Laura Cuesta, profesora de la UCJC, advierte sobre los riesgos y beneficios del uso de pantallas en la infancia y adolescencia

En una nueva sesión de Aula de Familias de SEK Education Group, la profesora de la Universidad Camilo José Cela, Laura Cuesta, ha compartido sus reflexiones sobre el uso de las pantallas en menores, abordando los desafíos y oportunidades que presentan en diferentes ámbitos. Destacó la importancia de diferenciar entre el uso educativo de la tecnología en el aula y su consumo en el ámbito familiar, donde pueden surgir los mayores riesgos. En el contexto escolar, subrayó que las herramientas digitales deben ser complementarias a los métodos tradicionales, fomentando la participación y el aprendizaje sin sustituir las dinámicas analógicas. Explicó cómo la inteligencia artificial, la realidad aumentada o la robótica pueden ser recursos valiosos si se implementan de manera pedagógica y controlada.

Por otro lado, en el entorno familiar, alertó sobre tres riesgos principales. En primer lugar, el paso del uso al abuso de las pantallas, que según ella es «cuando las horas de pantalla sobrepasan todas aquellas horas de desconexión que necesitan los niños y adolescentes». En segundo lugar, el acceso a contenidos inapropiados como material para adultos, violencia o trastornos alimenticios, lo que puede influir en la salud mental de los menores. Finalmente, los riesgos asociados a la privacidad y seguridad, que muchas veces ocurren debido a la falta de conocimiento de los menores sobre su propia seguridad digital.

«La formación y educación de los menores en el entorno digital tiene que ser una corresponsabilidad de todos los agentes implicados», enfatizó Cuesta, destacando tanto las familias como la comunidad educativa, las administraciones y las propias plataformas digitales. Subrayó que la educación en el uso de dispositivos debe empezar antes de que los niños accedan a ellos, y  para ello, Laura Cuesta ofreció algunas recomendaciones clave:

  • Normalizar la tecnología en casa: No se trata de demonizar su uso, sino de enseñar a utilizarla de manera responsable, mostrando con el ejemplo cómo integrarla en el día a día sin que afecte la convivencia.
  • Establecer normas y límites claros: Es fundamental que los menores sepan cuándo, cómo y por qué pueden usar sus dispositivos. Definir reglas sobre horarios, contenidos y momentos sin pantallas ayuda a fomentar un uso equilibrado.
  • Fomentar el bienestar digital en familia: El uso saludable de la tecnología debe ser un compromiso de todos. Los adultos también deben seguir ciertas normas, como evitar pantallas en momentos de reunión o antes de dormir.
  • Hablar de tecnología desde edades tempranas: Es importante empezar a dialogar con los niños sobre el uso responsable de Internet y las redes sociales antes de que tengan su primer dispositivo, adaptando las conversaciones a su edad.
  • Acompañar y supervisar el uso digital: La supervisión no solo implica controles parentales, sino también estar presentes, conversar sobre lo que ven y ayudarles a desarrollar un pensamiento crítico para que sepan gestionar riesgos en el entorno digital.

El bienestar digital debe ser un concepto familiar, en el que tanto padres como hijos adopten hábitos saludables. Además, es crucial que los adultos sean referentes en el uso responsable de la tecnología, ya que los niños aprenden observando. Como ella misma concluyó, «no podemos eliminar todos los riesgos, pero si ponemos el foco en las personas y las preparamos… reduciremos su vulnerabilidad y les daremos herramientas para enfrentarse al entorno digital con un mayor autoestima y pensamiento crítico».

Deja un comentario