7 nov 2024 09:16 CET
El 7 de noviembre se conmemora el Día internacional contra la Violencia Escolar. Uno de los grandes problemas del acoso escolar y el ciberacoso es la ley del silencio que lo envuelve, un silencio social que, entre otras graves consecuencias, no permite que los casos se detecten y aborden a tiempo. El 55,1% de las víctimas de ciberbullying niegan habérselo contado a alguien, es decir, más de la mitad de las víctimas guarda silencio ante esta situación. Esta cifra es mayor en comparación con el acoso escolar presencial, donde el 38% de las víctimas no lo explican. En aquellos casos en que las cibervíctimas sí se lo han comunicado a alguien, los amigos (78,1%), la madre (68,7%) y el padre (58%) son las principales figuras a las que recurren para contar su experiencia.
Esta es una de las conclusiones que contiene el I Estudio sobre el acoso escolar y el ciberacoso en la infancia y adolescencia en España, llevada a cabo por la Unidad de Psicología Preventiva de la Universidad Complutense y la Fundación ColaCao. Esta investigación social, realizada en 2023 y con la participación de 15 Consejerías de Educación de las Comunidades Autónomas, es una de las más completas en nuestro país, con la participación de 20.662 estudiantes, desde 4º de primaria hasta 4º de secundaria, de 325 centros educativos de las 17 Comunidades Autónomas. En el marco del día contra la Violencia Escolar, y en respuesta al gran impacto social que han tenido sus conclusiones, el estudio completo se publica ahora en Ediciones Pirámide, entidad que ocupa el primer puesto entre las editoriales españolas de Psicología. De este modo se extiende su acceso al ámbito científico y académico.
En ocasión de la publicación, se han presentado los datos de ciberbullying que recoge el estudio, al ser una de las principales preocupaciones de las familias con la eclosión de las redes sociales y la popularización de su uso entre adolescentes y pre-adolescentes.
1 de cada 4 ciberacosadores reconocen haber intentado quitarse la vida alguna vez
La investigación pone de manifiesto la relación entre vivir un proceso de ciberacoso con la salud mental, y en concreto con la ideación suicida. Los problemas de salud mental pueden incrementar el riesgo de ser elegido víctima y también ser una consecuencia del acoso o ciberacoso sufrido. En este aspecto, los resultados muestran que la exposición a la violencia- ya sea presencial o virtual- incrementa el riesgo de emplear la violencia contra uno mismo. En el caso del ciberacoso, 1 de cada 4 ciberacosadores reconocen haber intentado quitarse la vida alguna vez (un 24,9%), y en el caso de las cibervíctimas 1 de cada 5 (un 21,1%).
“La relación entre el bullying y la ideación suicida es muy preocupante y exige una reflexión como sociedad. Es crucial ofrecer atención especial a los estudiantes que han sido víctimas, ayudándoles a mitigar las secuelas de su experiencia y acompañándoles en todo el proceso. Además, hemos de trabajar en las medidas de apoyo para los violentos, deben incluir el tratamiento de las dificultades emocionales que aumentan el riesgo de violencia hacia otros o hacia sí mismos”, reflexiona Javier Coromina, patrono de la Fundación ColaCao.
“Los programas contra el acoso escolar deben prevenir también su actual extensión a través de dispositivos digitales, que aumentan su gravedad al hacer que las víctimas lo sufran de forma permanente y sin poder encontrar un lugar seguro que lo detenga, inhibe la empatía de quienes lo ejercen y potencia un anonimato e impunidad de graves consecuencias. Escuela y familias deben cooperar estrechamente en la lucha contra estas dos formas de acoso y necesitan la colaboración del resto de la sociedad”, explica la doctora María José Díaz-Aguado, directora de la investigación y de la Unidad de Psicología Preventiva de la Universidad Complutense.
Entre las situaciones más comunes de ciberacoso que se reconoce haber vivido, de forma repetida en los dos últimos meses son de tipo verbal y relacional. Entre ellas se encuentran contar mentiras para causar rechazo entre los demás (5,4%), hablar mal del aspecto físico para herir los sentimientos (4,5%), llamar por motes, burlarse o ridiculizar (4,2%) e ignorar a propósito, excluyéndole del grupo (3,5%). Se trata también de las situaciones más frecuentes en el acoso escolar presencial, con porcentajes más elevados que con TIC.
Por otro lado, si tenemos en cuenta las formas específicas de ciberacoso que se pueden ejercer a través de dispositivos digitales y móviles, incluyendo los que reconocen haberlas sufrido alguna vez, las situaciones más preocupantes son: enviar o publicar fotos o vídeos sin permiso o para hacer daño (8%); llamar de forma anónima para amenazar o dar miedo (6,7%); coger el móvil y enviar fotos, vídeos o mensajes malos para meterte en problemas (6%); piratear tu cuenta para hacerse pasar por ti (4,7%); y crear un perfil falso con datos personales para hacer daño (4,2%).
