Enviados estadounidenses llegaron a Siria para mantener conversaciones directas con los nuevos gobernantes de facto liderados por el grupo armado Hayat Tahrir al Sham (HTS)*. Se trata de la primera misión oficial del país norteamericano que llega a Damasco desde la caída del Gobierno del presidente Bashar al Assad, informó el viernes el Departamento de Estado de EE.UU., citado por Reuters.
El grupo está conformado por la jefa de la diplomacia estadounidense para Oriente Medio, Barbara Leaf; el enviado presidencial para Asuntos de Rehenes, Roger Carstens; y el recientemente nombrado asesor principal Daniel Rubinstein, quien ahora liderará las tareas del Departamento de Estado en Siria.
«Estarán en contacto directo con el pueblo sirio, incluidos miembros de la sociedad civil, activistas, miembros de diferentes comunidades y otras voces sirias sobre su visión para el futuro de su país y cómo Estados Unidos puede ayudar a apoyarlos», afirmó un portavoz del organismo.
Según el vocero, «también tienen previsto reunirse con representantes de HTS para discutir los principios de transición aprobados por Estados Unidos y sus socios regionales en Áqaba, Jordania».
Se detalla que los funcionarios discutirán con HTS un conjunto de principios como la inclusión y el respeto a los derechos de las minorías que Washington quiere que se incluyan en la transición política de Siria.
Asimismo, la delegación trabajará para obtener nueva información sobre el periodista estadounidense Austin Tice, que fue tomado prisionero durante un viaje de reportería a Siria en agosto de 2012, y otros ciudadanos estadounidenses desaparecidos.
«La visita se produce en un momento en que los Gobiernos occidentales están abriendo gradualmente canales de comunicación con HTS y su líder, Ahmed al Sharaa [conocido antes por su nombre de guerra Abu Mohamad al Julani], y están empezando a debatir si se debe o no retirar la designación de terrorista al grupo», observa la agencia.
*Entre los países que consideran a Hayat Tahrir al Sham como grupo terrorista figuran EE.UU., Turquía, Rusia e Irán, así como las Naciones Unidas. Hace unos años, Washington ofreció una recompensa de 10 millones de dólares por su líder.