Conchita: «Es muy difícil crecer con tu público y tener credibilidad»

APERTURA FERIA DEL LIBRO: CONCHITA + ‘TRASPATAS Y OLIVIA’
VIERNES 25 ABRIL / 17.30.
Presentación del cuento y concierto.
Carpa Feria del Libro. Al lado de la biblioteca Gloria Fuertes.

Una generación ha crecido con su música. Se ha hecho mayor, ha tenido prole y ahora acude con ella a sus conciertos. Así lo observa ella desde el escenario, testigo de una evolución que ha ido a la par con la suya propia. De cantarle a los desencuentros amorosos a dedicarle unas letras melódicas a su hijo en un trayecto evolutivo en compañía de ese público que ha caminado de los 20 a los 40 años.

Ella es Conchita (45 años), cantautora que comenzó a despuntar en locales míticos de la noche madrileña como el Montacargas, el Búho Real o el Libertad 8 junto a una floreciente tribu de la canción de autor que permanece. Con dos representantes de aquellos tiempos acude Conchita a la Feria del Libro de Rivas, Marwan y Andrés Suárez. Ella viene el viernes 25 de abril (17.30) para presentar ‘Trespatas y Olivia’, un cuento infantil al que la cantautora ha dado vida en forma de ocho canciones.

Dirigido a la infancia de 3 a 8 años, Conchita se alió con la ilustradora Amparo Fontanet y, juntas, alumbraron esta historia sobre valores y amistad que se completa con una propuesta de actividades familiares. Un proyecto que en esta fase vital que atraviesa Conchita responde a sus intereses. Y dado su éxito reciente, “se están vendiendo muchos libros”, reconoce en esta entrevista, parece que también a los de su público.

¿Cómo surge este abrazo entre su música y el cuento ilustrado de Amparo Fontanet?

Conocí a Amparo hace ya unos años en clases de claqué. Ella estaba todo el rato dibujando a estos personajes [Olivia y Trespatas] y siempre tenía en mente hacer una novela infantil o un cuento con ellos. Yo tengo un niño de 6 años, y llevaba tiempo pensando hacer canciones infantiles. Tengo un público de 30 años para arriba y de 10 años para abajo. Vienen familias enteras y tengo letras que los niños cantan sin entender bien lo que dicen. Cuando conocí a Amparo le propuse hacer algo juntas: un cuento al que ponerle canciones. Incluso pensamos en un musical pero al final salió el cuento con cinco canciones que luego alargamos con el tiempo a ocho. Ha sido una experiencia muy bonita.

¿Cómo fue el proceso de crear melodías inspiradas en dibujos?

Yo componía las canciones según me mandaba Amparo la historia. La íbamos mejorando y surgían más temas. Lo construimos poco a poco. Ella vive en Miami, y con el horario al revés se despertaba con mis mensajes. Ha sido muy largo, porque al final yo sigo con mis conciertos y había que buscar el hueco. Empezamos en la pandemia a hablarlo y nos salvó a las dos porque tener un proyecto nuevo te ofrece ilusión y ganas.

“Pararte, respirar y llenarte de posibilidades, como dice Trespatas, es la base para la felicidad”

¿Qué devolución del público están obteniendo?

El público infantil es muy agradecido, lo acogen muy bien. Ahora estamos preparando un concierto con una historia que va pasando alrededor. Será un espectáculo bonito. Y estamos vendiendo muchos libros. El boca a boca funciona mucho en los cuentos infantiles. Y ‘Trespatas y Olivia’ ayuda mucho a gestionar sus emociones, también a padres y madres que a veces se nos olvida y cuando estamos criando en ocasiones es muy difícil no perder la paciencia, frenar un poco y buscar soluciones antes de ponerte nerviosa. Este cuento habla de eso, de buscar soluciones con tu creatividad. Que no digan ‘esto no lo sé hacer’, ‘me enfado y lloro’. Pararte, respirar, llenarte de posibilidades, como dice Trespatas, y buscar soluciones es la base para la felicidad.

Una reflexión necesaria en estos tiempos acelerados en que tendemos a buscar el ‘tip’ rápido a los problemas.

