
La proliferación incontrolada de guerras, la lluvia ácida, el apocalipsis final, sin refugio ni esperanza de retorno. Las tablas del Teatro Apolo se convirtieron anoche en un pedazo del desierto del Sahara en plena recta final de la humanidad con la obra ‘Nada ni nadie’. Una intensa tragicomedia que llegaba de la mano del siempre inquieto y estimulante programa Delicatessen, que coordina Axioma Teatro dentro de la programación de temporada del Área de Cultura, Tradiciones y Fiestas Mayores del Ayuntamiento de Almería.
‘Nada ni nadie’ es una obra de Jesús Lozano junto a la compañía María de Melo Producciones, que ya deleitó al público almeriense el pasado año con la excelente ‘Alfonso X, la última cantiga’, y que volvió a hacerle anoche con un texto vertiginoso y excitante, lleno de reproches, mentiras, locuras, ensoñaciones dictatoriales, arrepentimiento y crítica social.
Dos hombres, Pit y Matt son los únicos habitantes vivos –que ellos sepan- de la tierra. Matt ha sido guardaespaldas y escolta de Pit, un rico empresario que ha conocido de primera mano todos los excesos de la parte más oscura de la política y el poder, con oscuras aficiones y poca empatía con los de su alrededor. Matt tampoco representa un derroche de valores y, gracias a su pistola, ha tomado el poder y la revancha, sometiendo a Pit a sus caprichos, sea con juegos impostados o delirios de grandeza.
Con un desarrollo tan asfixiante como el calor que se transmite de la escena y su contexto, ‘Nada ni nadie’ despliega su texto con una evidente y bien espolvoreada crítica a la sociedad actual en la que siempre gana el ‘tú más’ sin medir la escalada de unas consecuencias que en la ficción llegan a provocar el apocalipsis final.
Dirigida por Jesús Peña y protagonizada por Jesús Lozano y José Antonio Lucía, la obra pone al espectador frente al espejo, dejando una serie de interrogantes en el aire sobre la actitud frente a los abusos, la competitividad o la escala de valores. Una tragicomedia cruda y descarnada con doble giro en su final pero con la misma angustia como denominador común.
El diseño de iluminación de la obra es de Juan José Hernández Triguero y Nuria Prieto, el espacio sonoro es obra de Álvaro Rodríguez Barroso, la dirección de arte y vestuario de María de Melo Collection, la realización de escenografía de Talleres El Molino, la fotografía de José Bayón y el vídeo de Visto y No Visto Producciones.