Intervención de la Mtra. Nancy Escobedo, directora de la Biblioteca Rafael Montejano y Aguiñaga de El Colsan, durante la inauguración de la exposición de ex libris, realizada el pasado 19 de junio

Muy buenos días a todas y todos, Dr. David Vásquez Salguero, presidente de El Colegio de San Luis, estimados colegas y amigos de la biblioteca, público en general, gracias por acompañarnos.

Es un gran honor para mí darles la más cordial bienvenida a la inauguración de la exposición “No soy Varón, soy Varona. Una ventana a los ex‑libris femeninos”, como parte de las actividades de vinculación con el Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora y que ahora se presenta en la Biblioteca Rafael Montejano y Aguiñaga de El Colegio de San Luis, para disfrute de todo visitante.

Antes de dar comienzo, me permito hacer una pausa para reconocer y agradecer ampliamente a todas las personas que contribuyeron para hacer posible esta exposición, en particular a Paola Garnica, Karen González, Maricruz Hernández y personal de Servicios al Público de la Biblioteca.

A continuación, permítanme guiarlos brevemente por este fascinante recorrido el cual parte con la pregunta obligada que coadyuva a ampliar la mirada de esta muestra:  y ¿qué es un exlibris?

El exlibris es una marca de propiedad —ya sea una estampa, etiqueta o sello— que se inserta en el reverso de la cubierta, en las guardas o en la página en blanco inicial de un libro para identificar a su dueño o la institución a la que pertenece.

Los ex‑libris nacen hace más de tres mil años en Egipto, cuando el faraón Amenofis III mandó grabar su nombre en pequeñas placas de barro para marcar sus rollos de papiro. Pero, el primer ejemplo conocido de un exlibris tal y como lo entendemos hoy en día data del año 1480 D.C, perteneció a Hildebrando de Brandenburgo quien fue un monje alemán, esta pieza fue grabada en madera y se encuentra resguardada en el Museo y Biblioteca de Filadelfia.

Antes de la imprenta, las marcas que asignaban propiedad a un libro eran las firmas manuales y marcas de fuego. Posterior a la imprenta (1450–1455), se empleó la Xilografía, calcografía, litografía, serigrafía, fotograbado y hoy en día se habla de los ex–webis refiriéndose al exlibris empleado en la web.

En la época renacentista, artistas como Alberto Dürer y después con modernistas de la Secesión Vienesa el ex‑libris pasó a ser una simple marca de propiedad a obra de arte en miniatura.

Bajo esta mirada histórica, se pretende invitar al visitante al asombro de esta práctica milenaria que, gracias a diferentes bibliófilos y coleccionistas alrededor del mundo, se continúa preservando.

Detrás de estas piezas exhibidas, se encuentra el bibliófilo José Ignacio Conde y Díaz‑Rubín (1932–1998) quien fue un personaje poblano y de origen español; abogado, erudito, bibliófilo, historiador y genealogista por vocación; que reunió una importante biblioteca personal formada con colecciones de diferentes personalidades del siglo XIX y XX y de libreros anticuarios con temáticas que abarcan desde la historia de la Nueva España hasta obras del siglo XX. 

Conde y Díaz Rubín como investigador de linajes y títulos nobiliarios, valoraba el patrimonio impreso, así reunió 1453 ex libris, de los cuales 250 de ellos tienen como figura central a la mujer.

Tras su fallecimiento en 1988, su colección se integró al Fondo Antiguo de la biblioteca Ernesto de la Torre Villar, del Instituto Mora, consolidándose como uno de los principales acervos de ex libris en México. José Ignacio, evidentemente también tenía su propio exlibris mismo que no podía faltar en esta exposición.

La curaduría de esta exposición estuvo a cargo de los bibliotecarios Berenice Colín y Ramón Aureliano adscritos a dicho Instituto, y surgió en el marco del cuadragésimo aniversario de fundación del Instituto Mora.

Así, esta muestra reúne 46 reproducciones de ex‑libris —esas pequeñas estampas de identidad bibliográfica— inspirados en la figura femenina y algunos otros creados a lo largo de los siglos por y para mujeres lectoras y bibliófilas.

Cada pieza nos habla de nombres, lemas y símbolos que revelan historias personales y colectivas: desde el delicado trazo floral hasta el ingenioso juego de palabras que invierte estereotipos de género. Al recorrerla, descubrirán, por ejemplo, el famoso ex‑libris de “Varona”, cuyo lema ‒ “No soy varón, soy Varona” ‒ nos invita a reflexionar con ironía acerca de las barreras que, durante siglos, limitaron el acceso de las mujeres al mundo de los libros.

Bajo este contexto, se puede considerar que esta exposición nos permite:

  • Dar a conocer al público los ex-libris del fondo antiguo que resguarda la biblioteca del Instituto Mora, provenientes de José Ignacio Conde, un acervo único y poco divulgado.
  • Visibilizar la presencia de mujeres en la bibliofilia, la lectura y su participación en la historia del libro.
  • Fomentar la investigación académica hacia temas históricos con perspectiva de género al documentar las características formales y temáticas de estos ex-libris, recordándonos que cada marca de propiedad encierra una voz, una identidad y un legado.
  • Al combinar arte, historia y discurso feminista, la muestra enriquece la conciencia cultural. Nos incita a reflexionar sobre la equidad de género en el patrimonio histórico y promueve la sensibilidad hacia la diversidad en la cultura visual.

Invito a todas y a todos a recorrer esta exposición, dejarse sorprender por la riqueza de los diseños y leer los lemas que testimonian la personalidad de las y los poseedores de estos exlibris. Permítanse dialogar con cada uno de ellos y, sobre todo, descubran la reivindicación feminista que subyace en cada trazo.

Sin mayor preámbulo declaro formalmente inaugurada la exposición “No soy Varón, soy Varona. Una ventana a los ex‑libris femeninos” siendo las 11:26 horas.

Muchas gracias y disfruten de este viaje por la memoria gráfica de algunas de varias de nuestras antecesoras lectoras.

Mtra. Nancy Elizabeth Escobedo Martínez

Dirección Biblioteca Rafael Montejano y Aguiñaga, El Colegio de San Luis.