Sudán: «Nos golpearon y nos violaron allí mismo, en la carretera, en público»
Advertimos del uso de la violencia sexual contra menores de edad en Sudán y denunciamos el déficit de las instituciones para la asistencia médica-humanitaria .
28/05/2025

© Corentin Fohlen/Divergence
Las mujeres y niñas de la región sudanesa de Darfur viven bajo el riesgo constante de sufrir violencia sexual. Médicos Sin Fronteras (MSF) advertimos que la verdadera magnitud de esta crisis sigue siendo difícil de cuantificar, ya que los servicios siguen siendo limitados y las víctimas tienen dificultades para buscar tratamiento o hablar de sus experiencia. Sin embargo, todas las supervivientes que hablan con nuestros equipos en Darfur y al otro lado de la frontera, en Chad, cuentan historias espeluznantes de violencia brutal y violaciones. Con hombres y niños también en peligro, la magnitud del sufrimiento es inconcebible.
«Las mujeres y las niñas no se sienten seguras en ningún sitio. Las atacan en sus propias casas, cuando huyen de la violencia, cuando van a por comida, a recoger leña o a trabajar en el campo. Nos dicen que se sienten atrapadas», afirma Claire San Filippo, coordinadora de emergencias de MSF. «Estos ataques atroces y crueles, que a menudo implican a múltiples agresores, deben acabar».
La violencia sexual se ha extendido tanto en Darfur que muchos testigos hablan escalofriantemente de ella como algo inevitable. «Algunas personas venían por la noche a violar a las mujeres y se lo llevaban todo, incluidos los animales», explica una joven de 27 años al equipo de MSF en Darfur Oeste. «Los hombres se escondían en los aseos o en algunas habitaciones que podían cerrar, como mi marido y mis hermanos, porque si no los mataban. Las mujeres no nos escondíamos porque para nosotras sólo eran palizas y violaciones, pero a los hombres los mataban».
«La violencia sexual no es una consecuencia natural o inevitable de la guerra, puede constituir un crimen de guerra, una forma de tortura y un crimen contra la humanidad«, advierte San Filippo. «Las partes beligerantes deben exigir responsabilidades a sus combatientes y proteger a la población de esta violencia repugnante. Deben ampliarse inmediatamente los servicios para las supervivientes para que tengan acceso al tratamiento médico y la atención psicológica que necesitan desesperadamente».
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Supervivientes de la violencia en Sudán en Chad, tras cruzar la frontera, 19 de abril de 2024.© Corentin Fohlen/Divergence
Entre enero de 2024 y marzo de 2025, MSF atendimos a 659 supervivientes de violencia sexual en Darfur Sur. En ese periodo de tiempo, constatamos que:
- El 86% declararon haber sido violadas.
- El 94% de los supervivientes eran mujeres y niñas.
- El 56% afirmó haber sido agredidas por un miembro del ejército, la policía u otras fuerzas de seguridad o grupos armados no estatales.
- El 55% declaró haber sufrido violencia física adicional durante la agresión.
- El 34% sufrió violencia sexual mientras trabajaba en los campos o se desplazaba a ellos.
- El 31% eran menores de 18 años, el 29% adolescentes (entre 10 y 19 años), el 7% menores de 10 años y el 2,6% menores de 5 años.
Estas cifras alarmantes probablemente subestiman la verdadera magnitud de la violencia sexual en Darfur del Sur.
La situación es similar en otros lugares donde podemos brindar atención a las supervivientes, como en el este de Chad, que actualmente acoge a más de 800.000 personas refugiadas sudanesas. En Adré, casi la mitad de las 44 supervivientes atendidas por MSF desde enero de 2025 eran niñas y niños. En la provincia de Wadi Fira, entre enero y marzo de 2025, MSF tratamos a 94 supervivientes, de ellas, 81 eran menores de edad.
Los testimonios de pacientes y cuidadores tanto en el este de Chad como en Darfur (Sudán) lo confirman. Un hombre contó al equipo de MSF en Murnei, Darfur Oeste: «Hace tres meses había una niña de 13 años que fue violada por tres hombres. La cogieron y la violaron y luego la abandonaron en el valle», explica. «Después llamaron a algunas personas para que se la llevaran al hospital. Yo fui una de ellas. Era una niña pequeña».
