Acompañar al alumnado en todo momento durante su vida académica, llevar la docencia a un nuevo nivel, aligerar la carga burocrática, contribuir a la formación continua del equipo. Son muchas las aplicaciones que ya tiene la inteligencia artificial (IA) en el panorama universitario, pero aún son más las que están por desarrollarse y descubrir. De ahí la apuesta de la UOC por SofIA, un proyecto institucional que está transformando no solo la docencia, sino también la gestión universitaria, los servicios de acompañamiento al alumnado y el desarrollo profesional del personal, con el objetivo de llegar a ser un referente AI-enabled (la IA, integrada a todos los niveles) del panorama universitario internacional. Así es como se define esta iniciativa estratégica para convertirse en una de las instituciones pioneras a la hora de integrar la inteligencia artificial (IA) en su propio modelo educativo y de gestión.
«Con SofIA, la UOC coloca la IA al servicio de nuestro modelo educativo con una visión que es, ante todo, humana«, explica Teresa Guasch, vicerrectora de Docencia y Aprendizaje. «No se trata simplemente de incorporar tecnología; hablamos de transformar la manera como enseñamos, aprendemos y nos relacionamos con nuestra comunidad», añade.
Como explican desde la Vicegerencia de Transformación Digital de la UOC, «la IA no sustituye al factor humano, sino que lo amplifica, lo que permite que los profesionales se centren en tareas de más valor añadido«. SofIA es un marco de trabajo de la IA que viene avalado por un enfoque humanista y ético, cuyo fin es liberar el potencial de las personas. Como destaca Teresa Guasch, la UOC adquiere el compromiso de «mejorar la experiencia de aprendizaje de nuestros estudiantes, de manera que podamos acompañarlos de forma más ajustada a sus necesidades, a tiempo, de manera más ágil y sobre todo más personalizada, desde un enfoque ético y responsable«.
«En la UOC estamos aplicando inteligencia artificial para dar apoyo tanto a docentes como a estudiantes en todas las etapas del proceso de docencia y aprendizaje: desde el diseño de una asignatura, sus contenidos y las actividades de evaluación, hasta el acompañamiento, la evaluación y el retorno personalizado», señala Robert Clarisó, profesor de los Estudios de Informática, Multimedia y Telecomunicación. En palabras de Manel Jiménez-Morales, vicerrector de Alianzas, Comunidad y Cultura, «hay que pensar la tecnología desde una clave humana, aunque parezca una perogrullada, y entender cuál es su rendimiento efectivo según los usos y las potencialidades del estudiantado».
Una mejor eficiencia de todos los procesos internos
Pero, además del claro impacto que tendrá su aplicación en las aulas, la IA también servirá para mejorar todos los procesos internos de la administración y la gestión de la institución, dado que automatizará tareas repetitivas, optimizará flujos de trabajo y contribuirá a ofrecer un acompañamiento más ágil y proactivo al estudiantado. «La inteligencia artificial, y en particular la IA generativa, permite automatizar tareas y gestionar grandes volúmenes de información», añade Clarisó. «La inteligencia artificial debe ayudarnos a ser una institución más eficiente, más relevante y centrada en las personas», aseguran desde el área de Transformación Digital de la UOC.
Estos avances están acompañados por un circuito de experimentación abierto a toda la comunidad universitaria. Para fomentarlo, la universidad ha diseñado un plan de formación específico para que todo el personal, tanto docente como de gestión, adquiera las competencias necesarias para incorporar la IA en su día a día. Esta capacitación abarca desde niveles introductorios hasta cursos avanzados, y se complementa con una comunidad activa de prácticas que promueve el aprendizaje colaborativo y la innovación interna.
¿Cómo asegurar un despliegue responsable de la IA a todos los niveles?
La existencia de un comité transversal, que garantiza un uso seguro, responsable y alineado con los valores institucionales, es una de las piezas clave del despliegue de la inteligencia artificial en la UOC. Según Guillem Garcia Brustenga, del eLearning Innovation Center (eLinC), este comité está formado por «especialistas en ética, legalidad, seguridad, datos y tecnología» que se encargan de evaluar todas las iniciativas y experimentos con IA antes de su puesta en marcha. «La UOC plantea una adopción responsable de la IA«, constata Clarisó.
Gracias a este modelo de gobernanza, la UOC anticipa posibles sesgos algorítmicos, evalúa impactos legales y educativos y establece protocolos de seguimiento para cada iniciativa piloto, siempre «con un fuerte compromiso con los valores éticos y la transparencia«, como asegura Garcia Brustenga, lo que permite prevenir cualquier riesgo potencial, garantizar la trazabilidad de las acciones y asegurar que cada aplicación de IA se ajusta a los principios de equidad, calidad y respeto a la privacidad, que son, según Teresa Guasch, «los valores fundamentales de la institución». «Lo que estamos haciendo con SofIA es replantearnos el futuro de la universidad. Queremos ser pioneros en integrar la inteligencia artificial de una forma que sea coherente con nuestros principios y nuestra misión», asegura la vicerrectora.
