Un reciente estudio publicado en la prevista Ecosystems and People, en el que ha participado Zebensui Morales Reyes, del Departamento de Biología Animal, Edafología y Geología de la Universidad de La Laguna, junto con investigadores del Instituto de Estudios Sociales Avanzados (IESA-CSIC), el Centro Internacional de Estudios de Derecho Ambiental (CIEDA-CIEMAT) y las universidades de Alicante, Miguel Hernández de Elche y Zaragoza, ha demostrado que el conocimiento ecológico tradicional de los pastores puede ser clave para reducir los conflictos con los lobos y facilitar su coexistencia con la ganadería extensiva.

Fotografías del paisaje montañoso (a) y del rebaño de ovejas con mastín leonés en la zona de presencia ininterrumpida de lobos (b); del paisaje montañoso (c) y del rebaño de ovejas en la zona de reciente recolonización (d); y del paisaje llano (e) y del rebaño de ovejas en la zona de presencia esporádica (f). Créditos: C. Javier Durá (a, c, d, e, f) y Abel Flórez (b).

Fotografías del paisaje montañoso (a) y del rebaño de ovejas con mastín leonés en la zona de presencia ininterrumpida de lobos (b); del paisaje montañoso (c) y del rebaño de ovejas en la zona de reciente recolonización (d); y del paisaje llano (e) y del rebaño de ovejas en la zona de presencia esporádica (f). Créditos: C. Javier Durá (a, c, d, e, f) y Abel Flórez (b).

El lobo (Canis lupus) está recuperando algunas de sus áreas de distribución histórica en Europa. Por ello, es importante destacar los servicios ecosistémicos que los lobos aportan al ser humano, contribuyen al equilibrio natural mediante el control de enfermedades en la fauna silvestre potencialmente peligrosas para el ganado, o su papel de regulador a través del control de especies que pueden dañar las cosechas.

Para comprender mejor las condiciones de la convivencia entre el lobo y el pastoreo, los investigadores han realizado entrevistas a ganaderos y pastores de tres regiones españolas con diferentes niveles de presencia del lobo: una zona con presencia ininterrumpida (León), otra de recolonización reciente (norte de Soria-sur de La Rioja) y una tercera con presencia esporádica (resto de la provincia de Soria).

Los resultados muestran que, en las áreas donde el lobo nunca ha dejado de estar presente, el mantenimiento de los conocimientos tradicionales asociados al manejo ganadero, como el uso de perros mastines, el oficio de pastor y el guardar el ganado por las noches, ha favorecido la coexistencia de sistemas de pastoreo extensivo con los lobos. Esto queda patente en los relatos de algunos pastores, quienes comentan: “Si hay un jabalí enfermo o un corzo herido, el lobo se lo comerá y así elimina enfermedades del campo”; “Teniendo buenos mastines, no me preocupan los lobos”. “Por ejemplo, tengo siete mastines, porque también quiero que exista el lobo, porque si no hay lobos no habría mastines”.

Por el contrario, en regiones en las que el lobo había desaparecido y ha regresado recientemente, la pérdida del conocimiento tradicional ha llevado a una menor tolerancia hacia los lobos y a una menor apreciación de los beneficios que proporcionan.

El equipo investigador destaca que recuperar e implementar estos conocimientos tradicionales en políticas, como la Política Agrícola Común (PAC) de la UE, la Ley de Restauración de la Naturaleza o la Estrategia Nacional para la Conservación del lobo del Ministerio, podría ser esencial para mejorar la coexistencia entre el lobo y la ganadería extensiva. Esta última, con un presupuesto de 20 millones de euros anuales, destina fondos precisamente para fomentar dicha coexistencia.