En colaboración con Tierra Rapaz y Bodegas Manzanos, el Instituto BIOMA pretende repoblar la lechuza común como control de plagas natural en zonas agrícolas

La naturaleza siempre ha tenido sus propios mecanismos de equilibrio, y los depredadores juegan un papel crucial en ello. Un claro ejemplo es la lechuza común (Tyto alba), un eficaz controlador de plagas en los cultivos agrícolas, especialmente contra el topillo campesino, una de las mayores amenazas para los agricultores en los últimos años. “El carácter generalista de su dieta, hace de esta especie un gran aliado para mantener el equilibrio de las poblaciones de pequeños mamíferos ya que suele alimentarse de aquellos que se presentan en más abundancia en el medio natural”, afirma David Galicia, investigador del Instituto BIOMA, quien asegura que además, “se evita el uso de pesticidas y los riesgos que estos conllevan tanto para la fauna como para la salud humana”.

En un esfuerzo por restaurar este equilibrio natural y reducir el uso de pesticidas, el Instituto BIOMA, en colaboración con la Fundación Tierra Rapaz, participa en un proyecto innovador de repoblación de la lechuza en los viñedos de Bodegas Manzanos en Azagra (Navarra). Este proyecto tiene un doble objetivo: reintroducir la lechuza común en una zona donde su población ha disminuido significativamente, y aprovechar su capacidad como biocontrolador para reducir la dependencia de pesticidas, promoviendo una agricultura más sostenible.

Mediante el método ‘hacking’, que consiste en la cría de animales silvestres con el mínimo de contacto humano para su introducción en un entorno natural, se han instalado cajas-nido donde los pollos, criados en cautiverio, son asistidos hasta que están listos para vivir de manera independiente, “con la esperanza de que el año que viene los pollos críen de manera natural en las cajas-nido instaladas”, asegura Luis Lezana, de Tierra Rapaz. Estos nuevos habitantes no solo ayudarán a controlar las poblaciones de roedores, sino que también contribuirán al equilibrio de los ecosistemas locales.

El proyecto, que se espera trasladar a otras zonas de Navarra y de La Rioja Baja, prevé la reintroducción de un total de diez pollos, nacidos en cautividad, fomentando así una agricultura sostenible y el equilibrio en los ecosistemas navarros, en los que las lechuzas han ido desapareciendo progresivamente.

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