“Investigar es otra manera de tratar humanamente a los pacientes, es buscar una solución donde parecía que no existía”

El doctor Manuel Ramírez Orellana, del hospital Niño Jesús, ha participado en el curso ‘Modelización Matemática y Análisis de Datos en Oncología’ de la Universidad de Cádiz

La Facultad de Ciencias ha acogido este lunes la inauguración del curso Modelización Matemática y Análisis de Datos en Oncología. El curso busca unir dos disciplinas en apariencia separadas por siglos de tradición científica, como son las matemáticas y la estadística, que, no obstante, están íntimamente relacionadas. La comprensión de los grandes volúmenes de datos, ya sea para medir la reacción de las células o el tiempo de recuperación de un paciente, es clave para mejorar los sistemas de atención sanitaria. Si quienes están recibiendo el tratamiento son niños, la comprensión de las cifras y su traslación a acciones que den resultados se hace más apremiante.

El encargado de ofrecer la lección inaugural de este curso fue el hematólogo Manuel Ramírez Orellana, responsable del laboratorio de investigación del Servicio de Oncohematología del Hospital Niño Jesús. Ubicado en Madrid, este centro destaca por combinar la excelencia científica con un entorno concienzudamente humano en el trato a sus pacientes, que son niños con diferentes patologías. En la fotografía que acompaña a esta entrevista, el doctor Manuel Ramírez aparece con María Rosa Durán, doctora en Matemáticas y directora del curso Modelización Matemática y Análisis de Datos en Oncología.

Ha inaugurado usted un curso sobre la aplicación del big data en la oncología ¿Es posible combinar la investigación, los números, la estadística, con el humanismo que acompaña a la medicina en general y, en su caso, a la pediatría?

Precisamente por eso lo hacemos, por eso investigamos. La investigación, por lo menos como yo la veo, es otra herramienta para mejorar la vida de estos niños. Es verdad que es una herramienta dirigida fundamentalmente para aquellos a los que la medicina no le soluciona sus problemas; en ese sentido, como investigador eres consciente de que trabajas para el futuro, no para el presente. Pero no es un trabajo sin una repercusión práctica: es otra manera de tratar humanamente a los pacientes, es intentar buscarles una solución cuando parece que no la hay.

Discúlpeme el símil, pero en ocasiones la lucha contra el cáncer se compara con la carrera espacial. Hace 20 años pensábamos que llegaríamos a Marte y también que el cáncer sería historia. ¿Son peligrosas las expectativas que se generan en la población en el campo de la medicina?

Tienes razón. Ése es un punto muy importante para mí personalmente, el de no propalar grandes expectativas, porque estás hablando otra vez de pacientes y de sus entornos. Es natural que, ante un caso grave, las familias se agarren a cualquier cosa que leen y eso, para mí, es un poco peligroso.

En cuanto a las grandes noticias o a las expectativas médicas hay que ser cautos porque en ciencia, que es lo que hacemos nosotros, hay mucha incertidumbre. Hay pocas veces en que el resultado de una investigación que está en curso sea definitivo, y a eso me refiero cuando hablo de no propalar falsas expectativas.  Es verdad que, con la investigación, se van consiguiendo pequeños triunfos, pero ¿cómo lo transmitimos sin caer en triunfalismos? No solo es cuestión del médico, también es cuestión de los medios de comunicación. Tú eres periodista y sabes que la misión de transmitir este tipo de informaciones no es sencilla. Por una parte, hay que mostrar la esperanza de un resultado, pero, al mismo tiempo, hay que ofrecer su perspectiva real. Eso no es fácil.

Vivimos en una sociedad dominada por la sobreinformación. Nos hablaba antes de las expectativas generadas por la investigación y los tratamientos. ¿Es un problema, en el caso concreto de su área de trabajo, cuando unos padres han leído que existe un caso parecido al de su hijo que se ha curado mientras que a ellos no se les ofrece solución?

Sí, nos encontramos en ocasiones son situaciones así, en las que la excepción o el caso puntual es más llamativo, pero no supone la tendencia habitual. En los pacientes, cada individuo es un caso particular y las respuestas que ofrece su organismo algunas veces son únicas. En medicina, no se puede generalizar. Por supuesto que se puede aprender mucho de respuestas sorprendentes, pero, insisto, no se puede generalizar. Aunque entiendo que quien está viviendo este tipo de situaciones lo haga. Es un tema muy delicado.

Doctor, hace unos 10 o 15 años, se sugería que con las células madre se iban a ofrecer tratamientos que lo curasen todo. Sin embargo, en 2025 prácticamente han desaparecido las referencias en los medios de comunicación. ¿Era otro caso de exceso de expectativas para la población en general?

Efectivamente. Y una de las causas es que, en la ciencia, también hay modas. Lo que planteas es verdad, hubo un boom de las células madre hace unos años. Pero eso no significa que no haya avances. Hay algunas terapias de este tipo que todavía siguen curando a pacientes. Por ejemplo, los trasplantes hematopoyéticos (un procedimiento médico que consiste en reemplazar las células madre de la sangre destruidas por enfermedad, quimioterapia o radioterapia por células sanas capaces de regenerar el sistema) se hacen con esta terapia. Pero hay que reconocer que aquellas promesas, esas expectativas, no se han cumplido al cien por cien.

El Hospital Niño Jesús colabora desde hace años con la Universidad de Cádiz. ¿Hasta qué punto es importante la relación entre los centros sanitarios y las universidades?

Es básica, es básica por muchos motivos. Fundamentalmente, los centros sanitarios tienen los individuos con sus problemas; y hay conocimiento para esos problemas, pero no es suficiente, hay que buscar más conocimientos, más experiencia, más puntos de vista diferentes, más expertise, más instrumentos para medir y prever. Y eso se encuentra en centros donde eso es el día a día, como es la Universidad. En el caso concreto de nuestra colaboración, eso lo aporta el grupo de María Rosa Durán. Todo ese conjunto de técnicas y saberes, en una fase posterior, hay que llevárselo a los pacientes con sus problemas concretos para tratar de solucionarlos. Yo lo veo así, por eso me gusta colaborar con profesionales que ven los problemas, mis problemas, con su enfoque, con su punto de vista y con su conocimiento. Eso para mí ha sido una gran riqueza.

Y para terminar, durante la clase inaugural del curso Modelización Matemática y Análisis de Datos en Oncología ha dicho una frase que creo que ha impactado al alumnado: la medicina no solamente es ciencia, sino que también es arte.

(Sonríe) Sí, efectivamente, la medicina es un arte. Eso no me lo he inventado yo, eso está ahí y quiere decir mucho. Es un arte que une la investigación con el trato al paciente, con saber comunicar, con crear ambientes más acogedores. Porque hay que ser consciente de que tú tratas con pacientes, personas que sufren, que tienen problemas. Tú, por supuesto, tienes conocimientos científicos, pero no son los únicos; tienen la misma importancia que la sensibilidad humana.

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