
El profundo deterioro del sistema sanitario de Ceuta y Melilla, unido a las promesas incumplidas del Gobierno, la falta de personal médico y la sobrecarga asistencial serán analizados en la próxima reunión de la Comisión de Peticiones del Parlamento Europeo. Una iniciativa que se ha conseguido gracias a las peticiones del Consejo General de Colegios Oficiales de Médicos de España (CGCOM) y la Plataforma ciudadana “Todos por una Sanidad Digna”, ambos organismos respaldados por el Partido Popular.
Las reivindicaciones, articuladas en torno a una reforma estructural y urgente del sistema sanitario, van desde el refuerzo del personal hasta la mejora de infraestructuras, pasando por la atención a colectivos vulnerables como los pacientes con TEA o los enfermos oncológicos.
Ceuta tiene la esperanza de vida más baja de toda España —casi cuatro años menos que la media nacional—, además de registrar la tasa más alta de tuberculosis. La ratio de médicos por habitante es la más baja del país, lo que repercute directamente en la calidad asistencial tanto en atención primaria como en especializada.
Pese a los intentos del Partido Socialista por acallar las denuncias votando en contra de esta petición, la Eurocámara abordará gracias al voto del PP los problemas que persisten a pesar del reconocimiento oficial en febrero de 2023, a través del Boletín Oficial del Estado (BOE), de Ceuta y Melilla como zonas de difícil cobertura sanitaria. Este decreto asignaba al Instituto Nacional de Gestión Sanitaria (INGESA) la responsabilidad de aplicar incentivos para atraer y retener a profesionales sanitarios. Sin embargo, más de un año después, no se ha cumplido ninguno de los objetivos estipulados, agravando aún más la escasez de facultativos.
Tampoco ha dado sus frutos el Plan Integral de Desarrollo Socioeconómico aprobado por el Consejo de Ministros en 2022. De los 711 millones de euros contemplados, una parte importante del tercer eje del plan debía destinarse a reforzar el sistema sanitario. A día de hoy, ese refuerzo no se ha traducido en medidas concretas ni incentivos efectivos para médicos, que siguen sin encontrar razones para permanecer o trasladarse a estas ciudades.
“No podemos quedarnos de brazos cruzados ante el abandono sistemático al que somete el Gobierno de Pedro Sánchez a las ciudades autónomas, que necesitan más médicos y enfermeras, menos listas de espera, más recursos materiales y recursos hospitalarios, aparejados con personal que pueda manejarlos, así como una mejor coordinación entre todos los niveles asistenciales”, manifestó la portavoz del PP en la Comisión de Peticiones, Alma Ezcurra.
Son especialmente sangrantes, dijo Ezcurra, “la falta de clínica de radioterapia en Ceuta, para evitar que los pacientes oncológicos tengan que desplazarse a la península para recibir tratamientos vitales, así como las graves carencias en la atención a personas -especialmente niños- con Trastorno del Espectro Autista (TEA)”.
Guardias sin descanso e inversiones sin sentido
El sistema de guardias médicas ha sido calificado por los propios profesionales como «feudal» y «esclavista». En numerosos servicios se superan ampliamente las 48 horas semanales, con médicos obligados a estar localizados durante semanas o incluso meses seguidos, sin descanso y sin una remuneración adecuada. Además, esta disponibilidad forzada impide a los facultativos abandonar las ciudades, lo que acentúa su aislamiento.
Otra práctica recurrente es la denegación sistemática de la exención de guardias a médicos mayores de 55 años, contraviniendo un pacto recogido en el BOE desde 1997.
Por otra parte, Ceuta y Melilla han recibido fondos europeos Next Generation para renovar su equipamiento tecnológico. Sin embargo, las inversiones millonarias han sido estériles al no contar con personal capacitado para su uso. Robots quirúrgicos Da Vinci de casi dos millones de euros se utilizan para colgar batas, mientras que una resonancia magnética de 3 teslas, valorada en 1,5 millones, ha tenido que ser externalizada a una empresa privada de Madrid por falta de radiólogos en plantilla. Otro ejemplo es la Sala de Hemodinámica de Ceuta, que costó más de 600.000 euros y lleva un año cerrada por la falta de cardiólogos.