Rosa Montero (Madrid, 1951), autora imprescindible de la literatura contemporánea en español, visitó la UNED y tuvimos la oportunidad de conversar en profundidad con ella: un recorrido honesto y vibrante por los grandes temas que atraviesan su obra y su pensamiento. La escritora y periodista, reconocida por títulos como La ridícula idea de no volver a verte (donde explora el duelo y la cordura), El peligro de estar cuerda (una indagación sobre la creatividad y la locura) y la saga futurista de Bruna Husky, demostró su capacidad para abordar la complejidad de la existencia con profundidad, cercanía y un ingenio que desarma.
Escribir desde la incertidumbre, narrar una época
La autora de la serie de ciencia ficción protagonizada por Bruna Husky —su alter ego más feroz, más bestia, según sus propias palabras— ha mantenido una charla cercana y vibrante, en la que se han entrelazado ciencia, escritura, finitud, psicoanálisis y hasta predicciones tecnológicas. La escritora sostiene que “No escribes lo que sabes, sino lo que no sabes. Bajas a lo más profundo del inconsciente, y desde ahí conectas con algo más grande que tú. Los escritores somos médiums”, afirmó, y añadió: “Lo profundo de uno contiene el todo y un autor comprometido con su época debe ser reflejo de ella”.
Bruna Husky: la pantera que cuenta los días
A Montero se le iluminan los ojos al hablar de Bruna, la replicante protagonista de Lágrimas en la lluvia y otras tres novelas. “Es el personaje más cercano a mí”, confesó. “No porque mida dos metros y pueda tumbar a cualquiera de un revés — yo no, obviamente — sino porque, como ella, vivo obsesionada con la muerte”. Bruna, clon humano con fecha de caducidad, lleva la cuenta atrás de su vida con exactitud matemática, restando un día tras otro: “tres años, siete meses y seis días”, “tres años, siete meses y cinco días”… Y esa conciencia de la finitud, lejos de paralizarla, le permite devorar la vida a bocados.
La ficción no se elige, sino que te escoge a ti, nace del inconsciente y del latido interior, y el trabajo del escritor es seguirlo y aprender de él. Escribir ficción es una forma de poner palabras a lo innombrable del ser humano. Montero afirma que no escribe para representar nada concreto, ni siquiera desde una perspectiva de género, y que cada lector interpreta lo que desea. Señala que en toda novela se cuela inevitablemente la visión del mundo del autor: su cuerpo, sus experiencias, su historia. Sin embargo, esto puede dar lugar a contradicciones sorprendentes, como el caso de Tolstói, un misógino confeso que intentó escribir Ana Karenina como una crítica al progreso, pero acabó creando una novela profundamente feminista. Esto demuestra que a veces el contenido que emerge de una obra literaria puede ir más allá —e incluso en contra— de las intenciones del propio autor.
Una visionaria científica con los pies en el barro
La autora también sorprende por su capacidad de anticipación. Desde 2011, sus novelas de ciencia ficción han vaticinado, una tras otra, fenómenos tecnológicos y sociales que después han irrumpido en el mundo real: desde capas de invisibilidad basadas en materiales cuánticos reales, hasta el auge de sociedades misóginas, religiosas y fanáticas como el ISIS. “Intenté inventarme lo peor que pudiera imaginar… y la realidad fue peor”, admitió con una mezcla de ironía y asombro. “En Los tiempos del odio, que publiqué hace cinco años, el tema central de lo que sucede, es que hay un apagón eléctrico masivo en España y en Portugal”.
“Todo lo que aparece en mis novelas tiene una base científica real. Me encanta la neurociencia, la tecnología, la física. La ficción no es solo imaginación: también es una forma de conocimiento, una búsqueda de sentido”, explicó.
Palabra, empatía y UNED: el triángulo del conocimiento
Aunque cursó Psicología en la Complutense, reconoce que no aprendió mucho en esos años convulsos marcados por el cierre de la universidad y las constantes protestas estudiantiles. “Lo que sé, lo he aprendido por curiosidad, por lectura, por tres años de psicoanálisis… por obsesión”, comenta siempre con humor. Y sin embargo, reivindica con entusiasmo el papel de la educación pública y especialmente de la UNED: “Es una institución maravillosa. Una llave que abre el mundo. Y el conocimiento, además de ser libertad, es poder para gobernar tu vida”.
Su respeto por la UNED no se queda en la teoría: conoce su excelencia académica, su inclusión, su capacidad de llegar a quienes la universidad tradicional deja fuera. “Es un lujo del sistema educativo español. No exagero”, afirmó.
El diálogo tomó su propio rumbo, como lo hacen las buenas novelas, un paseo por el interior de una mente lúcida, intuitiva y extremadamente curiosa. Una autora que, desde la naturalidad, lleva al lector —o al oyente— a explorar paisajes internos. Su discurso, como su literatura, invita a adentrarse en los territorios incómodos y esenciales de la experiencia humana —la muerte, la búsqueda de sentido, la verdad de las palabras— con empatía, ironía y una mirada siempre abierta a la sorpresa.
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