Las células solares de perovskita se perfilan como una de las grandes promesas para el futuro de la energía solar. Más ligeras, flexibles y potencialmente más baratas que las actuales basadas en silicio, estas celdas fotoeléctricas aún se enfrentan a un reto importante: su baja estabilidad con el paso del tiempo. A pesar de que este material cristalino lleva más de una década acaparando el interés de la comunidad científica, su alta degradación al exponerse a la radiación ultravioleta, entre otros factores, ha frenado su incursión en la industria fotovoltaica.
Una reciente investigación realizada por el grupo FQM-204 del Departamento de Química Física y Termodinámica Aplicada de la Universidad de Córdoba (UCO), y en la que también ha participado el Instituto Tecnológico de Georgia (EE.UU.), ha logrado precisamente aumentar la eficiencia y la durabilidad de estas células solares, debido a una variación en la geometría molecular de uno de los compuestos que se incorporan en la celda fotovoltaica. Según los resultados del trabajo, y tal y como indica su autora principal, Susana Ramos, la investigación ha logrado aumentar la eficiencia de la conversión solar en energía a un 20.7%, frente al 18.3% obtenido sin la incorporación de este nuevo compuesto. Además de ello, y lo que parece aún más relevante, el rendimiento de la celda fotovoltaica sigue siendo prácticamente el mismo tras mil horas de exposición solar.
Un sutil ajuste geométrico
El estudio ha sido realizado a escala de laboratorio en células solares de pequeño tamaño -2,5 por 2,5 centímetros-, empleando un simulador solar. Entre las distintas láminas de la estructura de tipo sándwich formada por capas de perovskita, el equipo de investigación ha incorporado una molécula conocida como diamina, un compuesto en el que la comunidad científica lleva años trabajando por su capacidad para eliminar defectos superficiales, proteger la célula solar y prevenir su degradación.
Tal y como explica otro de los investigadores participantes, Gustavo de Miguel, una de las claves del trabajo ha sido un ajuste geométrico sutil pero determinante en la geometría de esta diamina, a la que se le ha conferido una nueva estructura con forma similar a un gancho que le permite anclarse con mayor firmeza y establecer interacciones más sólidas con las distintas capas de perovskita, garantizando así una mayor estabilidad y durabilidad de la célula solar.
El trabajo, realizado en el marco del proyecto europeo ‘Sunrey’, supone, de esta forma, un avance significativo frente a uno de los grandes retos a los que se enfrenta el sector de la energía fotovoltaica: garantizar que estas celdas puedan mantenerse intactas durante largos periodos de tiempo. Unas células solares que, debido a la flexibilidad de la perovskita, podrían abrir la puerta a nuevas aplicaciones como los techos de los coches eléctricos o las superficies curvas de los edificios, tal y como explica el investigador Luis Camacho.
No obstante, para que esto pueda materializarse a gran escala, y como sucede con cualquier tecnología en fase de desarrollo, será necesario superar antes un desafío clave: trasladar la eficiencia energética alcanzada en los módulos de laboratorio a nivel industrial.
Referencia:
Susana Ramos-Terrón, Luis Camacho, Juan-Pablo Correa-Baena, Carlo A.R. Perini, Gustavo de Miguel. Chelating diamine surface modifier enhances performance and stability of lead halide perovskite solar cells. Materials Today, Volume 85, 2025, Pages 60-68, ISSN 1369-7021, https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S1369702125000641