Texto: Alberto Martín, Fotografía: Jesús de Miguel – 3 mar 2025 13:08 CET
Antes que profesor universitario, antes que cooperante, incluso antes que periodista en una agencia de noticias, Fernando Eutiquio Nuño-Santana fue fotógrafo. Era su vocación. Se recuerda mirando siempre fotos, sobre todo bélicas, realizadas por su venerado equipo Magnum. Sus vacaciones, siempre que podía, tenían por destino algún lugar donde se hubieran disparado aquellas instantáneas. “En los últimos años -cuenta, sentado en su despacho del Departamento Relaciones Internacionales e Historia Global de la Facultad de Políticas y Sociología– he tratado de darle un perfil de estudio científico a todo esto y he realizado un análisis de fuentes primarias de información sobre imágenes icónicas de la Historia para saber cuánto de verdad, propaganda o desinformación hay en algunas de esas fotografías que un día influyeron en la toma de decisiones importantes y en la sociedad civil contemporánea”.
Su investigación parte de un claro convencimiento: “El impacto que imágenes icónicas del fotoperiodismo tiene en la Relaciones Internacionales es indudable. Muchas decisiones políticas y militares de alto nivel se han visto influenciadas en el siglo XX y XXI por la afectación emocional que esas imágenes han causado a los tomadores de decisiones o, en definitiva, a quienes tenían la capacidad de parar guerras o establecer acuerdos para frenar crímenes internacionales especialmente graves”. Fotografías como la de la niña vietnamita que corre desnuda tras un bombardeo con napal de la aviación estadounidense, y que supuso el principio del final de aquella guerra, o las instantáneas de la guerra de Kosovo en los 90 que conllevaron una reacción social sin precedentes, son solo algunos ejemplos de las imágenes a las que se refiere el profesor Nuño-Santana, y que están incluidas en su investigación.
La investigación ha transcurrido en cinco países (España, Estados Unidos, Francia, Italia y Vietnam), que ha visitado durante cinco años, realizando trabajos de campo y transectos. El último de esos viajes lo realizó a Nueva York, donde revisó aproximadamente 4.000 negativos, fotografías originales, documentos y correspondencia personal de algunos fotógrafos de la Agencia Magnum como Robert Capa, Henri Cartier-Bresson, David Seymour, Maria Eisner y Rita Vandivert, que se hayan en el depósito del Centro Internacional de Fotografía (ICP por sus siglas en inglés).
– Me interesa no solo la imagen, sino el antes y el después, porque ayuda a entender todo el proceso, y también los mensajes secundarios que hay en la fotografía; no solo lo impactante, que remueve emociones, conciencia y sitúa la gente a favor o en contra de una situación, sino también otros mensajes secundarios te dan mucha información y en algunos casos son mensajes universales. Cuando vemos una foto, cada uno tenemos nuestra mochila vital, ideológica, que nos hace interpretar esa foto de una forma y no de otra. Los mensajes secundarios, que son más subliminales, al final son más influyentes que los principales. Por ejemplo, en la fotografía Miliciano caído, de Robert Capa, lo primero que ves es un combatiente republicano cayendo. Es decir, ves una república herida de muerte a la que hay que ayudar. Ese en el mensaje que se quiso transmitir desde la prensa de izquierdas durante la guerra civil, para que la Unión Soviética o Francia apoyaran. Pero hay otros mensajes secundarios: va en alpargatas, sin casco, con un fusil básico. No solo era una lucha entre la democracia y una potencial dictadura militar, sino de gente desarrapada en alpargatas, sin casco… luchando por unos ideales. Son mensajes secundarios de rango universal. Son los que realmente tenía impacto en la sociedad civil y también en los líderes políticos.
Sus largas jornadas de visionados de imágenes en el ICP de Nueva York, han permitido al profesor Nuño-Santana abrir otras vías de investigación que se apartan un tanto de la línea principal. Tanto es así que no descarta que junto al trabajo principal del que saldrá un libro o artículo de investigación, pueda publicar otros sobre aspectos más específicos.
