Margarita Rodríguez, Ana Fernández, Carolina Vidal, Susana Gisbert y María Gavilán durante la jornada ‘Aprendizajes jurídicos a partir del libro ‘Hijas del miedo y otro relatos sobre violencia de género». (Julián Rebollo)
“La vida de las mujeres está atravesada por las violencias desde que nacemos hasta que morimos”. Con esta frase la secretaria confederal de Mujeres, Igualdad y Condiciones de Trabajo, Carolina Vidal, abría una sesión formativa en la que, a partir de la publicación del libro Hijas del miedo y otros relatos sobre la violencia de género, se trataba de obtener enseñanzas sobre la aplicación de la perspectiva de género en los procedimientos judiciales. Celebrada en la sede confederal en formato mixto presencial y online, contó con la asistencia in situ de más de 60 personas, muchas de ellas de los Servicios Jurídicos del sindicato, que además disponen de los materiales para seguir profundizando y hacerlos llegar a más compañeros y compañeras.
Durante su intervención inaugural, Carolina Vidal agradeció tanto a los Servicios Jurídicos como a las integrantes de la Asociación de Mujeres Juezas su contribución y trabajo diario por la erradicación de las violencias contra las mujeres. En la primera mesa intervinieron Susana Gisbert, fiscala delegada de la sección de delitos de odio y contra la discriminación de Valencia y escritora; Ana Fernández, magistrada del Juzgado de lo Social J nº 2 de Móstoles, Madrid, y socia fundadora de AMJE; María Gavilán, jueza del Juzgado de Primera Instancia e Instrucción nº 3 de Arganda del Rey (Madrid) y Margarita Rodríguez, jueza del Juzgado de lo Penal nº 3 de Girona. Todas ellas abogaron por la necesidad de introducir la perspectiva de género para lograr una justicia más humana y eficaz, e hicieron un recorrido por las diferentes violencias (económica, vicaria, institucional, etc.) que se relatan y recrean en los diferentes capítulos del libro.
“Hasta hace poco no se pedía especialización a los operadores jurídicos”, señalaba Susana Gisbert, al tiempo que la magistrada Ana Fernández añadía que en los juicios “prácticamente no se escucha a las mujeres, a las personas”. Con todo, la jueza María Gavilán señalaba que uno de los objetivos del libro es “combatir la infradenuncia” e insistía en la idea de que, pese a los fallos que a veces puedan producirse, denunciar es la manera más efectiva de combatir y dejar de normalizar las violencias. Finalmente, Margarita Rodríguez reflexionaba sobre el concepto de la “credibilidad”: “He llegado a la conclusión de que la función de un juez no es creer o no creer a una víctima ( ..) Nuestro deber debe ser corroborar, y una vez que se corroboran los elementos concurrirá una condena; y cuando no se corrobora no significará que un hecho no haya pasado, sino simplemente que no podemos condenar».
Carolina Vidal recogía el testigo de los debates y trasladándolos a la práctica sindical reflexionaba sobre “la cantidad de bajas laborales que se han pasado en los servicios jurídicos intuyendo que detrás puede haber habido un caso de acoso sexual (…) Cuántas veces se han ido estas mujeres sin que fuéramos capaces de que nos contaran qué estaba pasando”. En este sentido, añadía la reflexión sobre “la culpa”. “Esa culpa que asfixia a las mujeres y que debemos asumir como sociedad”.
La intervención final de la jornada corrió a cargo de Gloria Poyatos, magistrada del Tribunal Superior de Justicia de Canarias (sala social), quien insistió en la necesidad de incorporar la perspectiva de género a las demandas para facilitar el trabajo de jueces y juezas. “Hay que transitar de la discriminación por razón de género o sexo a las violencias de género también en el ámbito laboral. Hay que hablar de violencias laborales, de violencias económicas en contextos sociales”, señalaba. Poyatos, quien realizó un repaso de los estereotipos de género que aún inciden en los procedimientos judiciales, señaló además el impacto de los cuidados en las vidas e las mujeres como un elemento crucial a tener en cuenta.
Finalizó Carolina Vidal precisamente refiriéndose a la necesidad de intervención del Estado en el desarrollo de un sistema estatal de cuidados, tal y como se lleva reclamando desde Comisiones Obreras de manera reiterada y con propuestas concretas durante estos últimos años. “Necesitamos dar pasos que entren de lleno a solucionar las desigualdades estructurales, que generan grandes grietas, brechas laborales que terminan concretándose en brechas salariales o en pensiones y prestaciones claramente discriminatorias. Necesitamos la intervención del Estado en el sistema de cuidados».