Un modelo similar de toma de decisiones existe en la Iglesia católica, desde hace más de ocho siglos, bajo el nombre de cónclave.
Ahora mismo, el Vaticano celebra la reunión cardenalicia de la que saldrá el nuevo regidor de los destinos del catolicismo.
Los valores protestantes y el surgimiento del capitalismo
Aunque tendamos a pensar que es la sociedad, con sus normas y costumbres, la que moldea nuestra identidad, a principios del siglo XX el sociólogo alemán Max Weber se preguntaba si podría ser que fuese el individuo, y no tanto la sociedad, quien generase los grandes cambios colectivos.
En su obra La ética protestante y el espíritu del capitalismo, Weber concluyó que los valores del protestantismo, especialmente los del calvinismo –basados en la austeridad y el trabajo como vía de salvación–, fueron la semilla del capitalismo moderno. La acumulación metódica de bienes se convertía en una obligación que promovía la reinversión y, con ello, un crecimiento económico sostenido.
Aunque con el tiempo los valores originales se difuminaron y el capitalismo desarrolló sus propias dinámicas, el vínculo moral con la religión sigue presente hoy, por ejemplo, en la valoración ética del trabajo.
Liderazgo y religión
Las religiones requieren líderes capaces de navegar en un entorno donde la tradición, la innovación y las presiones sociales coexisten y a menudo chocan. A diferencia del simple jefe administrativo, respaldado por su autoridad formal, el líder religioso debe combinar la autoridad moral y carismática con habilidades de gestión, comunicación y visión estratégica.
En los entornos religiosos, el liderazgo efectivo no solo depende del cargo formal sino también de la capacidad para inspirar confianza, guiar comunidades diversas y saber superar la resistencia interna a los cambios.
La digitalización, la globalización y la creciente diversidad desafían las formas clásicas de liderazgo religioso, exigiendo respuestas ágiles, mensajes actualizados y, sobre todo, una comprensión profunda del “mercado de las almas” en el siglo XXI.
El mercado y sus reglas
Para mantener la competitividad, las religiones toman decisiones estratégicas propias del marketing empresarial: la innovación de productos (como aplicaciones móviles) o la creación de nuevos modelos de turismo religioso, como en La Meca, donde inversiones millonarias en hostelería, turismo y telecomunicaciones la están convirtiendo en un destino turístico y no solo de peregrinaje.
Por otra parte, no es casual que, según señalan encuestas y estudios, los grupos que más participan en los servicios religiosos sean los niños, los adolescentes y las personas mayores, que son los que disponen de más tiempo libre.
Al igual que sucede con los bienes y servicios, la fe y las religiones se insertan en un mercado donde la oferta y la demanda generan equilibrios cambiantes: si en los Estados confesionales existe el monopolio religioso, en las sociedades plurales se producen situaciones de competencia (religiosa) perfecta, con altas tasas de asistencia a las iglesias y de creencia en la religión.
Secularización y nuevas espiritualidades
Las religiones se enfrentan ahora a un proceso paulatino de secularización de la sociedad. Esto es, el proceso por el que van perdiendo peso en la vida pública y adoptan un carácter más privado y personal. Por otra parte, esa misma secularización permite la incorporación de nuevas prácticas espirituales que han venido a alterar el mercado de las religiones.
Es entonces cuando la elección de un nuevo líder, como ocurre en mayo de 2025 en la Iglesia católica, se convierte en un acto crucial: de él depende tanto la unidad interna como la capacidad de la institución para responder a los grandes retos espirituales y, también, económicos y sociales del momento.