Cristina Rota: «Más poesía y menos redes»

SÁBADO 21 DICIEMBRE / 20.00.
Auditorio Pilar Bardem. 5,50-11 euros (ver descuentos).

Compra: web entradas.rivasciudad.es y taquilla. Se puede pagara con el Bono Cultural Joven.

Cristina Rota (La Plata, Argentina, 1945) tiene un discurso tan sereno como diáfano. Está a punto de cumplir los 80 y, sin embargo, se sigue subiendo a los escenarios con un objetivo claro: “Que el sistema no nos venza”. En este montaje lo hace con sus dos hijas, María Botto y Nur Levi, con las que rinde homenaje a la poetisa argentina Alfonsina Storni, a quien empezó a conocer de niña gracias a su madre. Storni fue una rebelde de su tiempo – “una sediciosa”, se atreve a decir Rota–, que sufrió el machismo de algunos compañeros de oficio, como Borges, y en cuya obra hay “una llamada a lo salvaje, a lo libre”. La Escuela de Cristina Rota tiene también sede en Rivas, gracias a un convenio que mantiene vigente desde hace 2013: “Esperemos que nadie interrumpa un proceso tan precioso, tan militante y tan necesario para la libertad de pensamiento”.

¿Cómo ha sido el trabajo de investigación en la figura y en la obra de Alfonsina Storni?

El trabajo de investigación es muy largo, porque yo empecé con ella cuando era una niña. Me la presentó mi madre cuando no tenía más de ocho años. La fui conociendo poco a poco. Ella era de la misma generación de Lorca, del 27, junto con Oliverio Girondo. Parece mentira, han pasado más de cien años y nos sigue haciendo preguntas incómodas y también sanadoras. Es una intelectual que observa, examina, inquiere y hace hipótesis. Hay un profundo trabajo de investigación con respecto a ella y a toda su generación: Gabriela Mistral, en Chile; Juana de Ibarbourou, en Uruguay; y Alfonsina, que era de un cantón suizo en Italia. Era inmigrante y sabía mucho de profesoras emigradas, de médicas, habla de huelguistas y, sobre todo, pone en duda inquisitoriamente la noción de democracia.

Los temas de la literatura suelen ser universales, pero ¿sigue teniendo vigencia su obra?

Claro, por eso te decía que, después de cien años, de repente se nos revela con preguntas muy profundas sobre humanismo, que es lo que significa el feminismo. Era una pedagoga, quizás una sediciosa.

Podemos decir que Storni fue una rebelde de su tiempo, cuando no era nada fácil serlo.

Muy rebelde, tanto que Borges dijo que sus versos no eran más que “chillonería de compadrita”.

Machismo literario, en este caso.

Absolutamente. Ella era como una oveja descarriada, como ella misma dice en uno de sus poemas, a lo que responde: “Me da igual, los hombros encogí”. Hay una llamada a lo salvaje, a lo libre y, sobre todo, a tirar abajo las rejas del patriarcado que pone las normas. Utilizó una estrategia extraordinaria: hacer de caballo de Troya. Para ello se metió en periódicos oficiales, que en realidad eran como el enemigo.

Escribía con pseudónimo.

Al principio sí. Luego, cuando fue más conocida, empezó a firmar con su nombre. Los artículos eran demoledores, demostrando que el feminismo es humanismo, no es discriminatorio de nada.

Hay un verso de ‘Van pasando mujeres’ que la define muy bien: “Cada día que pasa, más dueña de mí misma”.

Es una definición perfecta. Por eso digo que es una mujer que todo el tiempo hipotetiza y compara, tiene una visión global del mundo para situarse luego en el sitio donde está, Argentina.

En su obra, la mujer dejó de ser solo un mero objeto de deseo del hombre.

Hacía salir del gueto a la voz lógica de lo femenino, que era como inferior, en contraposición a lo masculino, lo superior, dueño de la democracia. En esa época, esto era muy sedicioso y subversivo. Se la puede poner como la poetisa del amor, pero lo es del amor universal. Tiene una visión universal.

Cuántas mujeres han quedado olvidadas en la historia: en el mundo de la literatura, de las artes, de la ciencia…

Muchas. Ella dice “van pasando mujeres”, pero no, van saliendo. Lo interesante de ella es que no cuenta lo manifiesto, lo evidente, que es lo que pasa mucho en nuestra sociedad, sino lo latente, lo profundo, lo que va por debajo en una sociedad. Lo que no nos cuentan. No se dejaba manipular por el cuentito del sistema. Ella encara la problemática de las relaciones sexo-afectivas, que también lo son de poder, de desigualdad, y en las que, en el sufrimiento, se supone que la mujer se debe sentir atraída y amar. En realidad, es amar a quienes, en un grado u otro, nos oprimen.

Comparte escenario con sus hijas, María Botto y Nur Levi. ¿Eso facilita o dificulta el trabajo sobre las tablas?

Nos conocemos mucho, ya no digo en la vida, sino en el trabajo. Desde muy pequeñitas, me vieron trabajar y venían a las clases de niños, después de adolescentes y de adultos. Estamos muy acostumbradas a vernos en nuestra individualidad. Nur tiene una personalidad muy diferente a la mía, única, y también diferente a María. María también se discrimina de mí y yo de ellas. Es una relación fantástica, porque además se mezcla un afecto muy profundo y un amor por la misma tarea, un amor por la poesía y los poetas, por todos aquellos que revelan verdades y están comprometidos con la sociedad en la que viven. Compartimos una misma pasión.

¿Qué importancia tiene la música en el montaje?

A la música le doy importancia en todo. Es algo esencial, una sustancia única. Con Alejandro Pelayo, que ya trabajó con nosotros en el homenaje a Whitman, escogí precisamente a Debussy, porque Alfonsina, cuando ya decide suicidarse por el cáncer, habla mucho a lo Debussy. Le gustaba mucho. Escogí también ‘Un claro de luna’ y ‘Para Elisa’, de Beethoven. Alejandro hizo unas maravillosas variaciones sobre el mismo tema. Y lo que inaugura todo es un tango, por supuesto.

¿Cómo va la Escuela Cristina Rota de Rivas Vaciamadrid?

Muy bien. Esperemos que nadie interrumpa un proceso tan precioso, tan militante y tan necesario para la libertad de pensamiento y de expresión. Es muy bonito el proceso y lo que pasa con la gente.

Está siendo una relación duradera, en todo caso.

Es un noviazgo que ya pasó a una especie de compromiso muy interesante. Fue una iniciativa extraordinaria, como casi todos los aciertos que han tenido en Rivas en los últimos años. Hay que apostar mucho por la niñez y por la adolescencia, por la educación. Ahí está la base de todo.

¿Cómo vienen las generaciones jóvenes? ¿Hay relevo?

Hay que trabajar mucho para que no nos venzan con las redes, para que el sistema no nos venza con esta cosa del estado de bienestar que se basa en tener objetos, comprar objetos y pensar poco. Hay que bregar por el pensamiento, por la poesía, por nuestros poetas, por nuestra identidad, por tener una memoria emotiva, sensorial, que es la  base de nuestra identidad.

¿Cómo vive la situación política de su país?

Fatal, como siempre. Se dan cinco pasos para delante y tres para atrás. Esa es la historia. Pero como decía Machado al final de su exilio, quizás ellos venzan un rato o han ganado una batalla, pero a la larga tenemos que intentar recuperar y ser los vencedores. Hay que seguir luchando. Esperemos que venza la razón, como decía Unamuno.