Las pruebas de evaluación psicológica se han consolidado como herramientas fundamentales para la práctica clínica, según destaca Pablo Santamaría, director del Departamento de I+D+i en Hogrefe TEA Ediciones y profesor del Máster Universitario en Psicología General Sanitaria de la Universidad Loyola.
Esta empresa, pionera en el desarrollo de tests en España, dedica un 20% de su plantilla a la investigación y mejora de estas herramientas para asegurar su utilidad y precisión en el trabajo clínico. La labor de los psicólogos requiere decisiones fundamentadas y objetivas, y las evaluaciones psicológicas contribuyen a reducir el sesgo, mejorando la calidad y precisión de sus diagnósticos y tratamientos”.
El propósito de estas pruebas va más allá de una simple recopilación de datos. Su diseño permite una estructura en la que cada profesional accede a la misma información básica, lo que disminuye la posibilidad de pasar por alto aspectos relevantes del paciente.
Como Santamaría señala, los tests ofrecen una “visión más completa y objetiva, actuando como una especie de “compañero” en la práctica clínica que ayuda a complementar la percepción inicial del terapeuta”. Este enfoque, dice, “optimiza el tiempo de trabajo y proporciona una visión más precisa y completa del caso”.
En el ámbito educativo, Santamaría explica que su objetivo es enseñar a los estudiantes de psicología a aplicar estos tests en un contexto real. “En mis clases, los alumnos no solo aprenden a seleccionar e interpretar los resultados, sino también a traducir los datos en acciones prácticas para el tratamiento del caso”. La finalidad es que, al finalizar sus estudios, los alumnos se sientan seguros y capacitados para integrar estos recursos en su práctica diaria, mejorando su capacidad de análisis y toma de decisiones.
“La combinación de formación teórica con el dominio de estas herramientas permite que los estudiantes enfrenten su carrera profesional con confianza, eficacia y un sentido claro de los estándares éticos y científicos que sostienen su labor”.
Además, las pruebas de evaluación han evolucionado considerablemente en las últimas décadas. Gracias a los avances en psicometría y tecnología, los tests actuales son más precisos, válidos y útiles para el profesional. Esto ha transformado las pruebas en algo más que herramientas diagnósticas. “Se convierten en un verdadero aliado en el proceso terapéutico, aunque todavía hay margen para mejorar”, afirma Santamaría, destacando que el compromiso con la innovación es clave para mantener la relevancia y eficacia de estas herramientas en el futuro.
Pablo Santamaría dando clase en la Universidad Loyola.
En cuanto a los tests más utilizados, Santamaría menciona que, en sus clases, se trabaja con instrumentos como el Cuestionario de Impacto del Trauma (CIT), el Inventario de Evaluación de la Personalidad (PAI) y el Sistema de Evaluación de Niños y Adolescentes (SENA). “No me limito solo a estos instrumentos, sino que también enseño cómo interpretar cualquier prueba de manera transversal. Esto incrementa la competencia profesional de los alumnos y los prepara para enfrentarse a diferentes contextos clínicos con confianza”.
Para los estudiantes del Máster Universitario en Psicología General Sanitaria, Santamaría ofrece consejos que enfatizan la importancia de aprovechar la oportunidad de aprendizaje en un entorno óptimo. “El alto nivel académico, las instalaciones y el profesorado están diseñados para potenciar el aprendizaje. Es una excelente ocasión para aprender de buenos compañeros, tejer redes de contacto profesional y absorber todo el conocimiento que se ofrece”.
Esta formación también incluye el valor de la especialización, fundamental para quienes deseen profundizar en áreas como la neuropsicología, la intervención en infancia y adolescencia, entre otros. “La combinación de un enfoque generalista, como el de Psicología General Sanitaria, con programas especializados amplía las oportunidades laborales y enriquece la preparación del profesional”.