En Haití, UNICEF y sus aliados ayudan a que los niños y niñas empleados en el servicio doméstico recuperen sus derechos
En Haití es frecuente que los niños y niñas realicen trabajos domésticos en esas condiciones. A esos niños se les conoce como restaveks, que en creole significa literalmente «quedarse con». La mayoría de los niños y niñas empleados en el servicio doméstico provienen de las zonas rurales y se les envía a vivir con otras familias con la esperanza de que de esa manera tengan una vida mejor. Pero la realidad no cumple esa expectativa
Andre no conoce su nombre real ni
sabe cuántos años tiene. Dice que su madre murió cuando él era muy
pequeño y que lo enviaron a trabajar con otra familia, ya que su
padre no podía cuidarlo. Así se convirtió en «restavek» En el país
hay unos 173.000 niños en situación similar a la
de Andre, lo que representa más del 8% de los niños y niñas de
cinco a 17 años de edad.
Penurias económicas
Los restaveks son los primeros en
levantarse y los últimos en irse a la cama, y durante todo el día
deben realizar labores agotadoras.
Andre cuenta que, además de no recibir paga por su trabajo, tampoco
se le suministran artículos de primera necesidad, como prendas de
vestir y calzado, y que se le obliga a dormir en el suelo.
Andre recuerda como su «madre anfitriona» escupía
en el suelo y le decía que debía terminar una tarea antes de que la
saliva se secara.
Con frecuencia recibía palizas violentas, especialmente cuando
trataba de fugarse. Tenía prohibido mirar a nadie a los ojos.Aislado y ridiculizado, Andre sólo tenía un amigo.
Se trataba de otro restavek a quien había conocido después de
escuchar sus gritos cuando recibía una paliza en una casa
cercana.
Vulnerables a la explotación
La explotación de los niños y niñas
en el servicio doméstico se agrava debido a las penurias económicas
que sufre gran parte de la población de Haití, donde muchas de las
familias que reciben a los restaveks también viven en situación de
pobreza. Más de la mitad de la población del país sobrevive con
menos de un dólar por día, y el 76% de los habitantes dispone de
menos de dos dólares diarios.
Haití ratificó la Convención sobre
los Derechos del Niño en 1994. Sin embargo, y
debido a que no cuentan con protección adecuada, los restaveks
siguen sufriendo la violencia, la explotación y el maltrato.
«A los niños y niñas restaveks se
les priva de los derechos más básicos de la infancia, como el
derecho al cuidado de sus padres, el derecho al juego, el derecho a
la libre expresión y el derecho a no ser sometidos a abusos físicos
y sexuales», afirma Njanja Fassu, Oficial de Protección de la
Infancia de la oficina de UNICEF en Haití.
Educación y apoyo psicosocial
La atención psicosocial y el apoyo
a los niños y niñas que trabajan como empleados domésticos
constituyen aspectos prioritarios de las labores de UNICEF en
Haití. En su mayoría, los niños y niñas restaveks no pueden ejercer
sus derechos ni dar a conocer sus necesidades.
Jean-David (no es su nombre real)
tenía 11 años cuando lo alejaron de su familia.
Cuando se le pregunta cuáles son las actividades infantiles que más
le gustan, responde tímidamente: «Me gusta limpiar».
«Debemos redoblar nuestros
esfuerzos por desprogramar a estos niños», dice Wenés Jeanty,
Director de Foyer Maurice Sixto, una organización que trabaja con
niños empleados en el servicio doméstico y que recibe ayuda de
UNICEF. «Estos niños están acostumbrados a retirarse a otra
habitación cuando entra un miembro de la familia para la que
trabajan. Sus opiniones jamás son tenidas en
cuenta, y por eso rara vez dicen lo que piensan. Aquí tratamos de
modificar ese comportamiento. Tratamos de enseñarles a relacionarse
con los demás y a recuperar la autoestima».
Los niños condenados al servicio
doméstico también se sienten aislados por elestigma que representa ser restavek. Andre, quien
con la ayuda de su hermano logró finalmente huir de la cruel
familia que lo empleaba, ha reanudado sus estudios escolares. «No
hablo de mis experiencias con mis compañeros ni con nadie más. No
quiero que nadie sepa lo que viví», confiesa.
La reunificación de las familias
Wenés Jeanty recalca la importancia
de que los niños se reúnan con sus familias biológicas. Cuando eso
no resulta posible, la organización Foyer Maurice Sixto encuentra
familias sustitutivas que les dan empleo.
Gracias a una iniciativa para que
los niños restaveks se reúnan con sus familias, que cuenta con el
respaldo de UNICEF, Jean-David pudo visitar recientemente a su
madre. «Hacía cuatro años que no la veía», comenta el niño, «de
manera que fue algo muy emocionante. Me sorprendió
la casa de mi madre, porque es más pequeña de lo que la
recordaba».
Algunos restaveks permanecen hasta
una década separados de sus familias, y en algunos casos, cuando
regresan a sus hogares se enteran de que sus padres han muerto.
UNICEF también brinda apoyo a
varios programas dirigidos a las familias anfitrionas y orientados
a que mejoren la calidad de vida de los niños que emplean en el
servicio doméstico. Jean-David dice que mantiene buenas relaciones
con su familia anfitriona porque le permiten asistir diariamente al
centro Foyer Maurice Sixto. Agrega que desde que aprendió aleer y escribir su vida ha cambiado profundamente,
y que se siente bien en el centro porque allí «todos los niños son
iguales».