Este es un resumen de lo dicho por Hamish Young, coordinador de emergencias de UNICEF en la Franja de Gaza en la rueda de prensa celebrada hoy en el Palacio de las Naciones de Ginebra
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GINEBRA/RAFAH (Gaza), 10 de mayo de 2024 – «Gracias y saludos desde Rafah, en Gaza. Llevo la mayor parte de los últimos 30 años trabajando en emergencias humanitarias a gran escala y nunca me había visto envuelto en una situación tan devastadora, compleja e imprevisible como ésta.
Cuando llegué a Gaza a mediados de noviembre, me sorprendió la gravedad del impacto de este conflicto en los niños y niñas e, increíblemente, ha seguido empeorando desde entonces.
Ayer recorrí Al-Mawasi, la llamada «zona humanitaria» a la que se dice que se desplacen los habitantes del este de Rafah. Más de 100.000 personas han huido de Rafah en los últimos 5 días y el flujo de desplazamientos continúa. Las carreteras a Mawasi están abarrotadas: cientos de camiones, autobuses, coches y carros tirados por burros cargados de personas y pertenencias.
Hoy he visto a alguien intentando trasladar su letrina sobre una carreta tirada por un burro, lo que da una idea de lo desesperada que está la gente. Los refugios ya se alineaban en las dunas de arena de Al-Mawasi y ahora es difícil dar un paso entre la masa de tiendas y lonas.
Las personas con las que hablo me dicen que están agotadas, aterrorizadas, y que saben que la vida en Al-Mawasi será, de nuevo, aunque parezca imposible, más dura. Las familias carecen de instalaciones sanitarias adecuadas, agua potable y cobijo. La gente está haciendo retretes improvisados cavando agujeros en el suelo alrededor de grupos de tiendas. La defecación al aire libre va en aumento.
Las personas desplazadas están expuestas a un riesgo aún mayor de enfermedades, infecciones, desnutrición, deshidratación y otros problemas de protección y salud. Más allá de unos pocos puntos de salud móviles y hospitales de campaña con capacidad limitada, el hospital más cercano está al menos a 4 km de distancia, suponiendo que la carretera para llegar a él sea segura. En Gaza, casi todo el mundo se ha visto desplazado más de una vez –algunos muchas veces–, por lo que corren un riesgo aún mayor.
Un padre me dijo, llorando, que sólo tenía malas opciones entre las que elegir. Ningún lugar es seguro para sus hijos.
Aunque parece imposible, de nuevo todo empeorará si no se reactivan las operaciones humanitarias en las próximas 48 horas.
Durante 5 días, no ha entrado combustible ni prácticamente ayuda humanitaria en la Franja de Gaza y estamos agotando los últimos suministros. Esto ya es un gran problema para la población y para todos los actores humanitarios, pero en cuestión de días, si no se corrige, la falta de combustible podría paralizar las operaciones humanitarias.
Sin combustible, las salas de maternidad del hospital emiratí no pueden funcionar, mientras allí nacen aproximadamente 80 bebés al día. Las mujeres embarazadas se quedan sin opciones para dar a luz a sus recién nacidos en condiciones seguras. Como hemos visto en otras partes de Gaza en los últimos siete meses, cuando los hospitales se quedan sin combustible los equipos que salvan vidas, como los respiradores y las incubadoras, dejan de funcionar. Sin combustible, las plantas desalinizadoras de agua y los pozos de agua no pueden funcionar, el sistema de alcantarillado no puede operar. Y nuestros camiones no pueden llevar la ayuda humanitaria crítica que salva vidas a las personas necesitadas.
Se prevé que mañana se agoten las reservas de alimentos para la población del sur, y la última panadería que funciona en la zona está a punto de quedarse sin combustible.
En un momento en que la gente se ve obligada a levantarse y volver a desplazarse, los suministros vitales que la sostienen y apoyan se han cortado por completo. Seamos muy claros: esto provocará la muerte de niños y niñas. Muertes que pueden evitarse.
Y luego están las familias que no pueden abandonar Rafah u optan por quedarse. Cientos de miles de niños y niñas están heridos, enfermos, desnutridos o tienen una discapacidad preexistente.
Según los informes, ya han muerto más de 14.000 niños y niñas; sin duda, una ofensiva terrestre en Rafah hará que esta cifra aumente drásticamente.
He pasado mucho tiempo en los hospitales que quedan en Gaza y las heridas que he visto son atroces. Es realmente difícil describir el impacto del armamento moderno en un niño de cuatro años. Lo que le hace a un cuerpo joven es incomprensible. He visto de primera mano a muchos, muchos niños que han perdido miembros, que han sufrido quemaduras horribles. Y, por supuesto, el impacto en la salud mental de todos los niños de la Franja de Gaza es terrible.
Los que trabajamos aquí estamos haciendo todo lo que podemos para mantener viva la respuesta humanitaria. Mantenemos la esperanza de que nuestros llamamientos al alto el fuego sean escuchados y se actúe en consecuencia, pero también estamos preparados para que este conflicto sin sentido siga conmocionando incluso a los más veteranos.
Necesitamos combustible inmediatamente. La ayuda debe fluir. Los rehenes deben ser liberados. Rafah no debe ser invadida. Y los niños y niñas deben ser protegidos, no asesinados».
Infancia en conflictos:
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