The Conversation | Autor de la Universidad de Granada: Juan González-Hernández. Professor and Researcher on Personality, Sport and Health Psychology, Universidad de Granada.
Autor de otras instituciones: Manuel Gómez López Associate Professor. Department of Physical Activity and Sport. Faculty of Sports Science. University of Murcia, Universidad de Murcia // David Manzano Sánchez. Profesor ayudante doctor, Facultad de educación, Universidad de Almería // Giuseppe Battaglia. Associate Professor in Methods and Didactics of Sport Activities, University of Palermo // Ignazio Leale. PhD Student in Sport Sciences, University of Palermo
¿Sería posible la acción deportiva-competitiva sin la participación de la figura arbitral? ¿Por qué se le da más relevancia a un error de juicio en el arbitraje que a los fallos que cometen los deportistas? Estos son algunos los argumentos que se pueden escuchar en las sesiones de entrenamiento psicológico de los colegiados españoles.
El colectivo arbitral del fútbol español se reunió la semana pasada en Madrid para debatir sobre la situación actual que atraviesan los colegiados. En un comunicado afirman que se sienten solos y no descartan un gesto de protesta en las próximas jornadas, ante el “ambiente de violencia generalizada”.
Un deportista más
El problema viene de lejos. Cuando se habla de figuras del deporte, la atención se centra casi exclusivamente en los deportistas y cuerpos técnicos. Se ignora una figura fundamental para el correcto desarrollo de la competición: el árbitro.
Sometido a intensas cargas de trabajo físico y mental, rara vez recibe la misma atención científica, pero sí mediática y de influencia, en el deporte que arbitra.
En la actualidad, los árbitros trabajan bajo una alta presión. Su misión en el campo les obliga a tomar decisiones transcendentales en pocos segundos. Al mismo tiempo, tienen que garantizar la seguridad de los deportistas y la equidad de la competición.
Jueces bajo un acoso sistemático
Una investigación liderada por Dara Mojtahedi en 2022 demostró que la figura arbitral es víctima frecuente de abusos verbales, acoso e incluso actos de violencia. Estas acciones están realizadas no solo por espectadores y deportistas, sino también por los propios entrenadores, medios de comunicación y organizaciones deportivas.
Por ejemplo, son alarmantes las cifras que muestra la Federación Inglesa de fútbol, donde 380 futbolistas o entrenadores amenazaron en los partidos a árbitros de fútbol formativo. Una investigación de Tom Webb y colaboradores, que recopila testimonios de 4 637 árbitros en Francia y Países Bajos, reveló incidentes frecuentes de abusos verbales y físicos. Los resultados de este estudio evidenciaron una cultura de abuso hacia los árbitros en ambos países.
Este clima hostil de trabajo ha llevado a un preocupante aumento de la tasa de abandono en esta profesión. Por norma, el deporte organizado no puede existir sin árbitros con la cualificación adecuada. La figuras arbitrales deben ser incorruptibles, garantizando la mayor justicia y valor social bajo los reglamentos de cada competición.
Lo que la ciencia dice del arbitraje
El papel del árbitro va más allá del simple respeto del reglamento. La literatura científica ha analizado los diferentes factores que influyen en el rendimiento del árbitro. Entre estos destacan los siguientes:
Preparación física
Según Muscella y otros autores, el árbitro debe poseer una preparación física excelente para poder sostener el ritmo de juego, cubrir largas distancias y mantener la claridad necesaria para tomar decisiones en fracciones de segundo.
Se ha demostrado que el gasto energético de los árbitros es comparable al de los deportistas en competición, con picos de frecuencia cardíaca elevados y carreras continuas para seguir la acción de juego. Por ejemplo, los árbitros de fútbol masculino recorren alrededor de 10,5 kilómetros, mientras que las arbitras de femenino recorren aproximadamente 9,9 durante un partido, de acuerdo con un estudio encabezado por Lingling Zhang.
