Centro de Vuelo Espacial Goddard. Maryland. Estados Unidos. A más de 6.000 kilómetros de la Universidad de Alcalá (UAH) trabajan tres de sus ex alumnos: Fernando Carcaboso, Víctor Ruiz y David Guzmán.
El punto de unión entre los tres es Teresa Nieves-Chinchilla, doctora en Física por la UAH e investigadora en astrofísica en la División de Ciencias en Goddard donde lleva trabajando casi 20 años. Gracias a ella estos tres profesionales están desarrollando su carrera en distintos departamentos de la NASA.
Con motivo del evento de COSMOS UAH, la Bienal Internacional del Espacio que despegará el próximo viernes, estos tres profesionales relatan su experiencia en las aulas de la Universidad de Alcalá y cómo han sido sus pasos hasta conseguir su sueño: trabajar junto a la élite internacional de la investigación espacial.
FORMACIÓN EXIGENTE
Fernando Carcaboso estudió el Grado en Ingeniería en Electrónica y Automática Industrial en la Escuela Politécnica. El último año no le quedó más remedio que compaginarlo con el Máster en Ciencia y Tecnología del Espacio de la UAH. ¿La razón? Suspendió la asignatura de Instrumentación Electrónica, como el mismo reconoce. Un retazo de su biografía que, curiosamente, comparte con sus otros dos compañeros de viaje con destino a la NASA. También una muestra de la exigente formación de excelencia que reciben en este campo los estudiantes de la UAH.
“Soy la primera generación del Plan Bolonia y comencé a trabajar con Raúl Gómez Herrero y Javier Rodríguez-Pacheco gracias a una beca de iniciación a la investigación para estudiar electrones en el interior de nubes magnéticas”, detalla Fernando. Ahí empezó el camino que le llevó a la NASA gracias a su beca posdoctoral trabajando con datos del instrumento Energetic Particle Detector de la misión Solar Orbiter, misión para la observación del Sol en una órbita que en su perihelio está más cerca de nuestra estrella que Mercurio y que lanzó la Agencia Espacial Europea (ESA) en 2020 con la colaboración de la propia NASA.
El desempeño de Fernando en dicha misión, en la que también participa la Universidad de Alcalá a través del grupo SRG-UAH, que ha liderado el desarrollo del instrumento EPD, es analizar la influencia que tiene un tipo de electrones conocidos como supratermales sobre la topología del campo magnético interplanetario. Esta beca es muy difícil de conseguir, como comentan sus colegas, ya que son de difícil acceso para ciudadanos no americanos.
Eso es justo lo que más le gusta a Fernando de trabajar en NASA, que es un centro internacional, donde “lo que menos hay son americanos”. Y añade: “Trabajo con gente de India, Japón, China y de todos los países de Europa”. Y es muy feliz en un entorno tan privilegiado, pero reconoce sentir nostalgia de Alcalá: “Echo de menos no poder ir al centro a tomarme una cerveza y volver andando a casa”.
INVESTIGANDO EL ORIGEN DE LOS PLANETAS
A la NASA llegó también David Guzmán en busca de una de las muchas oportunidades laborales que ofrece. En principio iba solo para 6 meses, pero ya lleva allí 15 años. Ahora es funcionario e ingeniero eléctrico de sistemas en la Agencia, pero hasta llegar ahí ha estado “entrando y saliendo de la universidad, compaginando los estudios con experiencias profesionales y trabajando en distintos sectores”.
David estudió Ingeniería Técnica Telemática y durante dos años compaginó el trabajo con los estudios para completar el segundo ciclo de lo que era entonces Ingeniería de Telecomunicación. Después de eso, cursó el Máster de Tecnologías de Información de las Comunicaciones para optar a tener al título de doctor, que fue el que le abrió las puertas de Estados Unidos para hacer una estancia predoctoral. “Un día estaba con mi mujer en el sofá viendo el programa Madrileños por el mundo y apareció Teresa Nieves-Chinchilla. Dos semanas después estaba trabajando en NASA gracias a ella”, recuerda.
Actualmente trabaja en el NASA Goddard Space Flight Center, “uno de los centros de investigación más grandes que tiene la agencia”. Como subraya el propio David, “lo que tiene de especial este centro es que está dotado con todas las características y el personal necesarios para desarrollar completamente un satélite”.
Concretamente, David trabaja en el proyecto Lisa, en el que colaboran la NASA y la ESA desarrollando un sistema láser y distintos telescopios. El objetivo de esta misión es investigar y descubrir más acerca de las ondas gravitacionales, lo que ayudará a entender el origen de los planetas.
UN SATÉLITE DE PRINCIPIO A FIN
A ellos se une Víctor Ruiz que, como David, también lleva más de una década trabajando en la NASA. Estudió Ingeniería Industrial en la UAH y su tutor del Trabajo Fin de Grado fue el profesor Óscar Rodríguez Polo, quien le abrió las puertas para estudiar un máster. Por entonces no existía aún en la UAH el posgrado dedicado al estudio del Espacio, así que se decantó por la electrónica.
“Las carreras que hemos estudiado en la Universidad de Alcalá nos han abierto puertas porque son muy transversales”, afirma Víctor. “A veces piensas ¿por qué tengo que saber de matemáticas o de programación de este lenguaje si no lo voy a usar? Pero cuando empiezas a trabajar todo hace clic”, continúa. Es precisamente por esa transversalidad por la que los titulados españoles están muy cotizados en este campo a nivel internacional.
“En agosto de 2009 vine a NASA para un periodo de ocho meses. Me volví a España a investigar al grupo de investigación SRG-UAH y cuando terminé el máster me surgió la posibilidad de regresar a la NASA a través de un amigo que también conocía a Teresa”, explica. “Desde ese momento he trabajado en temas espaciales y para bastantes satélites dentro de la Agencia”, concluye.
Aunque primero comenzó a trabajar con globos aerostáticos de alta altitud, los famosos High Balloons, su expertise le abrió puertas en un proyecto con el Departamento de Defensa. Como explica Víctor, lo que más le llama la atención de la NASA es que, “trabajando para la parte de ingeniería de vuelo, estás involucrado desde el principio en todas las fases de la misión: desde los requerimientos iniciales hasta la puesta en marcha y el lanzamiento del satélite”.
Pero también, vivir fuera de tu país de origen conlleva sus dificultades. “Gracias a la urgencia del trabajo relacionado con la Defensa obtuve la green card de forma urgente”, detalla Víctor, que enfatiza lo difícil que es obtener esa Tarjeta de Residencia Permanente.
“Una de las cosas más complicadas de gestionar es el tema de los visados. Se suele entrar en Estados Unidos con una visa de intercambio de estudiantes que solo permite trabajar para la empresa con la que la universidad tenga el acuerdo. Si ese acuerdo se rompe, tienes que abandonar el país”, añade también su compañero David. Eso fue lo que le pasó a él en 2012. Justo cuando presentó su tesis doctoral, se quedó sin trabajo, y para conseguir la green card tuvo que escribir un documento y recopilar cartas de recomendación para demostrar que podía hacer la misma labor que un ciudadano americano.
Pero a pesar de las dificultades y del cambio de modelo de la agencia hacia la subcontratación, a la pregunta de ¿volveréis a Alcalá? La respuesta de los tres es unánime: “no”. Al menos no en un futuro próximo. Pero al menos seguirán llevando la bandera de la Universidad de Alcalá por uno de los entornos científicos más exigentes del mundo.