Vivimos una emergencia en la financiación de la salud

El mundo se enfrenta a una emergencia en materia de financiación sanitaria, según la doctora Kalipso Chalkidou, directora de Financiación y Economía Sanitaria de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

En la rueda de prensa habitual de los viernes en Ginebra de las agencias humanitarias de la ONU, advirtió de que, a medida que los países más ricos realizan profundos recortes en el gasto, tanto la ayuda internacional como los sistemas sanitarios nacionales se enfrentan a graves perturbaciones.

Chalkidou destacó las recientes decisiones de Estados Unidos, varios gobiernos europeos y organismos de la UE de congelar o reducir la ayuda sanitaria.

Las previsiones indican que la inversión mundial en salud probablemente se reducirá hasta un 40% este año, lo que supone una disminución de 10.000 millones de dólares con respecto a los algo más de 25.000 millones de dólares de 2023.

Los 15.000 millones de dólares que se calcula que se gastarán en ayuda sanitaria reducirían la cifra al nivel más bajo de la última década.

Repercusiones en los países en desarrollo

Esta escasez de financiación está creando una emergencia financiera en materia de salud en muchos países en desarrollo, especialmente en el África subsahariana, que dependen de la ayuda externa para financiar sus sistemas de salud.

En numerosos países, los programas de asistencia sanitaria financiados por Estados Unidos eran la principal fuente de ayuda externa, representando hasta el 30% del gasto sanitario actual en países como Malaui, y alrededor del 25% en Mozambique y Zimbabue.

Desde 2006, la ayuda externa per cápita en los países de bajos ingresos ha superado constantemente el gasto sanitario nacional.

Muchos países subsaharianos se enfrentan a una creciente carga de la deuda —algunos gastan el doble en el servicio de la deuda que en salud— lo que dificulta la reasignación de recursos.

Las consecuencias son graves

Chalkidou se refirió a una encuesta de la OMS que muestra que los países están informando hoy en día de interrupciones en los servicios de salud «no vistas desde el pico de la COVID-19».

Para hacer frente a esta crisis, la OMS insta a los países a reducir su dependencia de la ayuda, aumentar los ingresos mediante la mejora de la fiscalidad —incluidos los impuestos sanitarios sobre productos como el tabaco y el alcohol— y colaborar con los bancos multilaterales para obtener préstamos a bajo interés para inversiones sanitarias rentables.

La OMS también tiene previsto asistir a la próxima Conferencia Internacional sobre la Financiación para el Desarrollo que se celebrará en Sevilla, donde se espera que los líderes mundiales aborden la crisis de la financiación sanitaria y, con suerte, asuman nuevos compromisos.

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