COVID-19: la pandemia ha provocado un aumento del hambre en todo el mundo

África registra el mayor incremento. El mundo, ante una coyuntura crítica, debe actuar ahora para dar un cambio de rumbo de aquí a 2030.

Una madre alimenta a su bebé en el este de Camerún

ROMA / NUEVA YORK, 12 de julio de 2021 – Ha habido un empeoramiento dramático del hambre en el mundo en 2020, han sostenido hoy las Naciones Unidas, que probablemente se relacione con las consecuencias de la COVID-19. Aunque el impacto de la pandemia aún no se ha podido mapear , un informe de varias agencias de la ONU estima que en torno a una décima parte de la población mundial, hasta 811 millones de niños y sus familias, se encontraban desnutridas el año pasado. Esta cifra sugiere que se necesitará hacer un esfuerzo tremendo para que el mundo cumpla su promesa de acabar con el hambre para 2030.

La edición de este año de El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo (página web en inglés) es el primer análisis mundial de este tipo en la era de la pandemia. Se trata de un informe conjunto de la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA), el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), el Programa Mundial de Alimentos (PMA) y la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Los informes anteriores ya habían advertido al mundo de que estaba en juego la seguridad alimentaria de millones de personas, entre ellos muchos niños y niñas. “Desafortunadamente, la pandemia continúa exponiendo las debilidades de nuestros sistemas alimentarios, que amenazan la vida y los medios de subsistencia de las personas en todo el mundo”, escriben los y las responsables de las cinco agencias de la ONU  en el Prólogo de este año.

Todos ellos continúan advirtiendo de una “coyuntura crítica”, al tiempo que depositan nuevas esperanzas en un mayor impulso diplomático. “Este año ofrece una oportunidad única para promover la seguridad alimentaria y la nutrición mediante la transformación de los sistemas alimentarios con la próxima Cumbre sobre los Sistemas Alimentarios de 2021, la Cumbre sobre Nutrición para el Crecimiento y la COP26 sobre cambio climático”. “El resultado de estos eventos”, añaden los cinco, “continuará dando forma a la […] segunda mitad de la Década de Naciones Unidas de Acción sobre la Nutrición”, un compromiso de política global que aún no ha alcanzado su objetivo.

Los números en detalle

Ya a mediados de la década de 2010, el hambre había comenzado a aumentar, frustrando las esperanzas de un descenso permanente. Resulta inquietante que en 2020 el hambre se disparase tanto en términos absolutos como relativos, superando el crecimiento de la población: se estima que alrededor del 9,9% de todas las personas del mundo sufrieron desnutrición el año pasado, frente al 8,4% en 2019.

Más de la mitad de todas las personas desnutridas (418 millones) viven en Asia; más de un tercio (282 millones) en África; y una proporción menor (60 millones) en América Latina y el Caribe. Pero el aumento más pronunciado del hambre se registró en África, donde la prevalencia estimada de la desnutrición (21% de la población) es más del doble que la de cualquier otra región.

También en otras métricas, el año 2020 fue sombrío. Más de 2.300 millones de personas (el 30% de la población mundial) carecían de acceso a una alimentación adecuada durante todo el año: este indicador, conocido como la prevalencia de inseguridad alimentaria moderada o grave, se disparó en un año tanto como en los cinco anteriores juntos. La desigualdad de género se profundizó: por cada 10 hombres con inseguridad alimentaria, había 11 mujeres en 2020 (frente a 10,6 en 2019).

La malnutrición persistió en todas sus formas, y los niños y niñas pagaron un precio elevado: en 2020, se estima que más de 149 millones de niños y niñas menores de cinco años sufrieron retraso en el crecimiento o eran demasiado bajos para su edad; más de 45 millones tenían desnutrición aguda o eran demasiado delgados para su altura; y casi 39 millones presentaban sobrepeso . Un total de 3.000 millones de adultos y niños no tuvieron dietas saludables, en gran parte debido a los costos excesivos. Casi un tercio de las mujeres en edad reproductiva sufren anemia. A nivel mundial, a pesar de los avances en algunas áreas (más bebés, por ejemplo, se alimentan exclusivamente de leche materna), el mundo no está en camino de alcanzar los objetivos de ningún indicador de nutrición para 2030.

