El Dr. Maurizio Battino, director de la Fundación Universitaria Iberoamericana (FUNIBER), en su sede en Italia, participó en un estudio que explora el papel de la dieta en la prevención de las afecciones del cerebro, destacando especialmente los frutos secos como posibles aliados en la lucha contra el deterioro cognitivo.
En un mundo donde la esperanza de vida sigue aumentando, las enfermedades relacionadas con el envejecimiento, como el deterioro cognitivo y las patologías neurodegenerativas, entre ellas la demencia, se han convertido en un desafío creciente para la salud pública. La demencia, caracterizada por un deterioro progresivo de funciones como la memoria, el lenguaje y la orientación, afecta a más de 55 millones de personas en todo el mundo y es una de las principales causas de discapacidad en adultos mayores. En muchos casos, la demencia comienza como un deterioro cognitivo leve que puede progresar a enfermedades como la demencia vascular o el Alzheimer.
En los últimos años, la relación entre la dieta y la función cerebral ha despertado un gran interés científico. Los patrones dietéticos saludables, como la dieta mediterránea, han mostrado asociaciones prometedoras con la salud cognitiva, gracias a su capacidad para combatir el estrés oxidativo y la neuroinflamación, factores clave en el desarrollo de enfermedades neurodegenerativas. Este tipo de dieta, rica en alimentos de origen vegetal como frutas, verduras, legumbres, aceite de oliva y frutos secos, aporta nutrientes esenciales como grasas saludables, vitaminas antioxidantes y fitoquímicos. Estos compuestos no solo favorecen un perfil antiinflamatorio en la microbiota intestinal, sino que también tienen efectos directos en el cerebro, promoviendo la salud vascular, contrarrestando la neurodegeneración y mejorando la función cognitiva.
Entre los componentes individuales de la dieta mediterránea, los frutos secos han recibido especial atención debido a su perfil nutricional único. Este grupo de alimentos, que incluye nueces, almendras, pistachos, avellanas y otros, es rico en ácidos grasos monoinsaturados y poliinsaturados, fibra, vitaminas y polifenoles, todos ellos con beneficios potenciales para la salud en el envejecimiento. Además, el consumo de frutos secos se ha asociado con mejoras en parámetros cardiometabólicos, como la reducción del colesterol LDL y el riesgo de enfermedades cardiovasculares, lo que sugiere un posible papel en la prevención de la demencia vascular y el deterioro cognitivo.
Frente a este panorama, el estudio en el que participa el Dr. Battino, analizó la relación entre el consumo de frutos secos y el estado cognitivo en adultos mayores del sur de Italia. El estudio, que incluyó a 883 participantes mayores de 50 años, utilizó cuestionarios alimentarios y evaluaciones cognitivas para analizar los efectos de la ingesta de frutos secos. Es crucial identificar estrategias para prevenir el deterioro de la salud y mejorar la calidad de vida en esta población.
Resultados relevantes
Los resultados mostraron que una mayor ingesta total de frutos secos se asocia con un menor riesgo de deterioro cognitivo. Sin embargo, no se identificaron beneficios específicos relacionados con un tipo particular de fruto seco, lo que sugiere que los efectos positivos podrían deberse al consumo general de este grupo de alimentos.
Desde un punto de vista fisiológico, los frutos secos podrían influir en la salud cerebral a través de varios mecanismos. Por ejemplo, los ácidos grasos omega-3 presentes en las nueces, como el DHA y el EPA, son esenciales para la estructura y función de las membranas neuronales, además de poseer propiedades antiinflamatorias y antioxidantes. Estos compuestos también favorecen la plasticidad sináptica, mejoran el flujo sanguíneo cerebral y promueven la neurogénesis, procesos fundamentales para el aprendizaje y la memoria.
Además, los compuestos fenólicos presentes en los frutos secos han demostrado atravesar la barrera hematoencefálica, donde actúan inhibiendo vías inflamatorias y reduciendo la acumulación de beta-amiloide, una proteína asociada con el Alzheimer. También se ha observado que estos compuestos pueden modular la microbiota intestinal, promoviendo un perfil antiinflamatorio que beneficia tanto al intestino como al cerebro.
El consumo de frutos secos podría ser una herramienta accesible y efectiva para promover la salud cerebral en una población envejecida. Aunque aún queda mucho por investigar, los resultados actuales sugieren que incluir frutos secos en la dieta, como parte de un patrón alimenticio saludable, podría contribuir a reducir el riesgo de deterioro cognitivo y enfermedades neurodegenerativas. En un contexto donde la prevención es clave, estos pequeños alimentos podrían marcar una gran diferencia en la lucha contra el envejecimiento cerebral.
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