El precio del trabajo infantil
El Día Mundial contra el Trabajo Infantil (12 de junio) se centra este año en las peligrosas condiciones a las que se enfrentan unos 115 millones de niños en el mundo, y llama a la acción urgente para detener esta práctica. Ésta es la historia de Agustín y Santiago, dos hermanos que trabajan en la mina de Cerro Rico, en Potosí, (Bolivia).
Por Thomas Nybo
La vida de Agustín Leandro, de 13 años de edad, gira en torno a
la mina. Vive en una choza justo en la entrada de una de las minas
de Cerro Rico, en la ciudad de Potosí, donde trabajó durante dos
años excavando en busca de oro. Solo le pagaban el equivalente a
tres dólares por día, así que lo dejó y ahora, en lugar de trabajar
como minero, trabaja como guía de grupos que visitan la
mina.
Cerro Rico lleva más de 400 años en funcionamiento y está
considerada una de las minas más peligrosas del mundo. «No hay
muchos niños trabajando aquí, es demasiado peligroso. Para
conseguir el mineral, necesitas bajar a mucha profundidad. La
mayoría de los chicos trabajan en minas que son menos profundas y
más fáciles», dice Agustín.
Un estudio conjunto de UNICEF, el Instituto Nacional de
Estadísticas y la Organización Internacional del Trabajo (OIT)
estima que hay unos 7.000 niños trabajando en las minas de oro y
plata de las ciudades bolivianas de Potosí, Oruro y La Paz.
Impacto en salud y educación
El Ministerio de Trabajo de Bolivia ha categorizado las minas
como una de las peores formas de trabajo infantil, debido a su
impacto en la salud de los niños y en el acceso a la educación.
Reducir el trabajo infantil forma parte del logro de los Objetivos
de Desarrollo del Milenio de reducción de la pobreza, acceso a la
educación, VIH/SIDA e igualdad de género.
Dentro de la mina, el ambiente es claustrofóbico y el aire,
pobre. Cuando realiza las visitas guiadas, Agustín distribuye
lámparas y cascos de plástico a cada miembro del grupo, antes de
guiarles hacia el interior de la mina.
Durante el trayecto, Agustín se para en un santuario, donde los
mineros piden protección contra los accidentes a un dios llamadoTío Jorge. El grupo deja obsequios como cigarrillos y
alcohol, esperando que Tío Jorge responda llevándoles
directamente hasta los más ricos minerales de la montaña.
Uno de los niños que trabaja en la mina es Santiago, el hermano
de Agustín, de 15 años. Él consigue llegar a los lugares que son
demasiado estrechos para los mineros mayores. Rompe la roca y
empuja el oro, a través de una brecha, para que llegue a uno de los
mineros que espera en la galería principal con una vagoneta.
Cuando la vagoneta esté llena, lo empujarán a través de un
estrecho túnel que conduce al mundo exterior. Santiago entonces
saca con una pala el contenido de la vagoneta y lo deja sobre el
suelo para que lo recoja un camión. Es parte de un duro ciclo que
repetirá a lo largo de todo el día.
Pobreza y desintegración familiar
Santiago y Agustín viven en una choza que hay justo a la entrada
de la mina, con sus hermanas y su madre, que con frecuencia los
deja para trabajar en una granja lejana. Ninguno va a la escuela.
Como muchos mineros que trabajan largo tiempo en las minas, el
padre de Agustín murió por una enfermedad pulmonar. Aquellos que
han vivido y trabajado cerca de la mina durante años dicen que la
esperanza de vida de un minero es de unos 40 años.
«La pobreza y la desintegración familiar son dos de las causas
más comunes del trabajo infantil en las minas», dice Sandra
Arellano, Oficial de Protección Infantil de UNICEF en
Bolivia. El gobierno boliviano, con el apoyo de UNICEF, ha
anunciado recientemente nuevas medidas para proteger a los niños de
la explotación laboral.
“Hay una bonificación por los niños que van a la escuela con
regularidad. Se trata de una contribución a los ingresos de
la familia para cubrir el coste de los materiales educativos, que
indirectamente previene el trabajo infantil», explica.
Para Agustín y Santiago, la vida en la mina es todavía el rostro
de la oportunidad del momento. Cuando la tarde se pone, Santiago
escucha su llamada y empuja la vagoneta hacía el interior de la
mina, una vez más.