Los derechos de la infancia secuestrados en Somalia

Los peores brotes de violencia desde hace años en Mogadiscio, la capital de Somalia, han obligado a más de 117.000 personas a desplazarse para salvar sus vidas. La violencia no cesa, por lo que se teme que haya más víctimas y más movimientos de población. Además, los almacenes y oficinas de UNICEF en Jowhar han sido saqueados y llevan semanas ocupados por grupos antigubernamentales. Esto pone aún más en peligro el bienestar y la supervivencia de miles de niños y niñas en la zona

Somalia es uno de los dos únicos países del mundo que no ha
ratificado la Convención sobre los Derechos del
Niño
. La situación del país es caótica, sin ungobierno estable que pueda, no sólo ratificar un
acuerdo internacional, sino garantizar en la práctica los derechos
de los niños y niñas que habitan el país.

Desde hace 18 años, las continuas luchas entre
los jefes tribales y la imposibilidad de que prospere ningún
gobierno, impiden la puesta en marcha de políticas
públicas
orientadas a la infancia. Los niños y niñas del
país ni siquiera disfrutan de un sistema educativo reglado y miles
de jóvenes han llegado a la mayoría de edad sin haber conocido la
estabilidad política ni la paz.

La red de distribución al borde del colapso

Durante los muchos años de inestabilidad, una amplia red
constituida por más de 100 organizaciones no gubernamentales y
basadas en la comunidad ha dependido cada vez más de los
suministros y la ayuda técnica de UNICEF para poder prestar todo
tipo de servicios sociales: desde los de salud y nutrición hasta
los de educación y protección.

Esa red, según Hannan Suleiman, Representante de UNICEF en
Somalia, «está ahora al borde del colapso» debido al saqueo de las
dependencias de UNICEF en Jowhar y a los constantes actos de
hostilidad contra los trabajadores de ayuda humanitaria.

La semana pasada, Suleiman exigió en una declaración pública «la
devolución inmediata de las instalaciones de Jowhar y de los
equipos y suministros saqueados».

Milicianos de grupos opositores al gobierno ocuparon las
instalaciones el 17 de mayo de este año, saqueando y destruyendo
gran cantidad de equipos, suministros y artículos de ayuda
humanitaria.

“Se trata de suministros que pueden representar la diferencia
entre la vida y la muerte», indica Wafa Saeed, jefa de la oficina
sobre el terreno de UNICEF. Entre los artículos del inventario
destruidos estaban:

  • Los suministros destinados a 40.000 niños y niñas amenazados
    por la desnutrición
  • Materiales imprescindibles para la continuación de la próxima
    campaña nacional de vacunación, como generadores de electricidad y
    equipos necesarios para mantener la cadena de frío y mantener las
    vacunas.
  • Además, la ocupación ha paralizado la puesta en marcha de la
    segunda ronda de una campaña de salud, que iba a beneficiar a 1,2
    millones de menores de 5 años y a 840.000 mujeres.

Perseverancia frente a los contratiempos

«Tenemos que hacer todo lo que sea necesario para seguir
ofreciendo ayuda»

Los 18 años de enfrentamientos armados en el sur y el centro de
Somalia han tenido consecuencias devastadoras para los niños, niñas
y mujeres. Saeed explica cómo hasta ahora UNICEF había realizado su
labor en las diversas zonas dominadas por distintos grupos armados,
y cómo por lo general se había respetado la neutralidad de la
organización: «Hemos mantenido una actitud muy transparente y
abierta con todas las partes en pugna con respecto a quién mantiene
el control», señala.

UNICEF ha logrado que varios aliados se hagan cargo de las
tareas de distribución de UNICEF mientras dure la ocupación de
Jowhar.

A pesar de la situación de inestabilidad, UNICEF continúa
trabajando sobre el terreno en el resto del país, colaborando con
sus aliados y abogando ante las autoridades para que se autorice el
acceso a los sectores de la población más necesitados de ayuda. En
los últimos años, UNICEF ha prestado su apoyo a más de 200 centros
de distribución de alimentos en Somalia.

«A quienes trabajamos sobre el terreno», dice Saeed, «ver lo que
está sucediendo, ver que las madres acuden a los centros con sus
hijos, es motivo de inspiración. Cuando una las ve, una se da
cuenta del valor de lo que estamos haciendo y comprende que tenemos
que hacer todo lo que sea necesario para seguir ofreciendo
ayuda».

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