– Me ha llamado mucho la atención cómo se ha borrado de la historia de la fotografía a Gerda Tardo. Ella junto a Endre Ernö Friedman eran un tándem que creó la marca Robert Capa, que eran los dos. Tras su muerte en nuestra Guerra Civil, Magnum para proteger a Capa (Friedman, ya para siempre conocido como Capa) y dado que ella era comunista, borró su identidad, su obra. En el ICP se puede comprobar como hay fotos que tienen borradas por detrás su nombre. Hasta hace unos 15 años, cuando el hermano de Capa encarga una investigación exhaustiva para saber qué fotos eran de su hermano y cuáles de Gerda, no se ha vuelto a dar importancia al trabajo de Gerda Tardo, que puede decirse que fue la primera mujer fotoperiodista de guerra.
– ¿Es posible que la fotografía Miliciano caído la realizase Gerda Tardo, como desde hace un tiempo se viene especulando?
– Yo tengo mi propia versión, que aún no he podido demostrar científicamente, pero sí, creo que la foto del miliciano en realidad la hizo Gerda Taro. Está demostrado que intercambiaban sus cámaras en momentos distendidos, pero cuando estaban en el frente cada uno utilizaba la suya, Robert su Leika y Gerda su cámara réflex Korelle. El negativo lo dice todo. El de la Leyka es rectangular y el de la rolleiflex es 6×6, cuadrado. La foto del miliciano por mucho que la recorten es cuadrada. Quedan 3 de los originales que positivó Chim (David Seymour) en París, uno está en el MOMA; otro, el que he tenido en mis manos, en el ICP, y otro lo subastó Sotheby’s y creo que lo tiene un millonario austriaco. Ahí se ve claramente que esa foto se hizo con la rolleiflex. Que se podían haber cambiado la cámara, puede ser, pero no era lo que hacían. Ellos se podían cambiar las cámaras dando un paseo por Barcelona o por Madrid, pero nunca cuando estaban en el frente de guerra. Y yo diría que hay otros indicios. Por ejemplo, ese negativo fue cortado del resto. Esto era relativamente habitual, porque a veces se vendía a los medios el negativo. Pero el caso es que desapareció y no tuvo repercusión hasta tiempo después. En este tiempo Capa no hizo nada para que lo tuviera. Son indicios que hay que demostrar, obviamente, pero que a mí me llevan a la intuición, previa al análisis científico, de que la foto la hizo ella.
– Otro debate que sigue ahí es si la foto es real, es decir si en realidad el miliciano muere en ese momento…
– Hay que analizar el antes y el después. Si ves las fotos de antes se ve claramente que fue una teatralización de unos soldados republicanos. Hacían falta fotos del frente de Córdoba para la prensa internacional. Estaba ahí el frente anarquista, que era muy visual al ir en alpargatas, gorras… Está demostrado, como digo, que era una teatralización con objetivo de propaganda. Pero otra cosa es lo que pasó con los dos milicianos que supuestamente cayeron. Sobre la veracidad de la muerte del miliciano; parece un poco raro que una columna de la guardia mora que estaba por allí, abrió fuego desde no sé cuántos kilómetros de distancia y acertara a dos al mismo tiempo y en el mismo sitio. Vamos, todo un cruce de planetas. Ya se han hecho análisis sobre ello, con peritos, policías, etc, sobre si era real la caída, que a mí me parece poco creíble, tampoco se ve ningún indicio de herida… Después Capa, en varias entrevistas que le hicieron, dio versiones contradictorias sobre la fotografía…
– Vamos que lo que más posible es que fuera un montaje…
– Al final de todo esto, y mira que he investigado el tema, no es que me dé igual, pero no es lo relevante. Lo relevante es el impacto que tuvo esa foto, fuera verdad o mentira. Manipulación, desinformación, propaganda, la estamos viviendo todos los días mil veces, y ahora, muchísimo más, porque ahora entre la IA y el Photoshop, te puedes inventar fotografías de lo que quieras. Lo importante es que la potencia emocional de las fotos las pone a veces por encima de la verdad. Como periodista que he sido, pienso que hay que decir la verdad, o lo que tú crees que objetivamente se acerca a la verdad; la verdad no existe, y claro, manipular a la gente con una crónica o una foto, a mí no me gusta, pero entiendo que esa foto transciende todo esto y al final se sitúa por encima del bien y del mal, y la interpretación es libre; el resto al final son interpretaciones interesadas. El impacto fue inapelable, eso es lo importante.