Pere Navarro: “Reducir la tasa de alcohol al volante es un compromiso moral con quienes perdieron la vida en la carretera”

RECOMENDACIONES Y PROPUESTAS DEL INFORME

El estudio, presentado por Luis Montoro, director del grupo de investigación FACTHUM.Lab, INTRAS, y José Ignacio Lijarcio, responsable de gestión del proyecto, propone como medida prioritaria la reducción de la tasa máxima de alcohol permitida para todos los conductores a 0,10 mg/l de aire espirado, alineándose con las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud, la Unión Europea y el Consejo Europeo de Seguridad en el Transporte (ETSC).

Esta tasa ya está implementada desde hace años en países como Suecia y Noruega, dos de los países europeos que tienen los mejores datos del mundo en seguridad vial y siniestralidad, tal y como lo demuestran las cifras.

En concreto, en 2022-2023 Noruega tuvo una tasa de 21-22 fallecidos por millón de habitantes y Suecia de 22-22, frente a la de España que se situó en 37-36, siendo la media europea de 46.

La bajada de la tasa de alcohol en aire espirado de 0,25 a 0,10mg/l realizada en Noruega y Suecia en 1990 y acompañada de otras medidas complementarias, supuso una reducción del 12 por ciento en los siniestros con víctimas, una disminución de un 8 por ciento de los siniestros mortales y además se rebajaron un 16 por ciento los casos de personas que conducían bajo los efectos del alcohol. No obstante, el informe destaca que la bajada por si sola, no sería suficiente si no se acompaña de un conjunto de medidas complementarias como:

  • Incremento de los controles de alcoholemia, especialmente en zonas urbanas, con una estrategia aleatoria y altamente visible.
  • Generalización de los controles de doble prueba (alcohol y drogas).
  • Reformas legales para sancionar de forma más eficaz el policonsumo.
  • Potenciación de campañas de concienciación ciudadana.
  • Fortalecimiento de la educación vial en autoescuelas y programas de reeducación para infractores reincidentes.

El informe también advierte de que la reducción de los límites legales de alcoholemia o el endurecimiento de las sanciones tienen un impacto limitado —cuando no nulo— en el comportamiento de los conductores alcohólicos o de quienes consumen alcohol de forma habitual y excesiva. En estos casos, la disociación entre el consumo y la conducción no se produce por la vía punitiva, sino con programas específicos de reeducación vial y tratamiento sanitario que pueden resultar realmente eficaces para modificar sus conductas de riesgo.

Deja un comentario