Alertamos en un nuevo informe sobre la falta de protección y asistencia en Darfur Sur
La violencia ha destrozado el sistema sanitario y ha dejado a la población sin atención a causa de la falta de personal, suministros y medicamentos.
12/06/2025

© Abdoalsalam Abdallah
La violencia, la inseguridad y el hambre están devastando el sur de Darfur (Sudán) según el último informe que publicamos: Voces de Darfur Sur. El documento ilustra cómo el impacto de la violencia generalizada, un sistema sanitario en ruinas y una respuesta internacional inadecuada han llevado al límite las estrategias de supervivencia de la población.
«Las voces y las historias de la gente reflejan el sufrimiento, el abuso y la crueldad que se siente en todas las comunidades de Darfur Sur, pero también la resistencia y la compasión de la gente», afirma Ozan Agbas, nuestro responsable de emergencias en Sudán. «Con la protección civil colapsada y la ayuda humanitaria aún inadecuada, la población de este estado exige que se la escuche, atención y acción».
En 2023, Darfur Sur sufrió con intensidad el conflicto con combates que destruyeron hospitales e infraestructuras vitales. La presencia humanitaria se desintegró a medida que se recrudecían los enfrentamientos. Aunque los combates terrestres en esta zona han cesado por ahora, la inseguridad persiste y la población sufre una violencia atroz en carreteras, tierras de cultivo, mercados y hasta en sus propios hogares. También son habituales los informes sobre detenciones arbitrarias, robos y saqueos. Los ataques aéreos y con aviones no tripulados siguen golpeando este estado y otras partes del país.
Desde entonces, la respuesta de las organizaciones internacionales y las agencias de la ONU ha sido escasa, inconsistente y ha tardado en llegar. Recientemente se han observado algunos signos de mejora. Sin embargo, debido a las graves restricciones de acceso y más de dos años después del inicio del conflicto, los organismos de Naciones Unidas siguen sin estar sobre el terreno en Darfur Sur para dirigir y coordinar la respuesta y las ONG se mueven con cautela.
El informe también señala que pese a las complejidades y los obstáculos, existen posibilidades y oportunidades para que las organizaciones humanitarias trabajen en el estado a través de asociaciones locales y modelos basados en la comunidad.
La violencia ha destrozado el sistema sanitario, y la gente carece de una atención adecuada debido a problemas agravados por la guerra: las instalaciones han sido destruidas, dañadas o abandonadas; el personal sanitario ha huido o ya no recibe salarios; los suministros escasean; y la población lucha por costearse el transporte para llegar a lo pocos centros sanitarios operativos.
«Llevo tres días sin comer nada… No sé qué me pasará de camino a casa. Tengo miedo, porque los que mataron a mi marido quizá me hagan lo mismo a mí».
Desplazada en Darfur Sur
Violencia sexual
En Nyala, capital de Darfur Sur, apoyamos al Hospital Docente de Nyala y al Hospital Rural de Kas. Actualmente, también asiste en la reconstrucción el Hospital Universitario de la ciudad. Cuando en 2024 los equipos de MSF llegaron al centro, se lo encontraron parcialmente reducido a escombros, con los tejados derrumbados, las paredes agujereadas por las balas y el material médico saqueado.
MSF hemos dado prioridad a los edificios que antes albergaban el banco de sangre, las salas de cirugía, las salas de hospitalización y el laboratorio. Si bien la situación ha mejorado, el informe advierte de que las altas tasas de ocupación de camas aumentan los riesgos de mortalidad si no se aumenta el personal. Así mismo, la probabilidad de que se propaguen infecciones entre los pacientes se eleva sustancialmente.
También hemos habilitado clínicas de atención primaria y puestos de salud con especial foco en la salud sexual y reproductiva, dada que la violencia sexual está muy extendida en la región. Solo entre enero de 2024 y marzo de 2025, atendimos a 659 supervivientes, donde el 56% de ellas fueron agredidas por no civiles.
«Cuando las mujeres intentan salir del campo a cultivar… pegan, torturan… No hay forma de salir… La hija de mi tía fue violada por seis hombres, hace solo seis días… Me siento insegura porque si salgo me violarán”, explicó en noviembre del año pasado una mujer de 25 años de Darfur Sur que vive en un campo de desplazados.
