La educación primaria gratuita ya es una realidad en Swazilandia
Thulani Gama sólo tiene 13 años pero ya es el cabeza de familia de sus dos hermanos mellizos, de 10 años. Su padre falleció de una enfermedad relacionada con el VIH/SIDA y su madre se marchó recientemente de casa para buscar trabajo en Mbabane, la capital de Swazilandia. Desde allí les manda dinero y les visita poco, ya que su sueldo de empleada doméstica no le deja muchos ahorros ni tiempo libre. Gracias a un nuevo programa del Gobierno de Swazilandia que cuenta con el apoyo de UNICEF, Thulani, Samkelo y Samkelisiw reciben educación primaria gratuita.
Swazilandia es el país con la tasa de prevalencia del VIH/SIDA
más elevada del mundo, ya que afecta a uno de cada cuatro adultos.
Un 10% de los niños ha perdido al menos a un progenitor por el
VIH/SIDA, por lo que miles de huérfanos, y de niños como Thulani y
sus hermanos están al frente de sus hogares. Y uno de cada cinco
niños en edad escolar primaria no va a clase.
Por ello, el Gobierno de Swazilandia se ha propuesto incrementar
el acceso de los niños vulnerables a la educación. En 2005 se
aprobó una ley que instituyó la primera fase de la educación
escolar primaria gratuita, que abarca los dos primeros grados del
ciclo escolar primario. El programa irá incorporando gradualmente
un grado por año hasta 2015, cuando cubrirá los siete grados del
ciclo escolar primario.
A pesar de los avances logrados por el programa de educación
primaria gratuita, los responsables de educación de Swazilandia
reconocen que poner en práctica iniciativas educativas requiere
tiempo. «Queríamos disponer de tiempo suficiente para construir
aulas, poner en práctica un enfoque estructurado y contratar
maestros», dice Israel Simelane, Director de Educación del
Ministerio de Educación y Capacitación de Swazilandia.
Apoyo de la Unión Europea
Para alcanzar dichos objetivos, se empezaron a utilizar
materiales de aprendizaje basados en la participación que
complementan la capacitación de los docentes y garantizan una
educación de calidad. Asimismo, se abasteció de libros a las
escuelas y, con apoyo financiero de la Unión Europea, el Gobierno
de Swazilandia implementó un plan de subvenciones que consiste en
asignar a todas las escuelas primarias unos 60 dólares por
estudiante para cubrir los gastos de mantenimiento y suministro de
electricidad y agua corriente.
Este apoyo financiero también permite que algunas escuelas
ofrezcan diariamente un nutritivo almuerzo a sus alumnos. En la
escuela primaria de Entfubeni, donde estudia Thulani, los
voluntarios comunitarios sirven a los estudiantes gachas y
frijoles, que constituyen la única comida fuerte que hacen al día
Thulani y sus hermanos.
«Todos los niños se quejan de que extrañan a sus madres. A veces
vienen a clase con problemas que una debe ayudarles a resolver. A
veces llegan tan hambrientos que tengo que ir a mi casa a buscar
comida para ellos», explica Simphiwe Simelane, la maestra de los
pequeños.
Al igual que Thulani, varios alumnos de la escuela han superado
la edad escolar primaria. Estudian en los grados inferiores porque
nunca antes habían tenido acceso a la educación. Simelani explica
que, a pesar de que a los niños de mayor edad les resulta difícil
sentarse en clase con sus compañeros más jóvenes, saben que si no
reciben educación primaria tendrán pocas oportunidades en el
futuro. «Me alegra mucho que se haya implantado la educación
gratuita. Rezo para que Thulani siga estudiando”, concluye la
maestra.
Hacia los Objetivos del Milenio
Esta semana se celebra el décimo aniversario de la Iniciativa de
Naciones Unidas para la Educación de las Niñas, así como una
conferencia en Senegal que lleva por título Generando
empoderamiento: Educación e Igualdad. Durante la última década se
han registrado notables avances en materia de educación infantil,
pero aún quedan 72 millones de niños en el mundo sin
escolarizar.
Muchos países no sólo no cumplieron en 2005 la meta fijada para
entonces por los Objetivos de Desarrollo del Milenio de eliminar
las desigualdades entre los sexos en la enseñanza primaria y
secundaria, sino que parece poco probable que lo vayan a conseguir
en 2015. En términos económicos, habría que invertir 16.000
millones de dólares adicionales cada año a partir de ahora, según
los datos del Informe de Seguimiento de la Educación para Todos en el
Mundo 2010 de la UNESCO.