La Cueva de Els Trocs se ha convertido en un referente del Neolítico antiguo en la Península Ibérica y Europa occidental. Este yacimiento, situado en el Pirineo aragonés, ha revelado información clave que ha permitido caracterizar y definir mejor un momento trascendental en la historia de la Humanidad: la llegada de la agricultura y la ganadería y la transformación de las sociedades en grupos productores. En su interior se han hallado restos que destacan en tres ámbitos fundamentales: una de las mayores colecciones de cerámica neolítica, evidencias de trashumancia ganadera hace 7400 años y pruebas de un episodio de violencia extrema en un grupo familiar de la época.
El arqueólogo y profesor de la UNED, Íñigo García Martínez de Lagrán, ha participado en una investigación que ha dado lugar a una reciente monografía sobre la cerámica hallada en la cueva que sitúa a Els Trocs como un referente en el estudio de este material arqueológico. Hablamos con él sobre los hallazgos más impactantes de esta cueva.
Els Trocs ha resultado ser un yacimiento excepcional en varios aspectos. ¿Cuáles han sido los principales hallazgos?
Hablar de la excepcionalidad de Els Trocs nos obliga a reflexionar, en primer lugar, sobre la importancia del Neolítico, la invención de la agricultura y la ganadería y todo lo que ello conlleva, pues se considera el segundo gran paso de la Humanidad, hasta tal punto que el desarrollo tecnológico y social actual depende de este momento de la Prehistoria.
Con la agricultura y con la ganadería llegan los excedentes y una parte de la población no tiene que dedicarse a obtención de alimentos, por lo que empiezan a surgir otro tipo actividades y de grupos, por ejemplo, los artesanos, los sacerdotes, los comerciantes, etc. Además, con la producción de alimentos el entorno natural no agota sus recursos tan rápidamente y permite la sedentarización. No en vano, tras la llamada Revolución neolítica, llegará la Revolución urbana, la creación de las primeras ciudades. Y cuando existen excedentes y la población se reúne en agrupamientos grandes, lo que también surge es la diferenciación y las clases sociales. Por lo tanto, vemos cómo nuestra sociedad no es tan diferente, con una tecnología infinitamente más desarrollada, sí, pero similar en lo básico a la del Neolítico.
En este contexto, ¿por qué la cueva de Els Trocs es considerada un referente del Neolítico antiguo en la Península Ibérica y Europa occidental? Pues principalmente por la cantidad y la calidad de los datos que aporta y, sobre todo, por las posibilidades interpretativas y explicativas que ofrecen sus descubrimientos.
Esto se logró gracias a la colaboración de un equipo científico multidisciplinar en el que han participado varias instituciones como la Universidad de Valladolid, el Gobierno de Aragón o el CSIC, entre otros, y, especialmente, gracias al trabajo de un equipo humano excepcional liderado por Manuel Ángel Rojo Guerra, catedrático de Prehistoria de la UVa y codirector de las investigaciones junto a José Ignacio Royo Guillén.
Se ha hablado mucho de la colección de cerámica hallada en la cueva. ¿Por qué es tan relevante este hallazgo?
Els Trocs es, hoy por hoy, el yacimiento del Neolítico antiguo con mayor cantidad de cerámica de toda la Península Ibérica y probablemente de Europa occidental. Gracias a su cantidad y buen estado de conservación, la cerámica de Els Trocs se ha convertido en un referente para el estudio de este material en el Mediterráneo occidental. Con una colección tan grande podemos establecer el estilo o la estructura básica de la cadena operativa, es decir, una foto fija de qué formas tenían estos recipientes, de cuáles eran sus tamaños, con qué iconografías se decoraba, qué útiles empleaban para ello y mediante qué técnicas, etc.
Otro aspecto novedoso de la investigación ha sido la constatación de movimientos trashumantes en el Neolítico. ¿Cómo se ha llegado a esta conclusión?
En primer lugar, el estudio de restos vegetales y microvertebrados ha permitido constatar que la cueva se utilizaba estacionalmente en los meses de primavera y verano. La presencia de ciertas gramíneas cortadas entre junio y julio y de aves que solo habitan los Pirineos entre abril y septiembre indica una ocupación estacional de la cueva en los meses cálidos.