El peaje de las enfermedades no transmisibles y desatendidas
El acceso a los medicamentos es otro problema más que agrava la salud de los pacientes y desplazados que llegan a los hospitales de Darfur Sur. La imposibilidad de trabajar dificulta la compra de fármacos necesarios para los pacientes: “A veces, venimos aquí [Hospital de Kas], y nos dan medicinas. A veces, si no hay fármacos o si nos dan una receta, iremos a una farmacia privada. Pero si no tenemos dinero esperamos a que mejore. Hoy me recetaron algunos medicamentos, y me dijeron que los comprara en la farmacia. Pero no tengo dinero”, explicaba una mujer de 30 años.
La pérdida de familiares o hijos por no poder conseguir un medicamento es algo a lo que se enfrentan muchos sudaneses de la región. El informe destaca el testimonio de un hombre, que había traído a su hija desde al Geneina al Hospital Universitario de Nyala. Este era el segundo hospital al que acudía en busca de tratamiento para su cardiopatía crónica.
Después de esperar casi tres semanas con la esperanza de que se encontrara una solución, el hombre tomó la decisión de pedir el alta para su hija y llevársela a casa: “Necesito irme ya, necesito que le den el alta. Tengo que volver a casa, necesito trabajar, y entonces quizá pueda comprarle medicinas”. Iba a llevarse a su hija a casa para que muriera porque “todo el dinero [que tenía] se ha acabado”.
Hasta ahora, nuestros equipos no han podido ofrecer ni apoyar la atención de enfermedades no transmisibles o crónicas, como las cardiovasculares, el cáncer, las enfermedades respiratorias crónicas y la diabetes. Estas enfermedades eran muy frecuentes en Sudán antes de que estallara la guerra y, ahora, las posibilidades de tratamiento son inexistentes o inaccesibles. Se trata -según el informe- de muertes y sufrimientos silenciosos y dolorosos, provocados por la guerra, que no se reflejan en las estadísticias, y que no se ven ni se registran.
Tasas alarmantes de desnutrición
La inseguridad se entrelaza con el hambre, ya que la amenaza de la violencia ha cortado el acceso a las tierras de cultivo y a los ingresos. «Nuestras granjas están completamente destruidas, no tenemos nada. Mataron a mi marido hace cuatro meses. Ahora no tenemos nada», nos dijo una mujer desplazada interna de 21 años en la localidad de Beleil. «Llevo tres días sin comer nada… No sé qué me pasará de camino a casa. Tengo miedo, porque los que mataron a mi marido quizá me hagan lo mismo a mí».
Entre enero de 2024 y marzo de 2025, apoyamos programas en Darfur Sur que trataron a más de 10.000 niños y niñas menores de 5 años con desnutrición aguda y proporcionaron tratamiento nutricional a miles de mujeres y niñas embarazadas y lactantes desnutridas.
El informe advierte de que la crisis de desnutrición se puede deteriorar aún más con la inminente llegada de las estaciones de lluvias y el aumento de los precios de los alimentos.
Financiar las organizaciones locales
El informe señala que, al final son las comunidades quienes trabajan solidariamente para superar los efectos de la violencia. Los vecinos se apoyan mutuamente, compartiendo sus alimentos. Grupos de jóvenes retiran escombros y municiones sin detonar, y compran medicinas para los desplazados que viven en su barrio. Los profesores trabajan gratis en edificios saqueados.
Ante la escasez de organizaciones internacionales, hemos apoyado iniciativas locales para ayudar a gestionar cocinas comunitarias, dar comidas a escolares y asistir a puestos de salud gestionados por voluntarios. La organización está reparando 200 bombas manuales que proporcionan agua potable en toda la ciudad y ha rehabilitado la principal estación de agua de Nyala.
También estamos llevando a cabo un programa específico de distribución de alimentos para apoyar a las familias de los pacientes del programa de nutrición ambulatoria. Como parte de este, hemos entregado alimentos a más de 6.000 familias en varios puntos del estado.
Estos programas demuestran que es posible apoyar las iniciativas locales y mejorar los servicios cuando se combinan la determinación, la creatividad y la voluntad de asumir riesgos, explica Ozan Agbas: «Las organizaciones locales de Darfur tienen los conocimientos y la experiencia necesarios para prestar servicios esenciales. Dar a estos equipos de primera línea suministros, financiación y poder de decisión contribuirá sustancialmente a salvar vidas«.
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