La Biblioteca Histórica de la UCM completa el inventario del fondo personal de Ángel Vian Ortuño

Texto: Jaime Fernández – 25 feb 2025 09:06 CET

Cincuenta y siete fueron los años que Ángel Vian Ortuño dedicó a la Universidad Complutense, donde empezó como estudiante y llegó a decano de la Facultad de Químicas e incluso a rector en los años de la transición a la democracia, desde 1976 a 1981. Teniendo en cuenta esa dilatada relación con la UCM, tras su muerte en 1999, la familia decidió donar su archivo a la Biblioteca Histórica Marqués de Valdecilla. De ese modo, en abril de 2012, los familiares entregaron a la UCM parte del legado, que se completó en el año 2024, y ahora la Biblioteca Histórica, dirigida por Juan Manuel Lizárraga Echaide, ha llevado a cabo la ordenación e inventario de todo ese fondo personal de Ángel Vian Ortuño. De esta tarea se ha responsabilizado Diana Calandra Reula.

 

La misma Calandra Reula, de la Biblioteca Histórica Marqués de Valdecilla, informa de que el 26 de abril de 2012 la familia entregó 95 cajas, de las cuales 16 eran grandes, tipo mudanza y el resto tipo A/Z, es decir, como archivadores. El 18 de diciembre de 2024 se entregaron “cuatro cajas más, tres de ellas con documentación fotográfica y material audiovisual y una con documentación procedente del despacho del Departamento de la Cátedra de Química Industrial de la Facultad de Ciencias Químicas de la UCM”.

 

Calandra Reula explica que la biblioteca de Ángel Vian Ortuño hasta su donación “se distribuyó entre sus herederos y una parte se donó a la Biblioteca de la Facultad Químicas”.

 

Una vez que las 99 cajas estuvieron en la Biblioteca Histórica, Calandra Reula fue abriéndolas, “en orden, e inventariando su contenido”. Tras ese inventario comenzó la reorganización, “respetando siempre las carpetillas originales con la documentación creadas por el propio Ángel Vian”. Muchas de esas carpetillas las reagrupó en diferentes “unidades de instalación, teniendo en cuenta su temática, ya que carecían de conexión en su orden inicial”.

 

Por último, esas unidades de instalación, es decir, los elementos físicos en los que se van a guardar y conservar los documentos del fondo, las ordenó Calandra Reula para que siguieran un cuadro de clasificación adecuado. Por ejemplo, “parte de la correspondencia está repartida por todo el fondo, en sus propias carpetillas temáticas, y otra parte está en el apartado Correspondencia”. Y lo mismo ocurre con los recortes de prensa.

 

Calandra Reula explicita que en el archivo hay siete tipos diferentes de documentos. Los primeros se corresponden con la documentación personal (carnets, diplomas, apuntes de clase…), mientras que los segundos son documentación profesional, desde su tesis doctoral a trabajos fuera de la universidad y su participación en asociaciones profesionales como la Real Academia de Farmacia o la de Doctores.

 

El resto del material se divide entre correspondencia de todo tipo; recortes de prensa y revistas sobre Ángel Vian Ortuño, o temas de interés; actividad y materiales preparatorios para congresos, cursos y conferencias; obra propia, algunos inéditos «relevantes y curiosos» y, por último, fotografías, vídeos, diapositivas y negativos.

 

Diana Calandra informa de que hay unos 45 libros que se van a devolver a la familia, por estar duplicados o porque en ellos no aparece nada escrito por Ángel Vian.

 

Sus hijos y legatarios consideran que esta ordenación permite dar una idea unitaria del rico fondo tal y como nació y puede servir para los investigadores que se interesen por la esforzada y dilatada tarea de Ángel Vian en el ámbito de la química, la investigación y la docencia. De acuerdo con ellos, «resulta un archivo muy particular de un científico, por la fuerte personalidad y carisma del personaje que lo generó, dotado de un sentido del humor entrañable que valoraron siempre los que lo conocieron e impregna cada módulo». La familia llama además la atención de potenciales estudiosos en algunos aspectos menos conocidos sobre la historia de la Química del siglo XX, pues «Ángel Vian perteneció a una generación cuyo desarrollo científico modificó y en parte truncó la guerra civil española».

 

Del examen de los documentos emergen también aspectos humanos y culturales de interés: «Recuerdos emotivos de sus maestros, cómo se las ingenió en tiempos recios para mantener correspondencia con investigadores internacionales y recepción de revistas o bibliografía reconocida; los modos conmovedores y valientes que practicaron al publicar libros –es impactante, por ejemplo, la correspondencia entre Ángel Vian y Manuel Aguilar, uno de los editores memorables de las décadas más duras de la posguerra, que supo mantener el fuego sagrado de tantas disciplinas–; cómo se entreteje la colaboración profesional estrecha y eficaz –en la sombra como era norma–, de su esposa, Carmen Herrero Ayllón, compañera de carrera y doctoranda en el Instituto Rockefeller, además de deportista de competición pionera (en 1930 estableció el récord español femenino de lanzamiento de jabalina)».

 

Esos son solo algunos ejemplos de un «ameno archivo de trabajo que encierra una trayectoria vital genuina favorecedora de estudios, tesis y proyectos investigadores variados y de alto nivel». Una descripción detallada de todo el fondo personal se puede encontrar en los Documentos de Trabajo de Docta Complutense.