El presidente del Principado, Adrián Barbón, ha abogado hoy, durante la celebración del Día del Exilio, por “abrir de par en par las puertas del recuerdo para no cometer los mismos errores de antaño”, especialmente en un momento en que «el extremismo reaccionario acecha en cada elección y en cada esquina del mundo, también en Europa”.
Asturias ha sido el lugar elegido este año por el Ministerio de Política Territorial y Memoria Democrática para celebrar el acto institucional, que en esta edición lleva como lema Con los niños de la guerra. No en vano, desde el puerto de El Musel partieron barcos con miles de menores que huían de la guerra y de la dictadura. “Nuestro propósito al reunirnos aquí es rendir homenaje y recordar a las más de 500.000 personas que abandonaron España para escapar de la represión. Medio millón de españoles y españolas que dejaron atrás sus hogares, sus sueños y sus familias para buscar refugio y volver a empezar lejos de su patria”, ha subrayado el presidente.
Barbón ha afirmado que “el recuerdo es una obligación moral frente al olvido, que lleva un propósito implícito: evitar que aquellos hechos vuelvan a repetirse”. “Hoy hacemos bandera de los tres pilares de la memoria democrática: verdad, justicia y reparación”, ha resaltado.
Durante el acto, se han entregado las declaraciones de reconocimiento y reparación a una veintena de personas exiliadas, entre ellas cinco procedentes de Asturias: Alejandro Rodríguez Álvarez Alejandro Casona, Acracio Fernández Pérez, Pelayo José López Pérez, José Maldonado González, María Luisa Muñoz Concecho.
** A continuación se reproduce la intervención íntegra del presidente.
INTERVENCIÓN DEL PRESIDENTE DEL PRINCIPADO DE ASTURIAS, ADRIÁN BARBÓN
El exilio es la separación de una persona de la tierra en que vive. Esto es, al menos, lo que nos encontramos en el diccionario. Una definición breve, sencilla, que apenas abarca el plano más teórico del concepto. El exilio es la distancia, el desarraigo, el desasosiego, la señaldá asturiana. Resumir todo lo que implica el término se me antoja una tarea titánica.
Tampoco es ese el objetivo de este acto. Nuestro propósito al reunirnos aquí es rendir homenaje y recordar a las más de 500.000 personas que abandonaron España durante la guerra civil y la dictadura para escapar de la represión. Medio millón de españoles y españolas que dejaron atrás sus hogares, sus sueños y sus familias para buscar refugio y volver a empezar lejos de su patria.
Les rendimos tributo en estos primeros días de mayo, que coinciden con la victoria europea sobre el nazismo de 1945, hace justo 80 años. Si miramos con perspectiva histórica, no ha pasado tanto tiempo. Todavía están abiertas las heridas en muchos hogares.
El recuerdo escuece, sí, pero es una obligación moral frente al olvido. Con iniciativas como esta buscamos reconocer abiertamente la contribución a la derrota del totalitarismo de los hombres y las mujeres que vivieron el exilio, como las 20 personas homenajeadas en este acto.
Aunque ya hayan sido citadas, permitidme nombrarlas una vez más , porque cada vez que pronunciemos su nombre las rescataremos del olvido, que es el exilio de nuestra memoria:
Nuria Balcells, Pablo Benítez, Rosario Celia Canteli, Alejandro Casona, tan inolvidable, tan genial y tan nuestro; Aurora Correa, José Cuenca, Emilio Díaz, Alfredo Espinosa, Acracio Fernández, uno de aquellos niños de la guerra que tuvo que crecer en otra patria; Andrés Gimeno, Conrado Lizcano, Pelayo José López, que consagró parte de su vida a la recuperación de la memoria; José Maldonado, que llegó a presidir la República en el exilio; Tere Medina, Vicente Moreira, María Luisa Muñiz Concheso, de mi tierra, Laviana, ejemplo de lucha vital contra la adversidad; José Muñoz, Francisco Padrino, Matilde de la Torre y Vicente Verdaguer
Ellas, esas 20 personas son las auténticas protagonistas de este acto, que también tiene otro propósito implícito: evitar que aquellos hechos vuelvan a repetirse en estos tiempos, en los que el extremismo reaccionario acecha en cada elección y en cada esquina del mundo, también en Europa. Tenemos que abrir de par en par las puertas del recuerdo para no cometer los mismos errores de antaño.
Durante los años de guerra fratricida y el silencio de plomo que llegó después, en España aprendimos que ni la democracia ni las libertades son conquistas irreversibles. No están garantizadas. Hay que defenderlas todos los días.
Lo saben bien los hombres y las mujeres que han tenido que salir de Ucrania tras la invasión rusa. Lo ha interiorizado a sangre y fuego la población de Gaza, sometida a una tortura permanente ante la mirada impasible de medio mundo. Sus casos, tan reales y cercanos, nos enseñan con crudeza que no podemos bajar la guardia.
Aprender del pasado y proteger el futuro es el doble desafío de nuestro tiempo. Mirar hacia atrás para seguir adelante. Es un propósito que en el Gobierno de Asturias nos tomamos muy en serio y que demostramos con hechos. Por ejemplo:
– Hemos puesto en marcha el Instituto de Memoria Democrática y en breve constituiremos también el Consejo de la Memoria.
– En verano comenzarán los trabajos de identificación mediante ADN de las más de 60 víctimas del franquismo cuyos restos han sido hallados en la fosa común de El Rellán, en Grado.
– En esta legislatura completaremos la colocación de casi 200 piedras de la memoria (Stolpersteine) en homenaje a los asturianos y las asturianas deportados a campos de concentración. Con este gesto, buscamos saldar una deuda histórica con las víctimas de la barbarie nazi y con sus familias.
Frente a la amnesia forzada durante tantos años, los gobiernos de Asturias y de España hacemos bandera de los tres pilares de la memoria democrática: verdad, justicia y reparación. Porque así, con la memoria, hacemos lugar a quienes perdieron, a quienes tuvieron que irse, a quienes ni siquiera pudieron volver. Con la memoria democrática les devolvemos a casa y ayudamos a construir una Asturias de todas, donde todas y cada una de las personas tienen sitio.
Hace 80 años llegó la victoria sobre el fascismo en Europa. La rendición incondicional de Alemania puso fin a la Segunda Guerra Mundial y abrió un tiempo nuevo.
Sin embargo, aquí continuó la oscuridad de la dictadura durante mucho tiempo. Fue una época en la que los hombres y las mujeres del exilio lucharon a brazo partido por sus países de acogida, pero también por la prosperidad de la patria que habían abandonado.
Su contribución fue esencial para España. Intelectuales, artistas, docentes y profesionales de campos como la medicina o la economía desarrollaron su potencial en otras naciones, pero nunca renunciaron a sus raíces ni escatimaron esfuerzos para su tierra.
Dice Alejandro Casona en La Dama del Alba que cada hora tiene su verdad. En esta hora, nuestra verdad ha de ser reconocer, celebrar y difundir aquel ejemplo, el compromiso vital de todas aquellas personas exiliadas que tuvieron que cambiar de planes, que tuvieron que reescribir su historia, que tuvieron que aliarse con la nostalgia.
Gracias de corazón a todas y cada una de ellas.