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AMÁN/GINEBRA, 20 de junio de 2025 – «En una guerra ya definida por su brutalidad, Gaza se tambalea ante una situación potencialmente letal. Actualmente, sólo el 40% de las instalaciones de producción de agua potable siguen funcionando en Gaza (87 de 217). Sin combustible, todas ellas dejarán de funcionar en cuestión de semanas.
Desde que se cortó toda la electricidad a Gaza tras los horribles ataques del 7 de octubre de 2023, el combustible se hizo esencial para producir, tratar y distribuir agua a más de dos millones de palestinos.
Si no se pone fin al actual bloqueo de más de 100 días al combustible que llega a Gaza, los niños y niñas empezarán a morir de sed. Las enfermedades ya están avanzando, y el caos está estrechando su cerco.
Mientras suenan las alarmas sobre la situación nutricional en Gaza -ayer mismo UNICEF informó de un aumento del 50% del número de niños y niñas de 6 meses a 5 años ingresados para recibir tratamiento por desnutrición aguda entre abril y mayo-, el agua no puede dejarse de lado.
En otras palabras: Gaza se enfrenta a lo que equivaldría a una sequía provocada por el hombre. Los sistemas hídricos están colapsando.
Sin embargo, como es obra del hombre, se puede detener. Ninguno de estos problemas es logístico o técnico. Son políticos. La negación se ha convertido en política. Si hay voluntad política, la crisis del agua se aliviará de la noche a la mañana: el combustible significaría que el agua fluye de cientos de pozos subterráneos y restablece el suministro en un día. Pero el tiempo se acaba.
Sin combustible, las plantas desalinizadoras, que ya funcionan con una capacidad reducida, dejarán de funcionar por completo, y las membranas críticas de la maquinaria se cerrarán, causando daños inmensos. Sin combustible, el transporte de millones de litros de agua a la población se detendrá. En los principales puntos de producción, un gran número de burros están empezando a sustituir a los camiones. Es el último aliento de un sistema que se derrumba. Un carro tirado por un burro apenas puede transportar 500 litros. Un camión, 15.000. E incluso los burros están descendiendo el ritmo: apenas hay comida para mantenerlos en movimiento.
El combustible es también el hilo que mantiene mínimamente funcional al sistema sanitario de Gaza. Sin él, los generadores de los hospitales se paran, la producción de oxígeno se detiene y las máquinas de soporte vital fallan. Las ambulancias no pueden moverse. Las incubadoras se quedan a oscuras. Negar el combustible no sólo corta el suministro: corta la supervivencia.
O el saneamiento: los sistemas de alcantarillado están rotos. Las aguas residuales fluyen ahora hacia los refugios improvisados y las tiendas de campaña. Ya hay casos sospechosos de hepatitis A y E, que son altamente infecciosas.
O la nutrición: igual que la crisis del agua está provocada por el hombre, también lo está la desnutrición que causa. En Gaza, estas dos crisis se alimentan mutuamente, creando un ciclo mortal. Cada día, una media de más de 110 niños y niñas (de 6 meses a 5 años) han sido ingresados para recibir tratamiento por desnutrición desde principios de 2025.
A principios de este mes, un amigo de Gaza me dijo: ‘Hemos aprendido a vivir sin muchas cosas. Sin nuestras casas, sin seguridad, sin seres queridos… pero no podemos vivir sin comida’.
Esta semana añadió: ‘Hemos aprendido a vivir sin muchas cosas. Sin nuestros hogares; sin seguridad; sin seres queridos… incluso hemos aprendido que podemos vivir sin comida durante una semana, o más… pero no podemos sobrevivir días sin agua’.
UNICEF es muy clara. Este es el momento más crítico de Gaza desde que comenzó esta guerra contra la infancia, un listón deplorable bajo el cual la población se hunde. Existe un bloqueo virtual; la ayuda humanitaria se está dejando de lado; la matanza diaria de niñas y niños en Gaza no se registra; y ahora una crisis deliberada de combustible está cortando a los palestinos el elemento más esencial para la supervivencia: el agua».
Para contribuir al trabajo de UNICEF en Gaza: www.unicef.es/colabora/unidos-por/unidos-por-gaza
Acerca de UNICEF
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Ildefonso González
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