Actualmente, nuestros equipos siguen atendiendo a nuevas supervivientes de violencia sexual. En Tawila, donde sigue llegando gente tras los ataques al campo de Zamzam, y en El Fasher, Darfur Norte, el hospital recibió a 48 supervivientes de violencia sexual entre enero y principios de mayo, la mayoría desde el inicio de los combates en el campo de Zamzam en abril.
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© Corentin Fohlen/Divergence
Violaciones grupales
Muchas supervivientes afirman haber sido violadas por más de una persona. En Metché, también en el este de Chad, 11 de las 24 supervivientes tratadas entre enero y marzo de 2025 fueron atacadas por múltiples agresores: «Cuando llegamos a Kulbus, vimos a un grupo de tres mujeres con algunos hombres de las RSF [Fuerzas de Apoyo Rápido] custodiándolas. Las RSF también nos ordenaron que nos quedáramos con ellas. Nos dijeron: ‘Sois las esposas del ejército sudanés o sus chicas’, y luego nos golpearon y nos violaron allí mismo, en la carretera, en público. Había nueve hombres de la RSF. Siete de ellos me violaron. Quería perder la memoria después de aquello», explicó a MSF una superviviente de 17 años.
En algunos casos, los agresores acusaron directamente a las supervivientes de apoyar al otro bando: «Tengo un certificado de enfermería de primeros auxilios. [Cuando nos detuvieron], los RSF me pidieron que les diera mi bolsa. Cuando vieron el certificado dentro, me dijeron: ‘Quieres curar al ejército sudanés, ¡quieres curar al enemigo!’. Posteriormente quemaron mi certificado y me violaron. Había otras mujeres, incluida mi hermana, pero los de la RSF les pidieron que se quedaran en el suelo. Sólo me violaron a mí, por mi certificado».
Deficiencia de la atención médica
«El acceso a los servicios para las supervivientes de violencia sexual es deficiente y, al igual que la mayoría de los servicios humanitarios y sanitarios en Sudán, debe ampliarse urgentemente. Las personas -en su mayoría mujeres y niñas- que sufren violencia sexual necesitan urgentemente atención médica, incluido apoyo psicológico, y servicios de protección. La atención debe adaptarse desde el principio para mitigar las numerosas y abrumadoras barreras a las que se enfrentan las supervivientes cuando buscan atención médica tras sufrir violencia sexual», afirma Ruth Kauffman, responsable médica de emergencias de MSF.
Las consecuencias físicas y psicológicas son inmediatas y duraderas, y pueden poner en peligro la vida de la víctima. Sin embargo, persisten las dificultades para acceder a la atención y protección médicas debido a la falta y escaso conocimiento de los servicios que existen, al elevado coste de los desplazamientos a los centros y a la reticencia a hablar de los abusos por vergüenza, miedo al estigma o a las represalias.
«No puedo decir nada a la comunidad porque sería una vergüenza para mi familia. Hasta ahora no había dicho nada de lo que me ha pasado. Ahora sólo pido ayuda médica. Tenía demasiado miedo para ir al hospital. Mi familia me dijo: ‘No se lo digas a nadie'», contó a MSF una superviviente de 27 años en el este de Chad.
Con el objetivo de atender a las víctimas, a finales de 2024, MSF formó y equipó a las comadronas y trabajadores sanitarios comunitarios de Darfur Sur -el estado con mayor número de desplazados de Sudán- para que proporcionaran anticonceptivos de emergencia y primeros auxilios psicológicos a las supervivientes. También se facilitó la derivación de supervivientes a clínicas de atención primaria y hospitales secundarios de MSF para que recibieran una atención integral. Desde la incorporación de este modelo comunitario, MSF ha observado un fuerte aumento del número de mujeres y adolescentes que buscan atención.
MSF pide a las partes beligerantes que cesen los ataques brutales y las violaciones sistemáticas a mujeres y niñas y que se garantice la protección de la población civil, respetando las obligaciones que les impone el Derecho Internacional Humanitario de proteger a la población civil. Ante las dificultades para acceder a las víctimas, MSF también hace un llamamiento a ampliar urgentemente los servicios médicos y humanitarios para las supervivientes de violencia sexual en Darfur y el este de Chad.
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