La iniciativa SofIA, en marcha desde hace un año, está abierta a toda la comunidad UOC. «El circuito de experimentación que proponemos permite que cualquier persona de la institución pueda plantear un uso de la IA. Si la propuesta aporta valor y los riesgos son mitigables, se apoyará con la tecnología adecuada«, detalla Guillem Garcia Brustenga, que añade que, una vez acabado el experimento, «SofIA deberá volver a evaluar el valor conseguido y la mitigación de riesgos antes de plantearse consolidar dicho experimento», para luego añadir un punto extra de control, a cargo de AFIA, «un grupo institucional de evaluación, feedback e IA que, junto con el eLinC, garantizará el encaje del experimento en el modelo educativo de la UOC«.
Es por ello por lo que, como señala Robert Clarisó, «no hay que introducir la IA porque sí, sino porque es una mejora para el estudiantado, el profesorado o para los procesos de gestión«. El propio experto añade que, una vez que se incorpore la IA porque convenga y aporte un valor, «no es algo que se haga una vez y ya está: tiene que ser un proceso continuo«.
A modo de resumen, y como apuntan desde el área de Transformación Digital de la institución, las iniciativas SofIA se estructuran en dos grandes grupos, en función de su enfoque: los usos de la IA que permiten llevar a cabo los procesos actuales de forma más eficiente, o bien los escenarios que permiten plantear servicios innovadores y cambiar los procesos de forma disruptiva. La idea, insisten en esta área, es que las tareas rutinarias y administrativas «puedan ser automatizadas», lo que liberará tiempo para que los equipos de docencia y de gestión «dediquen más esfuerzos a construir relaciones de confianza con el estudiantado«.
Casos de uso que destacan por su eficiencia o su disrupción
Entre los casos de uso más destacados de los analizados o experimentados hasta este momento, se encuentra, por citar un ejemplo, la incorporación de asistentes virtuales en asignaturas concretas, que permiten responder dudas frecuentes del estudiantado en tiempo real y de forma contextualizada, con proyectos como «Chatbot en el aula» y «Chatbot en la biblioteca», que, según Clarisó, muestran «resultados muy prometedores» en la calidad de sus respuestas, en lo que será un recurso disponible 24×7, de alcance inmediato y «como complemento de la respuesta del profesorado», aclara el propio Clarisó.
En el mismo sentido, también se están utilizando herramientas de generación de rúbricas automáticas que aumentan la retroalimentación sobre los trabajos; análisis predictivo del rendimiento académico; asistencia a la diversidad funcional con herramientas de generación de subtítulos y reconocimiento de voz en tiempo real, y generación de contenidos personalizados y recomendaciones de recursos y actividades según el perfil de aprendizaje de cada estudiante.
En materia de investigación, las posibilidades también son muchas y variadas, dado que la IA ayuda en procesos tan variopintos como «la búsqueda de referencias científicas, la preparación de propuestas de proyectos, el procesamiento de datos o la redacción de artículos«, según apunta el propio Clarisó.
Por su parte, en el área administrativa, en la gestión de las convalidaciones, que es un proceso complejo al enfrentarse a los planes de estudios de diferentes universidades en distintos países, la UOC ha podido constatar, según Clarisó, que «la IA generativa está simplificando y agilizando este proceso, haciendo que el trámite de evaluación de estudios previos sea más rápido» gracias a una evaluación semiautomática de los estudios realizados con anterioridad a la llegada a la UOC.
Con el aval de la participación en varias iniciativas internacionales
La UOC innova de puertas hacia dentro, pero también se abre a las aportaciones de las redes internacionales de las que forma parte. Así, gracias a un trabajo conjunto con otras universidades y centros de investigación que se centran en un uso responsable de la inteligencia artificial en la educación superior, su participación en consorcios como AI4U, ADMIT y AIGEN le permite compartir aprendizajes, definir estándares éticos comunes y reforzar su posicionamiento como referente europeo en la transformación digital educativa, al tiempo que comparte experiencias de buenas prácticas y herramientas que se han demostrado eficaces en otros ámbitos, usos y países. En definitiva, entidades que, como la UOC, buscan erigirse como instituciones educativas de educación superior capaces de anticipar necesidades, ofrecer servicios personalizados y garantizar, con la ayuda propositiva y ética de la IA, una formación de calidad, ética y transformadora para su comunidad.