NO HAY EXCUSAS, NO A LA EXPLOTACIÓN SEXUAL INFANTIL
UNICEF pone en marcha la Campaña contra la Explotación Sexual Comercial Infantil en los Viajes
UNICEF-Comité Español junto con el
Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales y la Secretaría General de
Turismo, y con colaboración de otras organizaciones como la
Organización Mundial de Turismo (OMT), ECPAT (End Child
Prostitution, Child Pornography and Trafficking of Children for
Sexual Purposes), ECPAT España, la Federación de Asociaciones para
la Prevención del Maltrato Infantil (FAPMI), Policía Nacional e
INTERPOL, el Instituto para la Calidad Turística Española (ICTE),
la Oficina Española de la Organización Internacional del Trabajo
(OIT), la Agencia Española de Cooperación Internacional (AECI) y la
empresa hotelera HOTETUR, ponen en marcha una campaña contra la
explotación sexual comercial de la infancia en los viajes y en el
turismo.
La campaña tiene como principal
objetivo la prevención de la explotación sexual infantil mediante
la sensibilización de aquellas personas que viajan
desde España a destinos turísticos conocidos por la facilidad que
ofrecen para mantener relaciones sexuales con menores de edad.
La acción de sensibilización
pública (mediante materiales como folletos, carteles, pegatinas o
un vídeo) es sólo un parte de la Campaña contra la Explotación
Sexual Comercial Infantil en los Viajes. La campaña incluye,
además, otras acciones de sensibilización y formación más
específicas dirigidas tanto al sector turístico como a los medios
de comunicación y otros profesionales. A su vez, se está recabando
el necesario apoyo de la industria del turismo española, aliada
imprescindible para que las acciones de protección de los derechos
de los niños y las niñas tengan una mayor eficacia.
Los mensajes de la campaña de sensibilización se centran en dos
aspectos fundamentales:
- Mantener relaciones sexuales a
cambio de dinero con menores de edad vulnera los derechos
fundamentales de los niños y niñas, recogidos en la Convención
sobre los Derechos del Niño de 1989. En este sentido, este tipo de
explotación les causa graves daños físicos y psicológicos que
pueden poner en peligro su vida, incluidas enfermedades de
transmisión sexual como el VIH/SIDA; les hace muy vulnerables a
otros tipos de abusos como la esclavitud, el tráfico de personas o
el secuestro; les niega la educación y las posibilidades de
desarrollo personal y social, y en ocasiones, les acerca a la
delincuencia y las drogas, por lo que se les quita la esperanza de
tener un futuro mejor. - La explotación sexual
comercial de niños y niñas es delito en todos los países del mundo.
En muchos países, entre ellos España, este delito está perseguido y
supone penas de prisión aunque la explotación sexual del niño o
niña se produzca en otro país.
A pesar de que es difícil conseguir
estadísticas precisas dado el carácter clandestino de esta
actividad, se calcula que más de dos millones de niños y niñas son
víctimas de la industria multimillonaria de la explotación
sexual. Es principalmente la demanda local, y no la extranjera, la
que propicia la explotación sexual de la infancia: la explotación
sexual infantil en el turismo es sólo una parte del problema.
Sin embargo, este tipo de
explotación infantil incide tanto en los países destinatarios como
en los de origen de los turistas. Las causas profundas de la
explotación sexual de la infancia tienen que ver con la pobreza y
la disparidad económica; de hecho, la mayoría de los agresores
sexuales que buscan niños y niñas provienen de los países ricos
(Europa Occidental, EE.UU, Japón o Australia) y se dirigen hacia
países menos desarrollados (regiones del sur y sureste asiático,
Caribe, Centroamérica y países del este de Europa).
No hay excusas
Este tipo de abusadores ocasionales
se amparan en “excusas” para ejercer de explotadores sexuales. Con
el anonimato tienen una sensación de impunidad respecto a los
reproches sociales, morales y culturales que sufrirían en su propio
país. Asimismo, el o la turista puede suponer, de forma incorrecta,
que la explotación sexual infantil es culturalmente aceptable en el
país o zona de destino y puede justificar su explotación alegando
que al mantener relaciones sexuales a cambio de dinero está
ayudando al niño y a su familia.
El sentimiento de superioridad
económica o cultural puede hacerle ver a las personas y niños y
niñas de un país menos desarrollado como inferiores y justificar
así la explotación de la población local. Y, por último, otro error
es creer que los niños y niñas no tienen enfermedades como el
VIH/SIDA, cuando está demostrado que tienen un riesgo superior de
contraer la enfermedad.