Las empresas han de seguir avanzando en derechos humanos en un entorno incierto y regulatorio más exigente

La evolución del compromiso empresarial con los derechos humanos y el impulso que supone el nuevo entorno regulatorio han sido el eje central de la sesión celebrada hoy en el marco del Ciclo Esade – Fundación SERES, bajo el título “Empresa y derechos humanos. ¿Estamos avanzando?”. Un encuentro que ha puesto el foco en el paso de un modelo voluntario (soft law) a uno de cumplimiento obligatorio (hard law), especialmente a raíz del impulso legislativo de la Unión Europea, y en los desafíos y oportunidades que este cambio representa para el tejido empresarial.

“Los derechos humanos son una cuestión estratégica, y una verdadera palanca de transformación. Invertir en debida diligencia permite anticipar riesgos, conocer mejor la cadena de valor y construir una estrategia más resiliente y sostenible, fundamental en el contexto de incertidumbre en el que nos encontramos hoy”, ha señalado Ana Sainz, directora general de Fundación SERES. También ha explicado cómo en Fundación llevan más de siete años trabajando con las empresas para avanzar en una gestión madura y estratégica de los derechos humanos: “A través de nuestros LabS Derechos Humanos, acompañamos a las empresas para entender y gestionar mejor el impacto que genera el negocio sobre los derechos de las personas, con un enfoque que abarca toda la cadena de valor y con el objetivo de avanzar hacia una estrategia centrada en las personas y orientada al largo plazo”.

Por su parte, Ignasi Carreras, profesor y director de los Programas de formación directiva para ONG del Instituto de Innovación Social de Esade, ha querido recalcar el complicado momento que estamos viviendo debido al conflicto geopolítico actual, subrayando que “esto puede impactar también en el desempeño y en el compromiso de las empresas con los temas de ESG”. Además, ha recordado que durante décadas las empresas han ido avanzando, “menos de lo que se querría, pero mucho más de lo que teníamos en etapas anteriores”, y que este avance se ha producido “a partir de compromisos voluntarios, guías de buenas prácticas y compañías pioneras que han marcado el camino”. Finalmente, ha destacado que “en los últimos años, la Unión Europea ha establecido un marco regulatorio, especialmente la Directiva sobre diligencia debida de las empresas en temas de sostenibilidad, que obliga a las empresas a identificar, prevenir, mitigar y rendir cuentas por impactos negativos en derechos humanos y medio ambiente, tanto en sus operaciones como en toda su cadena de valor”, y ha subrayado que “esta normativa nos brinda la oportunidad de repensar a las empresas como actores comprometidos con los derechos humanos”.

Una ventaja competitiva en el corto, medio y largo plazo 

A lo largo de la sesión, todos los participantes han coincidido en que, aunque persisten retos importantes, el avance de las empresas en la gestión de los derechos humanos es una realidad. La transición hacia un cumplimiento normativo más exigente no solo obliga a las empresas a adaptarse, sino que también abre la puerta a un liderazgo transformador desde el compromiso con los derechos humanos.

Esteban Beltrán, director de Amnistía Internacional España, ha defendido que “los gobiernos y empresas europeos deben mostrar su compromiso de una vez con el respeto a los derechos humanos en sus operaciones y colaborar en la transposición de la Directiva de Debida Diligencia en cada país, que representa un avance histórico”. Asimismo, ha instado a las instituciones a no diluir el alcance de esta normativa: “Cumplir con los derechos humanos no puede ser algo voluntario para las empresas”.

Desde el ámbito empresarial, Anna Villà, ESG Expert en Cellnex Telecom, ha señalado que, si bien “la implementación del marco legislativo europeo sobre derechos humanos es un reto, también es una oportunidad para reforzar nuestro compromiso y liderazgo, fomentando un entorno más justo y responsable en todas nuestras operaciones”. Entre los principales desafíos, ha destacado la inestabilidad del entorno regulatorio, que genera incertidumbre en la toma de decisiones; la dificultad de integrar de forma efectiva los derechos humanos en operaciones y cadenas de suministro no siempre preparadas para ello; y la necesidad de cambiar el enfoque tradicional de gestión de riesgos, mirando no solo lo que afecta a la empresa, sino también cómo la actividad empresarial impacta en su entorno. A estos se suman la exigencia de una mayor transparencia y la necesidad de convencer internamente sobre el valor estratégico de invertir en este tipo de procesos.

Carlos Monjas, gerente de Relación con Comunidades y Derechos Humanos de Repsol, por su parte, ha valorado positivamente los avances logrados en los últimos años, destacando que, si bien la regulación no ha sido el principal motor del trabajo de la compañía en esta materia, sí ha contribuido a reforzar y estructurar los esfuerzos en derechos humanos: “La estrategia siempre ha sido estar cerca de los negocios, de la operación, de las dificultades, de los riesgos operativos. Solo cuando las áreas corporativas estamos cerca de los negocios, hacemos real la integración proactiva de los derechos humanos”. En este sentido, ha subrayado la importancia de llevar los compromisos a la práctica desde fases tempranas de los proyectos y de forma sistemática. “Trabajar bien en estos temas es una ventaja competitiva en el corto, en el medio y en el largo plazo”, ha concluido.

El Ciclo de Conferencias Esade – Fundación SERES ha congregado desde 2011 a 150 ponentes en más de 50 encuentros para acercar tendencias, experiencias y buenas prácticas empresariales en el ámbito social.