La Corte Suprema de Justicia de la Nación se encuentra a días de resolver uno de los expedientes más trascendentales del calendario político y judicial argentino: la causa Vialidad, donde la ex presidente y ex vicepresidente Cristina Fernández de Kirchnerfue condenada a seis años de prisión e inhabilitación perpetua para ejercer cargos públicos por corrupción en la obra pública durante sus gobiernos.
Frente a la alta probabilidad de que el máximo tribunal confirme la sentencia —siguiendo la línea de la Cámara Federal de Casación Penal en 2024, que a su vez avaló el fallo del TOF 2 de 2022—, el kirchnerismo entró en modo de emergencia. Este lunes por la tarde, dirigentes, legisladores y referentes sindicales del espacio se reunirán de forma urgente en el Instituto Patria, verdadero búnker del relato populista, para coordinar una respuesta política ante lo que consideran una avanzada judicial.
“Hay una idea de hacer algo”, deslizaron fuentes cercanas a la ex mandataria, sin descartar la posibilidad de convocar a una movilización en caso de que la Corte ratifique la condena. La reunión promete contar con la presencia de diputados del oficialismo, senadores y operadores del kirchnerismo que buscan definir los próximos pasos frente a un fallo que podría dinamitar cualquier ambición electoral residual de Cristina Kirchner.
La Corte podría resolver el caso amparándose en el artículo 280 del Código Procesal Civil y Comercial, una herramienta que permite rechazar recursos extraordinarios sin necesidad de reabrir la causa, lo que dejaría firme la sentencia por corrupción. La próxima reunión plenaria del máximo tribunal está prevista para el martes 10 de junio.
En paralelo, lejos del perfil bajo, Cristina Kirchner se mostró desafiante durante un acto político en Corrientes, donde ofició de madrina en el lanzamiento de la candidatura a gobernador de Martín Ascúa, actual intendente de Paso de los Libres. Desde allí, volvió a ubicarse como víctima del sistema judicial y los medios, desplegando su ya habitual retórica de persecución.
“Salió el anuncio y se desataron los demonios, y comenzaron a pedir desde todos lados que me metan presa. Eso es lo que uno lee. No hay que enojarse, hay que estar atentos. Todo esto con editoriales que dicen ‘está acabada, acorralada’. Si estoy tan así, ¿por qué no me dejan competir y me derrotan políticamente? Dale, mirá cómo tiemblo”, ironizó la ex mandataria, desafiando a sus detractores.
Sin moderación, repitió varias veces la idea de que podría ir presa y trazó un paralelismo con fechas trágicas de la historia del peronismo, en un intento por capitalizar simbólicamente el victimismo:
“Me podrán meter presa. El mes de junio es un mes tremendo para el peronismo. El lunes vamos a organizar en el partido un homenaje a los fusilados en José León Suárez. Y el otro lunes se cumplen 70 años de los bombardeos… Me gatillaron en la cara porque me quieren presa o muerta. Lo que nunca van a poder evitar que vuelva es el pueblo, que tiene una identidad y que tiene una historia en la Argentina”, enfatizó.
Durante su intervención —de aproximadamente 35 minutos— también defendió su decisión de buscar una banca en la Legislatura provincial, lo que muchos analistas interpretan como un claro retroceso político: de la presidencia de la Nación a la arena legislativa local.
“Para los más jóvenes, que seguramente no lo saben, en el ‘62 Perón, desde el exilio, fue candidato a vicegobernador de Framini en la provincia de Buenos Aires. Por supuesto no le habilitaron la candidatura. Esto no es una obra de teatro o una película, la historia del peronismo es otra cosa. Cada uno tiene que estar en el lugar que más sirve y donde mejor puede ayudar a una organización política que devuelva al pueblo un poco de felicidad”, sentenció Cristina, una vez más apelando al mito y la épica para encubrir el trasfondo judicial que la acecha.