Sí. Yo creo que para todos. Incluso los adultos a veces nos ofuscamos en hacer una cosa de una manera aunque no nos salga. Pues igual tienes que probar otra forma de hacer aunque sea más difícil y te cueste, pero puedes encontrar soluciones en ti. Al final del cuento hay actividades divertidas para hacer con ellos, y sin pantallas, que es algo que me obsesiona. Creo que es una historia bonita con sus actividades y canciones que luego puedes seguir escuchando.

Tras esta experiencia melódica en la literatura infantil, ¿seguirá explorando esta senda?

Si te soy sincera, durante un tiempo me daba miedo que me encasillaran pero ahora me da todo igual; quiero divertirme y hacer cosas bonitas que pueda compaginar, aunque al final todo es hacer música, solo es otro público. Ahora tengo un niño de 6 años y me apetece esto, pero a lo mejor dentro de 10 años ya no me veo allí. Mientras, está siendo una experiencia muy bonita. El otro día fui al cole de mi niño a cantar las canciones y a leerles el cuento. En este momento me apetece mucho acercarme a ese mundo imaginario y bonito de los niños.

¿Qué le dicen hoy el nombre de estos dos locales madrileños, el Montacargas y el Búho Real?

El Montacargas fue el primer sitio donde canté mis canciones. Me tomé ocho valerianas y no sentí nada. Estaba histérica. Le tengo mucho cariño por ser la primera vez. Estaba muy lleno porque vinieron todos, amigos y familia. Ahora me gustaría verme porque tengo la sensación de que era otra persona; muy tímida, me daba mucha vergüenza mirar al público y eso que era mi gente. Fue una experiencia increíble. Y el Búho Real era donde tocaba todos los meses. Además vivía encima, en la 2º planta de ese edificio. En esa etapa me lo pasé muy bien. Me dices ‘el Búho Real’ y sonrío.

En tiempos del trap o el reguetón, ¿es difícil mantenerse con la canción de autora?

Cada cual tiene su experiencia. Yo no puedo hacer otra cosa. Ahora mismo hago un reguetón y la gente no se lo cree. Ni yo me lo creo. Al final siempre he optado por hacer lo que me gusta y cómo me gusta, y eso a veces no es elegir el camino más fácil. Pero yo escucho mis discos y me encantan; definen muy bien cómo era yo en cada momento y eso lo sigo haciendo. Igual me iría mejor con otra cosa, pero no es lo que me nace ni me sale de verdad.

Y eso le ha consolidado un público que crece con usted.

Es curioso porque cuando empiezas con veintipocos la gente que te viene a ver tiene tu edad. Y hoy hay muchísima gente que llega con 40 y pico y con sus niños, algo muy emocionante porque es muy difícil crecer con tu público y tener credibilidad, no hablar solo de amor y desamor porque también te van pasando otras cosas. Yo he intentado ser honesta con lo que me va pasando y con lo que voy sintiendo. Y a veces no hablo de temas muy comerciales pero con una canción como ‘El viaje’, sobre la maternidad, de repente conecto con un montón de gente. Intento contar lo que me pasa. Y no es lo mismo lo que me sucede ahora que cuando tenía 20 años.

¿En qué punto está su otra faceta, la del público adulto?

En abril toco en Madrid, con mucha ilusión, en el teatro Joy Eslava, y cerramos esta etapa de ‘La Bola de nieve’ (2023), el último disco. Hacemos Madrid, Barcelona, León, Valencia y alguna ciudad más. Y ahora estoy encerradísima componiendo sin parar porque tengo una idea bastante avanzada de un disco. Me queda terminar y grabar. La grabación es un proceso que me encanta, lo disfruto. La verdad es que estoy en una etapa muy bonita que me ha costado mucho esfuerzo conseguir.

¿Cómo es esa rutina de componer, existe algún método?

Tengo una idea muy conceptual de este disco y estoy trabajando de otra manera. Llevo mucho tiempo masticándolo. Es como cuando vas sintonizando una radio y se va oyendo medio mal hasta que de pronto ‘pum’, suena bien. Parece que no pero todo ese trabajo de ir pensando cada canción, cómo va a ser o lo quieres transmitir ya lo tenía muy machacado y, cuando me he puesto, me ha salido del tirón. Está siendo un disco fácil de componer porque lo tengo pensando desde hace mucho tiempo.