La dimensión psicosocial de los accidentes de trabajo mortales no traumáticos (entornos inseguros): una faceta infravalorada [LARPSICO]

La siniestralidad laboral, en especial la grave y, sobre todo, la mortal, sigue teniendo en España una notabilísima incidencia. Buena parte de ella continuaría vinculada a una tipología causal muy recurrente (ligada a accidentes de trabajo por causas traumáticas -caídas, atrapamientos, golpes-) y, en consecuencia, pareciera que puede ser en gran medida prevenible, por previsible y bien conocida, lo que pone de manifiesto un avance preventivo insuficiente en estos años. En 2024 hubo 239 muertes por estas circunstancias “tradicionales” (el mayor crecimiento estuvo en las muertes por golpes o choques contra un objeto en movimiento -aumento del 109% respecto del año anterior-). 

2025 comenzó en la misma línea, con 50 muertes por accidente laboral, según las estadísticas oficiales, prácticamente los mismos que en el primer mes de 2024 (51). Para el año 2024 supuso un crecimiento de más del 10% (796 personas en total), que implica un notable retroceso preventivo, pues este mal dato serían el segundo peor de la serie histórica, solo superado en el año 2022 (826 muertes). Otra evidencia de la peligrosidad del mundo del trabajo en España es el trágico -pero del todo evitable- accidente en Degaña (Asturias), en el que murieron cinco personas y otras 4 resultaron heridas.

Ahora bien, al mismo tiempo, se destaca una tendencia ya arraigada en los últimos años, según la cual los accidentes de trabajo mortales por causas no traumáticas crecen, a nivel estatal (266, 21 más que en el año 2023 -9% de aumento respecto de este año-) y en los ámbitos autonómicos, revelándose también en las Comunidades Autónomas como la mayor causa de accidentes mortales. También en 2025, pues, los infartos y derrames cerebrales continúan siendo la primera causa de muerte en el trabajo durante la jornada laboral con 21 personas fallecidas (53% de estos accidentes laborales sucedieron por este tipo de causas). Los accidentes cerebrovasculares e infartos de miocardio evidencian una preocupante incidencia de este tipo de accidentes de condiciones de trabajo y organizativas tales como los altos ritmos, las jornadas de trabajo prolongadas, la sobrecarga, etc. 

Por tanto, los factores de riesgo psicosocial estarían relacionados con buena parte de las patologías que dan lugar a accidentes mortales no traumáticos. Asimismo, las nuevas condiciones del modelo de organización, que están en su base, también se asocian a aquellos factores, como el exceso de conectividad al trabajo mediante tecnologías digitales (”conectividad 24-7”), provocando estados, no solo situaciones, de sobrecarga que lleva a la ansiedad y el estrés permanente, por la atención continuada a la actividad laboral que, evidentemente, requeriría de una gestión preventiva de la que, sin embargo, con alta frecuencia, se carece. 

En algunos sectores con mayor incidencia de la mortalidad laboral, como el sector del transporte (138 muertes en el año 2024, 12,6% de índice de incidencia, superior a los 135 accidentes mortales en la construcción, con un 9,6% de índice de incidencia) se advierte más el impacto de los altos ritmos de trabajo impuestos por las condiciones de mercado, con frecuencia incumpliendo los tiempos fijados normativamente para el descanso. La inmediatez en la prestación genera presión empresarial hacia las personas trabajadoras en el sector, traduciéndose en una forma de prestación que debe convivir con la ansiedad, el estrés y la fatiga. También la precariedad en muchos casos lleva a situaciones de incertidumbre que derivaría, según informes recientes, en la búsqueda de alternativas o en la jubilación antes de la edad legal ordinaria, como ahora exigen los sindicatos del sector, pese a que hay una notable escasez de mano de obra cualificada en este sector.

En consecuencia, no solo es necesario, sino urgente, promover mejoras en la gestión preventiva de los factores de riesgo psicosocial, así como en la promoción de la salud mental de las personas trabajadoras, también para prevenir accidentes de trabajo mortales. La reforma programada de la LPRL, que ahora está debatiéndose y que parece está a punto de alcanzarse, al menos en el acuerdo en la Mesa de Diálogo Social a tal fin, pondrá énfasis en esta dimensión preventiva de los factores psicosociales, no solo para mejorar la salud mental, también para que los entornos de trabajo no sean precursores de patologías y accidentes mortales, “aún no traumáticos”.