El IAPH presenta en Cádiz la restauración de un traje clásico de buzo de principios del siglo XX

El Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico, dependiente de la Consejería de Cultura y Deporte, ha dado a conocer los resultados de la restauración de un traje clásico de buzo de principios del siglo XX, propiedad de la Autoridad Portuaria de la Bahía de Algeciras (Cádiz). A la conferencia de presentación han asistido el subdelegado del Gobierno en el Campo de Gibraltar, Javier Ros, la delegada territorial de Turismo, Cultura y Deporte, Tania Barcelona, el presidente de la APBA, Gerardo Landaluce, y el director general del IAPH, Juan José Primo.

Los trabajos del IAPH han permitido, por un lado, solventar el deteriorio de las piezas -provocado por la fragilidad de los materiales y el paso del tiempo- y, por otro, mantener la estructura y forma del traje para su exposición en vertical, de manera que quien lo contemple pueda verlo tal y como si lo vistiera un buzo.

Dada la diversidad de los elementos constitutivos, las actuaciones se han abordado en las dos sedes del IAPH, en Sevilla y Cádiz. Mientras que el Centro de Intervención, en sus talleres del Monasterio de la Cartuja, ha llevado a cabo los tratamientos en el textil y reforzado el traje internamente con espuma de polietileno, el Centro de Arqueología Subacuática (CAS), también dependiente del IAPH, se ha encargado de la limpieza, estabilización de corrosión y protección de las piezas de metal.

El taller del IAPH ha intervenido también el traje de lona impermeabilizada.

El taller del IAPH ha intervenido también el traje de lona impermeabilizada.

Los criterios de restauración se han basado en el estudio previo y conocimiento exhaustivo de la obra, así como el máximo respeto a su integridad y valores culturales. La recuperación del equipo de buzo se ha logrado con una intervención mínima, estrictamente necesaria, que ha empleado métodos reversibles y materiales testados en conservación del patrimonio.

Las investigaciones del Instituto apuntan a que el conjunto pudo ser fabricado de forma íntegra en Barcelona por la empresa Gimeno Carbonell, proveedora de equipos de buceo para la Armada Española a mediados del siglo XX y principal contribuyente al desarrollo de esta actividad en nuestro país. Esta hipótesis está confirmada en el caso de las escafandras, que cuentan con las correspondientes marcas de autoría. Probablemente, el soporte textil también fuera elaborado por la misma compañía, que entre 1953 y 1957 se publicitaba como fabricante de «traje estanco para inmersiones submarinas».

El equipo fue utilizado por el personal de buceo de la antigua Junta de Obras del Puerto de Algeciras, organismo que había sido creado en 1906. Sus trabajos consistirían en reparaciones de embarcaciones, construcciones portuarias y recuperación de buques y objetos sumergidos.

Por otro lado, cabe recordar que en Cádiz, junto a El Ferrol y Cartagena, se había creado en el siglo XVIII la primera escuela de buceo de España, a raíz del naufragio del navío San Juan de Alcántara en 1786 frente a las costas de Peniche (Portugal). Estos tres departamentos de la Armada participaron con treinta buzos españoles y cinco extranjeros para recuperar 150 toneladas de monedas de oro y plata.

El traje clásico de buzo de Algeciras es una pieza singular y única en el patrimonio cultural de Andalucía. En España se conservan escasos ejemplares, algunos en colecciones de museos como el Massó de Bueu en Pontevedra y el Marítimo de Barcelona. Todos se inspiran, aunque evolucionados y perfeccionados, en el hito que supuso el primer traje de buceo cerrado, inventado en 1837 y patentado por Augusto Siebe.

Del traje, al detalle

El traje, confeccionado con lona impermeabilizada mediante caucho natural vulcanizado, presenta unas dimensiones de 147 x 189 cm. Se completa con dos escafandras o cascos de bronce y latón, dos botas y un escapulario de plomo, cuyos pesos servían como lastre para permanecer en el fondo del mar sin ascender a la superficie.

En la abertura del cuello cuenta con una junta de goma y doce orificios para encajar con las tuercas y pernos soldados en los cascos. De esta forma el conjunto quedaba estanco y el buceador podía trabajar en cualquier posición, seco y aislado del frío.