25 Abr 2025 El Sahara occidental: Un territorio olvidado por la comunidad internacional
Hace más de 40 años el Sahara Occidental dejó de ser la provincia número 53 de España, pero hoy en día su futuro sigue siendo incierto. La disputa se remonta a 1975 cuando España perdió esta colonia tras la marcha verde de Marruecos y tras el acuerdo tripartito de Madrid que repartía la provincia española del Sáhara entre España, Marruecos y Mauritania, del cual España se desentendió dejando un gran vacío de control. Hasta entonces el estado del Sáhara Occidental según el derecho internacional ha sido tema de discusión. La Organización de Naciones Unidas ha adoptado numerosas resoluciones, 74 hasta ahora, en las que declara ilegal la ocupación marroquí del territorio. En 1975, la Corte Internacional de Justicia determinó que no existía ningún vínculo de soberanía entre Marruecos y el Sáhara Occidental que pudiera invalidar dicho derecho y por lo tanto se procedió a aplicar la resolución de la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas (AG-ONU) para la descolonización del Sahara Occidental y que daba derecho inalienable a los saharauis a la libre determinación.
No obstante, Marruecos ha sostenido un control de facto en la región, defendiendo su derecho histórico y estratégico sobre el área que desde hace años reivindica aportando documentos de los monarcas y tratados que posteriormente no han sido respaldados por la corte Internacional de Justicia. Desde el comienzo del conflicto, se propusieron dos caminos fundamentales para su solución; por un lado, la comunidad global, apoyada por la ONU, ha promovido un referéndum de autodeterminación como la solución válida según el derecho internacional. En contrapartida, Marruecos sugiere la incorporación del Sáhara Occidental bajo un sistema de autonomía, lo que aseguraría su control sobre la zona sin requerir un referéndum.
En la actualidad parece que, aunque el derecho internacional no lo ampare, la comunidad global se decanta por el segundo camino apoyando a Marruecos. La ONU creó La Misión de las Naciones Unidas para el referéndum en el Sahara Occidental (MINURSO), un organismo que nació con la intención de supervisar un referéndum de autodeterminación, lo sorprendente es que después de 40 años, todo sigue igual, este organismo se ha convertido en una presencia simbólica sin capacidad real ni intervención. Marruecos ha bloqueado cualquier avance en este proceso y lo más sorprendente con el respaldo de aliados internacionales como Estados Unidos.
En este sentido vemos como la comunidad internacional ha fallado rotundamente en su papel de garantizar la aplicación del derecho internacional y la defensa de los pueblos como el Sáhara con derecho a la autodeterminación. Es más, Marruecos ha logrado consolidar su control sobre el 85% del territorio, gracias a su peso estratégico en el norte de África, su rol clave en la estabilidad migratoria y su estrecha relación con actores importantes como la Unión Europea y Estados Unidos. A cambio de acuerdos comerciales, control de flujos migratorios y cooperación en seguridad, estos países han preferido mirar hacia otro lado y dejar que la ocupación marroquí́ continúe sin oposición real.
España, por su parte, ha adoptado una postura ambigua y contradictoria. Aunque históricamente ha reconocido el derecho de autodeterminación del pueblo saharaui, en la práctica ha optado por priorizar sus relaciones con Marruecos. El reciente respaldo del gobierno español a la propuesta de autonomía marroquí demuestra que, una vez más, los intereses económicos y diplomáticos han prevalecido sobre los compromisos históricos y el respeto al derecho internacional.
El futuro del Sáhara Occidental sigue siendo incierto, pero hay pocas razones para el optimismo. El Frente Polisario ha mostrado su frustración ante la falta de avances y, en los últimos años, ha retomado la vía armada en un intento desesperado de llamar la atención de la comunidad internacional. Sin embargo, en un contexto global donde el terrorismo islámico en el Magreb es una de las principales amenazas, cualquier intento contra. La juventud saharaui, que ha crecido en campos de refugiados sin un horizonte claro, podría radicalizarse si no se ofrece una solución justa y viable.
Si la comunidad internacional sigue ignorando sus reivindicaciones, la desesperación podría empujar a algunos sectores hacia el extremismo, lo que agravaría aún más el conflicto. El escenario más probable a corto y medio plazo es el mantenimiento del statu quo. Marruecos continuará consolidando su control sobre el Sáhara Occidental, mientras que la ONU seguirá́ prolongando la MINURSO sin avances significativos. La comunidad internacional, distraída con otras crisis globales, seguirá sin prestar atención a un conflicto que no considera prioritario. Mientras tanto, el pueblo saharaui seguirá atrapado entre la ocupación, la represión y el exilio, sin una perspectiva clara de futuro.
En definitiva, el caso del Sáhara Occidental es la prueba de que el derecho internacional solo pareciera funcionar cuando conviene a los intereses de las potencias dominantes. Las resoluciones de la ONU, los fallos de la Corte Internacional de Justicia y las múltiples declaraciones en favor de la autodeterminación han demostrado ser meras formalidades sin efecto aparente. La realidad es que, en la política internacional, la fuerza y los intereses económicos siempre se imponen sobre la justicia y los principios legales. El pueblo saharaui sigue resistiendo, pero lo hace en un mundo donde las reglas del juego siguen estando diseñadas para que solo los más poderosos puedan ganar.
Pedro Hafner Carreto
Estudiante del doble grado en ADEA y Relaciones Internacionales
Universidad Villanueva