La prevalencia del ciberacoso según el género
A medida que avanza la edad, aumenta significativamente el acceso de los niños a internet sin supervisión adulta. El uso de redes sociales y de internet sin supervisión adulta se extiende rápidamente a partir de los 10-11 años y se generaliza desde los 12. En 5º de primaria, el 47,7% de los estudiantes usa internet sin supervisión, cifra que aumenta drásticamente en 2º de secundaria, donde el 95,7% navega sin supervisión.
El 10,3% de los jóvenes con acceso a internet sin supervisión adulta reportaron haber sufrido durante los dos últimos meses y de forma repetida alguna situación de ciberviolencia llevada a cabo por chicos o chicas de su edad, con una mayor incidencia en ellas (12,7%) que en ellos (8,7%). Al segmentar este resultado en función de la etapa educativa, se diferencia que, el 9,1% del alumnado de 5º y 6º de primaria; y el 11,4% del alumnado de secundaria han sufrido varias situaciones de ciberacoso durante los dos últimos meses. Por otra parte, en cuanto a quiénes realizaron ciberacoso, los chicos (5%) reconocen participar en situaciones de ciberacoso con mayor frecuencia que las chicas (3,6%). A nivel del total del alumnado de 5º de primaria a 4º de secundaria, el 4,4% reconoce haber participado, en los dos últimos meses, en alguna situación de ciberacoso con una frecuencia de mínimo 2 o 3 veces al mes. De acuerdo con estas cifras significa que hay en nuestro país 1 ciberacosador por aula (estimando 28 alumnos por aula), y 134.448 alumnos de estas etapas educativas que reconocen haber ejercido este tipo de violencia con la periodicidad mencionada (dos o tres veces al mes en los últimos dos meses).
En línea con estos resultados, el 10,6% de las víctimas de acoso escolar reconocen haber participado en alguna situación de ciberacoso; y el 41,1% de quienes ejercen acoso escolar reconocen haber sufrido como víctima alguna situación de ciberacoso.
Si tenemos en cuenta la prevalencia de victimización de ciberacoso y acoso escolar, el 46,4% de las víctimas de acoso escolar en los dos últimos meses han sufrido también ciberacoso durante dicho tiempo.
Con relación a dónde han conocido a quienes les acosaron, el 57,4% de las víctimas han conocido a sus acosadores en la escuela, mientras que el 32,5% los han conocido en internet y el 33,9% en otro lugar. Estos resultados reflejan que, en más de la mitad de los casos de ciberacoso, éste ha sido ejercido por estudiantes del centro educativo, que extienden a las relaciones online el acoso que probablemente también ejercen de forma presencial, agravando considerablemente con ello sus consecuencias. En esa misma línea, el acoso ejercido por personas conocidas a través de internet o en otros lugares puede suponer un riesgo especial, así como mayor dificultad para contarlo y detenerlo.
¿Qué se puede hacer? Factores de protección del ciberbullying
Las estrategias para proteger a los estudiantes del ciberacoso incluyen la educación sobre los riesgos de las TIC, saber dónde encontrar ayuda y fomentar la comunicación con padres y profesores. El 85,2% de los estudiantes recuerda haber recibido formación en su centro educativo sobre los riesgos de internet y redes sociales, lo que reduce significativamente el riesgo de acoso. En secundaria, este porcentaje es aún mayor (87,8 %) comparado con primaria (79,7 %). Además, el 69,4% de los estudiantes saben dónde pedir ayuda.
En cuanto a hablar con la familia sobre sus actividades en el entorno digital, sólo el 20,7% de la muestra lo hace de manera habitual. Asimismo, se observa que los estudiantes que no participan en el acoso escolar o que son víctimas de él reciben un mayor apoyo familiar y tienen una mejor calidad educativa en comparación con quienes ejercen el acoso. Este apoyo familiar contribuye al desarrollo de la empatía y a la capacidad de resolver conflictos sin recurrir a la violencia. La seguridad de un buen apoyo familiar puede disminuir la percepción de vulnerabilidad en los estudiantes, reduciendo así el riesgo de ser víctima de acoso escolar o ciberacoso. Esta seguridad ayuda también a que las víctimas pidan ayuda desde el principio, facilitando con ello la intervención temprana y la prevención del agravamiento del acoso. Por tanto, es esencial involucrar a las familias en la prevención del acoso escolar y el ciberacoso, ya que su participación es crucial para erradicar estos problemas.