El presidente del Principado, Adrián Barbón, ha defendido hoy la dignidad y dimensión ética de uno de sus antecesores, el presidente Sergio Marqués, “un patrimonio de toda la sociedad asturiana”. El jefe del Ejecutivo ha valorado los actos de reconocimiento institucional “que refuerzan la andadura autonómica” durante el homenaje a título póstumo organizado en la Junta General por los amigos, familiares y colaboradores de Marqués con motivo del 30 aniversario de su investidura.
Barbón ha querido resaltar el ejemplo de Marqués, que gobernó entre 1995 y 1999, más allá “de las valoraciones políticas y las cuentas de partido”. A su juicio, el presidente fallecido “supo estar y también salir de la política sin apearse jamás de la escala de dignidad a la que había ascendido en el ejercicio de su cargo”.
“Reforzar las instituciones y reconocer a las personas que las han dirigido con generosidad, sin la estrecha avaricia que impone el sectarismo, es también una forma de fortalecer Asturias”, ha resaltado. Ese modo de pensar en las instituciones como un lugar de encuentro es el que ha llevado al Gobierno del Principado a proponer la declaración de varios días institucionales dedicados a la bandera, las instituciones, el municipalismo y las víctimas de la covid, según ha señalado.
Esta ha sido su intervención íntegra:
INTERVENCIÓN DEL PRESIDENTE DEL PRINCIPADO DE ASTURIAS, ADRIÁN BARBÓN
Acto de homenaje al presidente Sergio Marqués
Permitan que enlace este homenaje con mis propios recuerdos. Es un inicio poco frecuente y, quizá, también poco protocolario, pero creo que resultará útil.
Treinta años atrás yo era un muchacho. Un chaval apasionado de la política y de la historia que intentaba sacar provecho de sus estudios. Desde entonces ha llovido bastante, y en ese tiempo he leído y releído sobre los acontecimientos de aquellos años, de la azarosa legislatura que concluyó en 1999.
Pero hoy no quiero que las lecturas ni las interpretaciones posteriores distorsionen mi memoria. Aquel joven, aún adolescente, que ya militaba en Juventudes Socialistas, reconocía en Sergio Marqués, un adversario político, el valor de la dignidad. Esa impresión se sobreponía a las diferencias, o a la distancia ideológica.
Pasó el tiempo, la ciudadanía eligió otro presidente y Sergio Marqués volvería a su dedicación profesional, a la abogacía. Yo, por mi parte, y ya licenciado en Derecho, me entregué de lleno a la política, como había imaginado desde la niñez. Han caído muchas hojas del calendario, suficientes como para haber olvidado o, al menos, difuminado el recuerdo. Pues no, lo retengo intacto, tanta fue la huella que me marcó.
Déjenme insertar una reflexión. El cargo, el honor y la responsabilidad de desempeñar la presidencia del Principado exigen saber estar. Ese requisito es obvio, pero a menudo se olvida que también es necesario saber no-estar.
Hay un momento, el del adiós al cargo, en el que las luces se atenúan, el teléfono deja de recibir mensajes, las invitaciones y los saludos afectuosos, antes tan abundantes, van racionándose, y el silencio recupera su espacio.
Medio en broma, medio en serio, tengo dicho que en los cajones de Presidencia no existe un manual, un libro de instrucciones que explique cómo ser un buen jefe de gobierno. Y estoy seguro de que tampoco encontraré otro que detalle cómo regresar a la vida civil con discreción y normalidad, sin romper la porcelana. Confieso que aún no lo he buscado, porque quiero seguir unos cuantos años más, pero estoy seguro de que no lo hallaré.
Sergio Marqués supo estar y también supo no-estar. Probablemente, ningún otro presidente ha tenido más razones para recurrir al ruido o, dicho a lo castizo, pegar unas patadas al caldero o pasar facturas. No lo hizo. Aquel hombre alto, fuerte, con las dos rodillas castigadas por su dedicación al rugby y que citaba a los clásicos del Digesto, no se apeó jamás de la escala de dignidad a la que había ascendido en el ejercicio de su cargo y ello a pesar de lo que había sufrido.
Quizá por eso estamos hoy aquí personas tan diversas, congregadas sin más ánimo que el del reconocimiento. Por la iniciativa de un grupo de amigos, antiguos colaboradores del presidente Sergio Marqués, porque tres décadas marcan un hito redondo en el calendario, y porque está demostrado que la dignidad tiene un altísimo poder de convocatoria.
Perdón si aclaro lo obvio, pero este es un homenaje a la persona, a la persona-presidente si queremos decirlo así. Sobran los lugares y las ocasiones para las valoraciones políticas y las cuentas de partido.
Lo recalco porque a mí me gusta pensar en las instituciones como lugares de encuentro. Estamos en la más preciada de todas, la Junta General, sede de la soberanía popular y donde la palabra, el parlamento, cobra toda su razón de ser.
Muy cerca de aquí, en el palacio de Presidencia, hay una galería de retratos de todos los presidentes autonómicos, desde Rafael Fernández a Javier Fernández. El edificio también cuenta con varias salas y despachos con nombres de presidentes, incluida una, la biblioteca, dedicada a Sergio Marqués, que yo decidí nombrar así: Presidente Sergio Marqués.
¿Son detalles menores, mera parafernalia decorativa? No, tienen el objetivo de reforzar la densidad institucional. Aún no hemos cumplido el medio siglo de andadura autonómica, que es nada, apenas el soplo de un instante en la vida de una institución. Reforzarlas y reconocer a las personas que las han dirigido, hacerlo además con generosidad, sin la estrecha avaricia que impone el sectarismo, es también una forma de fortalecer Asturias.
No seamos rácanos con nosotros mismos. De ahí, por cierto, que mi gobierno vaya a proponer la declaración de varios días institucionales, como el 25 de mayo o el 31 de enero, aniversario de la entrada en vigor del Estatuto. Estoy seguro que el presidente Marqués se reconocería en ellas.
El presidente Sergio Marqués demostró que el ejercicio de una elevada responsabilidad es inseparable de la exigencia personal. Que no bastan el conocimiento, ni la convicción ideológica, ni siquiera la entrega, si no van acompañadas de una dimensión ética. Su ejemplo de dignidad es hoy, 30 años después, una referencia, un legado y un patrimonio para todos los presidentes de Asturias, los que fueron, somos y serán. Pero sobre todo Sergio Marqués no es patrimonio de un partido, ni siquiera del que él fundó (URAS), sino patrimonio de toda la sociedad asturiana.
Insisto: El Presidente Sergio Marqués es ya un patrimonio de toda la sociedad asturiana.
Gracias por habernos dado la oportunidad de recordarlo.
Gracias a sus amigos y colaboradores, los leales que nunca lo abandonaron, por hacerlo posible.
Y gracias a su familia por mantener vivo su legado. Porque es ya, 30 años después, un legado de toda Asturias.