Declaración de Anthony Lake, director ejecutivo de UNICEF, tras su visita a Siria
“Termino esta visita a Siria, junto con el Dr. Peter Salama, director regional de UNICEF, justo cuando se cumplen 5 años de guerra. La última vez que estuve aquí, en el año 2014, los sirios ya llevaban tres años sufriendo el conflicto. Ahora, el cese de hostilidades ofrece a la población siria una posibilidad para la paz.
La gente habla de esperanza en todos los lugares que he
visitado- Damasco, Homs, Hama y Al-Salameya. Esperanza de que habrá
paz, esperanza de que esa paz irá más allá de una hoja diplomática,
esperanza de que la paz volverá a su día a día. Los niños a los que
he conocido en las escuelas hablan de sus deseos para el futuro:
ser doctores, ingenieros o profesores.
Al adentrarme en el barrio de Al Waer, que ha estado sitiado
durante meses, he visto cosas que no vi cuando estuve aquí hace dos
años: tiendas abiertas, gente caminando libremente, niños
aprendiendo en clases en la superficie y no refugiándose en sótanos
por miedo a los francotiradores. Incluso, las personas desplazadas
por los enfrentamientos están regresando a la devastada antigua
ciudad de Homs.
Lo que es muy importante es que altos cargos del gobierno en
Damasco han acordado, junto con la Organización Mundial de Salud
(OMS) y otros aliados, entre los que se encuentra el Ministerio de
Sanidad, que podemos seguir adelante y elaborar e implementar, de
manera inmediata, un programa nacional de inmunización contra
enfermedades habituales en los niños. Esto requerirá un acceso
continuado a las zonas sitiadas y de difícil acceso, y que tanto el
gobierno como la oposición armada permitan que la asistencia llegue
a todos los niños sirios.
Pero a pesar de la esperanza, todavía sigue habiendo señales de
los estragos que la guerra ha causado en los niños. Hay barrios
destruidos por completo. Hace dos años, un centro para niños en Al
Waer, un antiguo orfanato, fue el objetivo de un ataque con mortero
que acabó con la vida de ocho niños e hirió a otros 30.
En Homs, los médicos me llevaron a una planta quirúrgica cuando
operaban a una víctima que acababa de recibir un disparo en la
cara. Solo disponían de instrumentos quirúrgicos antiguos con los
que poder extraer piezas de la destrozada mandíbula del paciente.
La anestesia estaba caducada.
Tanto los doctores, como las enfermeras y, en especial el padre
de la víctima, expresaron su indignación, no solo con el gobierno
que continúa denegando el acceso a suministros médicos y
quirúrgicos en esas zonas, sino también con Naciones Unidas y con
el mundo entero. No podemos culparle. El mundo ha permitido que
este sufrimiento continuara durante cinco largos años.
Con todos aquellos con quienes nos hemos reunido, junto a Hanaa
Singer, nuestra representante en Siria, nos hemos comprometido a
que UNICEF continuará haciendo todo lo posible para apoyar a Siria,
no solo en lo que se refiere a las necesidades humanitarias, sino
también a su recuperación y desarrollo.
De hecho, ese desarrollo está teniendo lugar actualmente, ya que
cada vez que educamos a un niño sirio, dondequiera que se
encuentre, estamos ayudando a construir el futuro de Siria.
En los últimos cinco años, UNICEF, junto con aliados como la
Media Luna Roja Siria, ha llegado a más de 10 millones de personas,
en su mayoría niños, con agua, servicios de salud y nutrición,
educación y orientación y apoyo.
Pero tenemos que llegar a muchos más niños. Hay más de 8
millones que necesitan asistencia: seis millones dentro de Siria y
más de dos millones que han escapado de la violencia a países
vecinos.
Haremos todo lo que esté en nuestras manos para superar este
reto”.