Capacidades decisionales y de rendimiento
La ciencia cognitiva ha demostrado que el arbitraje requiere de una alta velocidad en la toma de decisiones, con tiempos de reacción medidos en milisegundos, según un estudio de Félix Guillén y Deborah L. Feltz. Además, la presión ambiental, la fatiga y las interacciones con deportistas y público pueden influir en la corrección de las decisiones.
Motivaciones y factores psicológicos
Según un estudio liderado por Frederick L. Philippe, la decisión de convertirse en árbitro a menudo está relacionada con una fuerte pasión por el deporte y un sentido de la justicia.
Motivaciones como el reconocimiento social o la carrera profesional pueden influir en el rendimiento y la resistencia al estrés del árbitro. Pero se ha demostrado que los árbitros con una alta motivación intrínseca muestran una mayor resistencia al estrés que aquellos más orientados al reconocimiento externo.
Atenazados por el miedo a equivocarse
Uno de los aspectos menos estudiados por la literatura científica, pero de gran relevancia, es el impacto emocional del arbitraje. El miedo a cometer errores es fuente de inseguridad, ansiedad y estrés antes, durante y después de la competición.
Según la psicología del deporte, este fenómeno está influenciado por diversos factores:
a) Presión externa: El deporte es un medio altamente competitivo. El árbitro, en ocasiones, puede sentirse poco competente a causa de su exposición pública ante los demás, y de las importantes e influyentes decisiones que deben tomar durante la competición, llegando incluso a experimentar en muchas situaciones miedo al fracaso.
Este sentimiento es favorecido por una evaluación de su rendimiento y éxito por parte de los diferentes agentes externos.
Las críticas de los aficionados, medios de comunicación y deportistas pueden aumentar la carga emocional, dificultando el mantenimiento de la claridad en situaciones críticas de la competición. Un estudio de Jason Ritchie y otros autores revela que los árbitros de baloncesto experimentan altos niveles de miedo al fracaso, especialmente durante partidos muy igualados o con un marcador bajo. También influye el tiempo restante de juego: a menos tiempo, más estrés.
b) Experiencia personal: Tener menos experiencia en el arbitraje y arbitrar en la alta competición parece aumentar la probabilidad de experimentar ansiedad e ira, e incluso puede aumentar la excitación. Los árbitros experimentados poseen mejores características psicológicas y se concentran con mayor intensidad. Controlan así sus emociones en situaciones de presión asociadas a la competición.
c) Emociones negativas: La aparición de errores y la existencia de conflictos con otras figuras de la acción deportiva (deportistas, entrenadores, seguidores) provocan estrés, dificultades para la atención a los detalles o frialdad emocional en los árbitros. La amenaza percibida bajo tales estados emocionales induce a los árbitros a experimentar miedo, vergüenza, ira o culpabilización desmedida que alteran una adecuada toma de decisiones.
Protagonista de la acción deportiva
A modo de conclusión, la literatura científica ha demostrado que el árbitro no es solo un juez de competición, sino un verdadero protagonista de la acción deportiva que requiere de una adecuada preparación física y mental.
Hay que reconocer el impacto psicológico que causa el miedo al error. El árbitro debe desarrollar estrategias para afrontarlo y el resto de actores deben apoyarle para conseguirlo. Su desempeño es fundamental no solo para mejorar el rendimiento individual, sino también para elevar la calidad del arbitraje en el deporte.
Los árbitros se beneficiarían enormemente del aprendizaje de habilidades y técnicas de gestión del estrés. De esta forma podrían aumentar su sentido de control y su capacidad de adaptación a situaciones de alta presión. Aprender a interpretar las situaciones estresantes como desafíos en lugar de amenazas, promoverá procesos psicológicos para la comprensión (empatía) y la actitud positiva (compromiso).
Cuidarse y prepararse (antes), tomar decisiones (durante) e interpretar adecuadamente (después) la acción deportiva son tareas pendientes en la preparación mental del árbitro. Esto, sumado al bagaje científico y a un cambio cultural, mejoraría significativamente el bienestar y el rendimiento de los árbitros en todas las disciplinas deportivas.