El arte de reconstruir el pasado: la paleontología ilustrada como puente hacia la Ciencia

Desde pequeño, Óscar Sanisidro encontraba en la naturaleza su refugio y su mayor fuente de inspiración. Con una libreta de campo, acuarelas y lápices, observaba cada detalle de los paisajes, las plantas y los animales que encontraba en sus excursiones familiares. Aquellos bocetos infantiles fueron el primer trazo de un camino que lo llevaría a convertirse en paleontólogo e ilustrador científico.

«Siempre me ha fascinado la biología y el arte, y con el tiempo descubrí que podía unir ambas pasiones», confiesa. Estudió Biología en la Universidad de Valencia, donde llenaba sus apuntes de dibujos, y más tarde realizó su doctorado en el Museo de Ciencias Naturales de Madrid, especializándose en paleontología. Sin embargo, su verdadera vocación emergió cuando un profesor le propuso colaborar en un artículo acompañando este con ilustraciones científicas. Fue entonces cuando descubrió que sus dibujos podían ayudar a comprender mejor el pasado y esto le llevó a ser investigador del departamento de Ciencias de la Vida de la Universidad de Alcalá y también ilustrador científico.

UN PROCESO MINUCIOSO PARA RECONSTRUIR EL PASADO

El trabajo de Sanisidro no es simplemente arte; es una disciplina meticulosa que combina rigor científico con creatividad. «Cuando encontramos un fósil, rara vez está completo. Es como un puzzle al que le faltan piezas», explica. Para completar esas lagunas, recurre a la anatomía comparada y al estudio del árbol evolutivo de las especies. «Si tenemos solo una parte del esqueleto, buscamos parientes cercanos que puedan ayudarnos a reconstruir lo que falta con mayor precisión», puntualiza.

El proceso continúa con la reconstrucción anatómica, comenzando por los músculos y terminando con la piel, escamas o plumas. La tecnología ha facilitado enormemente esta labor: «antes, los ilustradores trabajaban con moldes de escayola y arcilla; hoy podemos usar modelos 3D que permiten mayor precisión y corrección de errores en tiempo real.»

Uno de los aspectos más fascinantes de su trabajo es saber cómo era el color de los animales extintos. «Curiosamente, sabemos más sobre el color de algunos dinosaurios de hace 150 millones de años que sobre mamíferos de hace cinco», señala. Gracias a la excepcional conservación de fósiles en China, se han hallado plumas con melanosomas, orgánulos que determinaban su pigmentación. «Comparando estos melanosomas con los de aves actuales, podemos deducir los colores de especies prehistóricas.»

LA ILUSTRACIÓN COMO HERRAMIENTA DE DIVULGACIÓN

Sanisidro es un firme defensor de la divulgación científica y considera que la paleontología es un «caballo de Troya perfecto» para acercar a los niños a otras disciplinas científicas. Como el mismo relata, «cuando un niño se interesa por los dinosaurios, está explorando conceptos de biología, geología, incluso física y matemáticas sin darse cuenta.»

Por ello, ha participado en la creación de guías ilustradas y exposiciones que acercan la paleontología al público general. Su última contribución ha sido con la Dino-guía, un libro dirigido tanto a niños como adultos en el que explica, a través de ilustraciones, la riqueza paleontológica de la Península Ibérica. «No solo tenemos fósiles increíbles en España, sino que muchos se encuentran en zonas despobladas, lo que convierte al turismo paleontológico en una oportunidad para revitalizar estas regiones», asevera el experto.

Pero también Sanisidro colabora ilustrando multitud de artículos científicos para sus colegas y recientemente colaboró con las ilustraciones que acompañaron los tablones expositivos de la exposición Cazadores de dragonesque pudo visitarse en el Museo Arqueológico y Paleontológico Regional. 

Su trabajo demuestra que la ciencia y el arte no son mundos opuestos. «Cada fósil, por más roto o pequeño que sea, tiene una historia que contar», afirma. Como si fuera un puzzle puede reconstruir el animal. Además, añade que «si sabemos cómo contarlo bien, podemos hacer que cualquiera se interese por la historia de la vida en la Tierra», afirma.

Este investigador sigue explorando nuevas formas de combinar ilustración y paleontología, convencido de que la divulgación es una responsabilidad compartida que incluso puede favorecer el turismo rural en la llamada España vaciada. «No basta con hacer ciencia, hay que comunicarla. Y si podemos hacerlo de forma visual y emocionante, mejor aún», señala.

Sus dibujos nos permiten asomarnos a un mundo que ya no existe pero, gracias a su talento, el pasado puede cobrar de nuevo vida a través de sus ilustraciones.