Otros desencadenantes del hambre y la desnutrición

En muchas partes del mundo, la pandemia ha provocado recesiones brutales y ha puesto en peligro el acceso a los alimentos. Sin embargo, incluso antes de la COVID-19, el hambre se estaba extendiendo; los avances en materia de desnutrición retrocedieron. Esta situación se hizo más patente en las naciones afectadas por conflictos, fenómenos climáticos extremos u otras recesiones económicas, o que luchan contra una alta desigualdad. El informe identifica todos estos factores como los principales impulsores de la inseguridad alimentaria, que a su vez interactúan .

Siguiendo las tendencias actuales, El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo estima que no se alcanzará el Objetivo de Desarrollo Sostenible 2 (Hambre Cero para 2030) por un margen de casi 660 millones de personas, de las que unos 30 millones pueden estar relacionados con los efectos duraderos de la pandemia.

Qué se puede hacer (todavía)

Como ya se señalaba en el informe del año pasado, la transformación de los sistemas alimentarios es fundamental para lograr la seguridad alimentaria, mejorar la nutrición y poner dietas saludables al alcance de todos. La edición de este año va más allá y describe seis «caminos de transformación». Estos, dicen los autores, se basan en un «conjunto coherente de políticas e inversiones» para contrarrestar los factores que impulsan el hambre y la desnutrición.

Dependiendo del impulsor particular (o combinación de impulsores) al que se enfrenta cada país, el informe insta a los políticos a:

  • Integrar las políticas humanitarias, de desarrollo y de consolidación de la paz en las zonas de conflicto, por ejemplo, mediante medidas de protección social para evitar que las familias vendan sus escasos recursos a cambio de comida.
  • Aumentar la resiliencia climática en todos los sistemas alimentarios, por ejemplo, ofreciendo a los pequeños agricultores un amplio acceso a seguros contra riesgos climáticos y financiación basado en previsiones.
  • Fortalecer la capacidad de recuperación de los más vulnerables ante la adversidad económica, por ejemplo, mediante programas de ayuda en especie o en efectivo para reducir el impacto de las crisis como una pandemia o la volatilidad de los precios de los alimentos.
  • Intervenir a lo largo de las cadenas de suministro para reducir el costo de los alimentos nutritivos, por ejemplo, fomentando la siembra de cultivos biofortificados o facilitando el acceso de los productores de frutas y hortalizas a los mercados.
  • Abordar la pobreza y las desigualdades estructurales, por ejemplo, impulsando las cadenas de valor alimentarias en las comunidades pobres mediante transferencias de tecnología y programas de certificación.
  • Reforzar los entornos alimentarios y cambiar el comportamiento de los consumidores, por ejemplo, eliminando las grasas trans industriales y reduciendo el contenido de sal y azúcar en el suministro de alimentos, o protegiendo a los niños y niñas del impacto negativo de la comercialización de alimentos.

El informe también reclama un «entorno propicio para los mecanismos e instituciones de gobernanza» para hacer posible la transformación. Insta a los responsables de la formulación de políticas a realizar consultas amplias; empoderar a las mujeres y los jóvenes; y ampliar la disponibilidad de datos y nuevas tecnologías. Sobre todo, insisten en que el mundo debe actuar ahora; de lo contrario, los impulsores del hambre y la desnutrición se repetirán con creciente intensidad durante los próximos años, mucho después de que haya pasado el impacto de la pandemia.

GLOSARIO

Hambre: una sensación incómoda o dolorosa causada por una falta de energía derivada de la dieta. Privación de alimentos; no ingerir suficientes calorías. Se usa aquí indistintamente para desnutrición (crónica). Medido por la prevalencia de desnutrición (PoU).

Inseguridad alimentaria moderada: un estado de incertidumbre sobre la capacidad para obtener alimentos; riesgo de saltarse comidas o de que se agoten; verse obligados a poner en peligro la calidad nutricional y/o la cantidad de alimentos consumidos.

Inseguridad alimentaria grave: quedarse sin alimentos; experimentar hambre; en el caso más extremo, tener que pasar un día o más sin comer.

Malnutrición: condición asociada a deficiencias, excesos o desequilibrios en el consumo de macro y/o micronutrientes. Por ejemplo, la desnutrición y la obesidad son formas de malnutrición. El retraso del crecimiento o la desnutrición aguda infantil son indicadores de desnutrición.

Acerca de UNICEF

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Para más información

Belén de Vicente

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