En segundo lugar, el análisis de más de 4.000 restos óseos identificados como ovicaprinos, mayoritariamente ovejas, ha revelado una evolución en el control y tamaño de los rebaños ovinos, así como la modificación de sus épocas de nacimiento, lo que evidencia un pastoreo complejo y altamente adaptado al entorno.
Finalmente, la prueba definitiva proviene del análisis de isótopos en el esmalte dental de las ovejas. Como la composición isotópica del agua y la vegetación varía con la altitud, la presencia de fluctuaciones en estos valores en los dientes indica que los animales se movían entre el valle (otoño e invierno) y las montañas (primavera y verano).
Estos datos han sido corroborados con estudios en ovejas trashumantes actuales, demostrando que los primeros pastores neolíticos ya practicaban la trashumancia de forma planificada y especializada. Además, hemos trabajado con el pastor transhumante Ramón Costa, quien realizó durante décadas una trashumancia muy similar a la que realizaban los habitantes neolíticos de Els Trocs. Esta colaboración nos ha permitido entender las rutas, la lógica de los desplazamientos y la viabilidad de este modelo de pastoreo.
Uno de los descubrimientos más impactantes han sido los restos de un episodio violento en la cueva. ¿Qué han revelado estos restos humanos?
Los restos humanos hallados en la cueva de Els Trocs revelan un episodio de violencia extrema ocurrido en el Neolítico antiguo. Se han identificado los esqueletos de cuatro subadultos y cinco adultos que, según los análisis genéticos, pertenecían a un mismo grupo familiar. Las evidencias forenses indican que fueron víctimas de una violencia perimorten grave, con heridas provocadas por flechas, algunas atravesando el cráneo, y golpes con un objeto contundente, posiblemente un hacha o una azuela pulimentada. A diferencia de otros restos neolíticos, no fueron enterrados de manera convencional, sino que sus huesos quedaron dispersos por la cueva durante siglos, lo que sugiere que pudieron haber sido conservados como reliquias o utilizados en algún tipo de ritual simbólico.
Aunque se desconoce el motivo exacto de la matanza, las hipótesis apuntan a conflictos entre grupos neolíticos rivales, posiblemente por el control de los pastos, o enfrentamientos entre los recién llegados agricultores y las comunidades de cazadores-recolectores locales. Un dato revelador es la ausencia de mujeres jóvenes y adultas entre los restos, lo que sugiere que pudieron haber sido raptadas.
Este episodio se suma a otros casos documentados en el Neolítico antiguo de Centroeuropa, como el de Talheim, en Alemania, donde se hallaron fosas con decenas de individuos asesinados con flechas y golpes en la parte trasera del cráneo, lo que indica ejecuciones o ataques durante una huida.
¿Qué implicaciones tienen los hallazgos de Els Trocs para nuestra comprensión del modo de vida de las primeras comunidades ganaderas en la Península Ibérica?
Pues es muy importante porque lo que nos indican estos datos es que el Neolítico que llega a la Península Ibérica está muy desarrollado en cuanto a sus tecnologías productoras, tanto agrícolas como ganaderas. En este caso, especialmente las ganaderas, vemos que estos grupos neolíticos no eran unos pastores con un parvo rebaño de unas pocas ovejas, al contrario, conocían perfectamente a sus ovejes y sus necesidades y, con el paso del tiempo gestionaron rebaños cada vez más amplios y complejos, por ejemplo, controlando los nacimientos o seleccionando los animales que realizaban la trashumancia.
Estos descubrimientos nos permiten también dar una explicación mucho más clara y coherente el proceso de neolitización peninsular. En Iberia en unos 300-400 años pasamos de tener cazadores-recolectores a estar poblada en su práctica totalidad por agricultores y ganaderos. En términos prehistóricos, este es un proceso muy rápido y siempre nos había intrigado y sorprendido a los científicos. Ahora podemos plantear que esta transición de únicamente tres o cuatro siglos pudo deberse, entre otras cosas, al gran desarrollo de la agricultura y la ganadería que llegan al confín occidental de Europa.
Este Neolítico llega con un bagaje de varios milenios y todo un continente adaptándose a diferentes paisajes y climas e interactuando con diferentes grupos locales de cazadores-recolectores. Todo ese conocimiento le otorgaría una gran resiliencia y adaptabilidad, y una gran capacidad de crecimiento. Esta es la imagen que vemos hoy del Neolítico peninsular y los datos de Els Trocs han reforzado y ampliado esta instantánea.