibrar los sistemas del cuerpo. Este sistema, liderado por el núcleo supraquiasmático en el hipotálamo, coordina los relojes periféricos en órganos como el hígado y el tejido adiposo.  Entre las funciones de los ritmos circadianos destacan la regulación de los ciclos de sueño y vigilia, el metabolismo, las respuestas inmunes y los mecanismos de reparación celular. Esta sincronización permite a los organismos prever los cambios en el entorno y optimizar los procesos fisiológicos.

La alteración de dichos ritmos, conocida como desalineación circadiana, provocada por factores como el trabajo nocturno, horarios de sueño irregulares o exposición prolongada a luz artificial, tiene efectos perjudiciales en la salud, contribuyendo a un mayor riesgo de enfermedades crónicas, incluido el cáncer. Además, estudios recientes destacan que la dieta influye significativamente en la calidad del sueño, siendo un factor determinante tanto para su regulación como para la aparición de desajustes circadianos.

La relación entre ritmos circadianos y el cáncer ha sido ampliamente estudiada, destacando que procesos como la reparación del ADN, el ciclo celular y la apoptosis están bajo control circadiano. Su alteración puede causar inestabilidad genética y promover el crecimiento celular descontrolado. Aunque los mecanismos exactos aún se investigan, se cree que la disfunción del gen del reloj, junto con alteraciones metabólicas y hormonales (como inflamación crónica o secreción anormal de melatonina), puede influir en la tumorogénesis.

En este contexto, la crononutrición, un campo emergente, explora cómo la dieta y los patrones alimentarios interactúan con los ritmos circadianos. Este enfoque no solo se centra en el contenido nutricional, sino también el momento, frecuencia y regularidad de las comidas, destacando que el horario de alimentación es tan importante como lo que se consume. Los ciclos de alimentación y ayuno regulan los relojes periféricos, y su interrupción, como comer tarde, puede desregular el metabolismo y aumentar el riesgo de cáncer.

La revisión sistemática permitió conocer que los mecanismos que vinculan la crononutrición con el cáncer son diversos. A nivel celular, los genes reloj (como CLOCK, BMAL1, PER y CRY) son responsables de regular los ritmos circadianos, que son ciclos biológicos que siguen un patrón de 24 horas. Estos genes afectan procesos importantes en las células, como el ciclo celular (cómo las células crecen y se dividen) y la muerte celular programada, un mecanismo natural que elimina células dañadas o innecesarias. Cuando estos procesos se descontrolan, pueden contribuir al desarrollo del cáncer. Además, la crononutrición influye en la microbiota intestinal (los microorganismos que viven en el intestino), que también sigue un ritmo circadiano. Los horarios de alimentación afectan la composición y función de la microbiota, modulando procesos metabólicos e inflamatorios. Por ejemplo, una dieta alineada con los ritmos circadianos, es decir, que respete los horarios naturales del cuerpo, puede ayudar a reducir la inflamación crónica, que es un factor de riesgo conocido para el desarrollo del cáncer.

Aunque la evidencia sobre la relación entre crononutrición y cáncer aún es limitada, los hallazgos actuales subrayan su potencial como herramienta preventiva. Intervenciones que alineen los patrones de alimentación con los ritmos circadianos podrían mitigar los efectos adversos de la desalineación circadiana, optimizando procesos metabólicos y celulares que protegen contra el cáncer.

El estudio propone para futuras investigaciones centrarse en integrar la crononutrición con estrategias personalizadas de prevención y tratamiento del cáncer. Esto incluye determinar los momentos óptimos para comer, la frecuencia de las comidas y su composición, así como explorar cómo estas intervenciones pueden adaptarse a diferentes cronotipos y estilos de vida.

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