¿Puede la Flor de la Proximidad ser más inclusiva para personas con discapacidad?

25.11.2024

La flor de la proximidad es una de las herramientas más empleadas actualmente por los responsables del urbanismo a la hora de planificar las ciudades bajo la perspectiva de la proximidad, también conocida como la Ciudad de los 15 minutos. Este modelo busca fomentar la movilidad de proximidad a través de medios de transporte menos contaminantes, principalmente andando o en bicicleta. Para ello, se cuenta con la Flor de la proximidad, en la que las personas pueden situar los usos de la ciudad que quieran encontrar cerca de su casa sobre un esquema de una flor, en la que su domicilio sería el centro de la misma, y cada pétalo una categoría de uso (p.e., ocio, salud, trabajo, educación, cultura y espacio público). Pero, ¿responde esta herramienta a las necesidades de las personas con algún tipo de discapacidad? Eso es lo que se ha propuesto conseguir un equipo de investigadoras de la UPM que ha puesto en marcha el proyecto UNIQUE, en colaboración con la Asociación PUEDO.

Tradicionalmente, las personas con discapacidad han sido excluidas de los procesos de consulta y participación para la creación de ciudades más amables para todos, y, sobre todo, de los estudios y análisis que sean más novedosos.

 “La Ciudad de la Proximidad, que ha copado un gran número de proyectos de investigación e intervención en los últimos años para conseguir ciudades donde tengamos los usos esenciales cerca de casa, todavía tiene la tarea pendiente de incluir a personas con discapacidad”, explica Alba Ramírez, investigadora de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de la UPM y coordinadora del estudio junto a Andrea Alonso, Investigadora Principal del proyecto.

UNIQUE, que cuenta con financiación de la Unión Europea a través del programa IMPETUS, busca revertir esta situación. “Nuestro objetivo es recopilar las necesidades y puntos de vista de las personas con discapacidad en el marco de las ciudades de proximidad. En concreto, queremos actualizar la Flor de la Proximidad para que las todas las personas puedan participar en los procesos de consulta en igualdad de condiciones, y puedan ver sus necesidades cubiertas”, asegura Ramírez.

Para lograrlo, el proyecto comprende dos fases, una de diagnóstico (que acaba de concluir) y otra con actividades específicas de difusión y testeo que tendrán lugar a lo largo de los próximos meses.

La impresión de la flor, el primer problema

En la primera fase de diagnóstico, el equipo de investigadores trabajó con dos focus group integrados por personas con discapacidad.  En el primero, se presentó a los participantes el proyecto y se les entregó una flor en el formato habitual para que intentaran completarla a la vez que localizaban y señalaban todas las barreras para su participación efectiva en la actividad. En el segundo, se trabajó en buscar posibles soluciones que abordaran las barreras encontradas en la primera sesión. 

“La primera barrera y más evidente la reportaron las personas con ceguera total al encontrarse frente a un dibujo impreso que no podían ver y, por tanto, no podían completar. También se detectaron barreras de comunicación y en el lenguaje por parte de las personas con discapacidad cognitiva y auditiva, ya que consideraban que las instrucciones y conceptos utilizados eran confusos y esto les obligaba a pedir aclaraciones de manera muy frecuente. Las dimensiones de la flor dentro del folio también fue objeto de debate, ya que el tamaño de los pétalos también condicionaba su comodidad a la hora de completar el ejercicio”, explican los investigadores.

La segunda fase permitirá la puesta en marcha de acciones más concretas.

“Además de la Flor de la Proximidad accesible, que será el principal resultado del proyecto, y que permitirá a las personas con discapacidad acceder a los procesos de participación ciudadana donde se utilice esta herramienta, junto a la Asociación PUEDO se están coordinando y desarrollando tareas de organización, desarrollo, extracción de conclusiones y difusión. Esto permitirá que las personas con discapacidad dejen de ser un mero objeto de estudio y se conviertan en sujetos activos del proceso de investigación”, explica Alba Ramírez.

Además, con el objetivo de crear un impacto y unas sinergias con otros actores sociales implicados en el desarrollo del urbanismo, toda la información y materiales generados están disponibles en la web del proyecto (unique.aq.upm.es) de modo que tanto los técnicos como los investigadores puedan acceder a ellos y utilizarlos.

“Es un proyecto que no pretende mantener en privado los resultados, sino que confía en que, mediante su difusión, se mejore la inclusión de las personas con discapacidad en el ámbito del urbanismo en general y de la ciudad de la proximidad en particular” concluye.